♡《Especial I》♡

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Las perejas eran felices en sus respectivos mundos, los problemas eran lo de menos si cada uno tenía a su amado a su lado.

Tres años pasaron y el bebé de San ya comenzó a caminar, hasta casi hablar con claridad. Aprendía cosas con suma velocidad y anormalidad, un caso completamente diferente a un humano. Los demás los observaban celosos de tener una familia, que por razones obvias ellos no pueden.

-Podemos adoptar a un niño si quieres amor...- Mingi abraza a Hong quien estaba desanimado, ambos se encontraban en sofá de la sala.- o si quieres intentamos hacer uno ahora...- le susurra a su oído provocativo.

-Eres un pervertido...- lo empuja alejándolo pero sin llegar a conseguirlo, ya que impuso mas fuerza en su abrazo.

-¿Por qué? Así lo hicieron ellos, aparte de que también te gusta que sea así...- el cálido aliento del alto golpea su oreja erizándole la piel, colores rojizos pintaron sus mejillas dándole en el blanco a su dicho.- ¿lo ves? Me encantas cuando te pones así.- su tono de voz grueso y bajo no ayudaban nada en absoluto.

Yeo y Jongho se encontraban en la cocina enseñandole a preparar comidas a su chico rico, quien nunca en su vida a tocado un lavaplatos o encendido la estufa. La receta del dia eran cupcakes de chocolate, ambos con un delantal de estampado con verduras y coqueteando en cada paso a paso de la receta.

Woosan jugaba con su hermoso niño en el jardín, escuchandose las risas acogedoras por todos lados de aquella casa del amor.

Cada quien se fueron a sus respectivas casas luego de cenar todos juntos ese mismo día.

Hong llevaba a su novio a su departamento, este no dejaba de mirarlo y desearlo cada vez mas, las noches apasionadas no eran constantes, ya que ambos trabajaban mucho.

-¿Quieres vivir conmigo?- le propuso de la nada Hong al pelirojo.

-¿Lo dices en serio?-

-Sería lo mejor ya que vivimos demasiado lejos y se nos dificulta mucho vernos seguido...-

-¡Si quiero! ¡si!- respondió al instante sin dejarlo terminar.

-Esta bien, me quedare a dormir en tu casa y ayudarte a empacar tus cosas, de todas formas no tienes tantas.-

-Por supuesto, solo te necesito a ti en mi vida.- entrelaza sus manos sobre el salpicadero mientras sus intensas miradas siguen conectadas. 

Apenas llegaron, Hong se dispuso a guardar y doblar su ropa en una gran maleta, en cuanto Mingi solo se limitaba a estar acostado sobre su cama y observándolo.

-¿Puedes ayudarme una vez en tu vida?-

-Lo que hago ahora es mucho mejor.- muerde su labio inferior y sus ojos recorren de arriba a abajo el pequeño cuerpo de Hong, deteniéndose en su trasero.

Sintió que su parte baja comenzó a calentarse, ambos estaban solos, con demasiado tiempo libre y sin nadie que los moleste.

Mingi se retiró de su sitio acercándose a su novio silenciosamente. Apoyó su ya endurecida entrepierna en el trasero del contrario, este dio un pequeño brinco al sentir tal contacto. Con ambos brazos rodeó su estrecha cintura, agregando unos besos húmedos en su cuello.

-Detente... tenemos cosas que hacer.-

-Fuera del trabajo no eres mi jefe, a si que hago lo que quiero.- prolongó su besos por todo lo que restaba de su cuello.

Sus manos se escabullen bajo su remera acariciando con las yemas de sus dedos cada centímetro de su piel.

Las caricias y la dulzura había durado poco, según Mingi era un tipo de calentamiento previo.

Lo empotró contra el closet subiendo su camisa hasta el cuello, su boca recorrió toda su espalda dejando atras leves mordidas. Siempre le gustaba morder a cada rato, Hong decía que podía parecer un caníbal de tantas marcas adoloridas que este dejaba en su cuerpo, por suerte se percataba de que esos lugar no sean visibles.

Bajó por completo sus jeans al igual que el suyo, dejando a la vista su abultado trasero cubierto por la delgada tela del bóxer. Arrimó su miembro contra él frotándose e intercalando besos en sus hombros. Una de sus manos la llevó en a una de sus nalgas, apretándola y acariciándola, pero con eso no le basta, la tela estaba obstruyendo.

Esta vez bajó su bóxer, su hermoso trasero con leves tonos rosáceos era lo que a Mingi le volvía loco. Jamás en su vida había visto unas nalgas tan bonitas, al igual que nunca imaginó que su jefe las tendría.

Con una mano separó una mejilla para dejar ver su igual de rosa y preciosa entrada, relamió un dedo con su saliva para usarlo como lubricante, presionando e introduciéndolo lentamente.

Hong trataba de sostenerse a como podía del armario, los largos dedos del pelirojo hacían que su cuerpo vibrara en cada movimiento. Comenzó a mordisquear y lamer sus nalgas, deteniéndose en su agujero y lubricarlo a base de saliva. El rubio no pudo evitar jadear ante su talentosa lengua, era sumamente gloriosa.

Mingi se enderezó bajando un poco su única prenda y así liberar su sexo impaciente por invadir su interior. Lo penetró lentamenre sin esperar un segundo más hasta que la gran parte de su eje estuvo dentro. Los delicados jadeos de Hong resonaban en los tímpanos de su novio, estos mismo cambiaron a su tiempo cuando las estocadas se amplificaron en velocidad y profundidad.

Las delicadas piernas del pasivo temblaban, perdió fuerza y su único soporte era el agarre de ambas manos sobre su cadera. Mingi notó su cansancio, pues siempre dejaba exhausto a su minion sin siquiera haber acabado, siempre tenía demasiada energía, todo lo contrario a él.

Retrocedió unos pasos topándose con el borde de la cama, sentándose sobre esta y que Hong quedara prácticamente sentado en su regazo aún en su interior. Prosiguió saltando levemente y Mingi lo ayudaba con su pelvis y ambas manos para no dejarle todo el trabajo.

Siguieron así hasta que el pelirubio no pudo más, haciéndolo cambiar se posición quedándose sobre la cama y Mingi arriba, posicionó ambas piernas sobre sus hombros y abrazando sus muslos con fuerza ayudándolo a estabilizar su rudas estocadas contra él.

La pequeña habitación se llenó de sonidos  placenteros, el choque de piel contra piel, los gemidos graves y agudos creaban una hermosa sinfonía.

Bastó con unos movimientos bruscos y profundos para que Mingi se viniera por fin, el pobre de Hong se vino segundos después por tercera vez de esa noche, estaba totalmente sin aliento.

Pues como ya no había fuerzas en su delicado cuerpo, Mingi se vio obligado a ayudarle a lavarse y cambiarse.

Nada le ayudó a calmarse cuando vio que una de sus remeras gigantescas le quedara tan tierno y jodidamente sexi. Pero tuvo que contenerse a regañadientes ya que sus  pequeños ojitos se notaban cansados, esperaría a mudarse y estar cómodos, allí podrían hacerlo cuando quiera y donde quiera. Con esa idea en la cabeza durmió plácidamente abrazando a su novio, quién usó el pecho del pelirrojo como almohada.

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¡Hola de nuevo!

Aquí unos de los especiales, digo uno porque les traeré un capitulo de cada pareja.

A esta historia le tomé demasiado cariño y aún no quise terminarla, por eso sigo.

Espero les guste y disfruten de los especiales.

¡Los quiero! ♡♡♡

ᴍʏ ꜱᴛʀᴀɴɢᴇ ʙᴏʏ - ᴡᴏᴏꜱᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora