☆꧁༒☬𝒰𝒩 𝒫𝒪𝒟𝐸𝑅 𝐹𝒰𝐸𝑅𝒜 𝒟𝐸 𝒞𝒪𝒩𝒯𝑅𝒪𝐿(𝑜𝓂𝑒𝑔𝒶𝓋𝑒𝓇𝓈)☬༒꧂☆

Capítulo XXII - una incógnita no siempre tiene una respuesta

Mis ojos permanecían cerrados y un delicado aroma, el cual me era muy familiar, penetro mis fosas nasales devolviéndome el conocimiento.

Mi visión era borrosa y el dolor punzante en mi cabeza, solo hacía que todo me resultase más difícil centrarme en la tarea de abrir mis ojos y enfocar a la persona que poco a poco fui siendo capaz de distinguir entre las sombras.

Una vez ya me encantaba medianamente despierto pude reconoces ese delicado aroma a cereza.

Me encontraba sentado y atado sobre una silla ubicada entre las sombras, y entre la oscuridad solo se distinguían unos brillantes ojos rojos que me observaban en silencio.

Aquellos ojos se movían al rededor de mi mientras un silencio ensordecedor se hacía presente en aquella sala.

Sin previo aviso una voz dulce y melódica, su voz llegaba hasta ser meliflua. - así que tu eres Gustabo, hijo de un psíquico y de una peitho, por el aquel que posee tantos nombres como los que quieras adjudicarle - cada una de sus palabras llenaban por completo el ambiente, embolviendome por completo y generando en mi más de una pregunta.

Eres la chica de antes verdad? - hice una leve pausa para inspirar su fragancia a cereza - puedo percibir tu olor a cereza, por que me has traído hasta aquí?

Entre las sombras se escucho una suave risa proveniente de sus labios. - tus preguntas son acertadas, lastima que no te las piense responder, aun no.

Cada palabra que salía de sus labios generaba una nueva incógnita la cual no parecía tener una respuesta.

Bueno pues dime tu que quieres de mi. - no quería hacer nada para soltarme de momento, ella tenía la ventaja, a demás no sabía cuales eran sus poderes y no me arriesgaría a morir por una estupidez.

Yo no queiro nada de ti... Eres tu quien quiere algo de mi - decía mientras esos ojos rojos seguían mirándome constantemente.

Y me puedes decir que es lo que quiero de ti...? - después de este comentario unos focos empezaron a brillar, la luz impactaba directamente contra mi rostro haciéndome reaccionar por mero instinto lanzado los focos por los aires, provocando que del impacto se apagasen.

Para eso me necesitas, para que te ayude a controlar tu poder. - algo en su voz me transmitía confianza ciega, no sabía si era un poder suyo o simplemente era la personalidad que irradiaba.

Y que quieres a cambio... Por muy puras que sean tus intenciones siempre quieres algo a cambio - mi respuesta hizo que esos ojos se acercasen a mi rostro hasta el punto de sentir su suave respiración y sus manos encima de mis piernas.

Razón no te falta, pero de momento no necesitas saberlo. En unos segundos me voy a ir, te e dejado unos archivos en una mesa cercana a ti, no te preocupes cuando me vaya volverá la luz, considera esa información un regalo de buena fe. - decía susurrando a pocos centímetros de mí rostro, brinandome la oportunidad de centrar mi olfato en su dulce aroma, mis oídos en su melifua voz y mi visón en sus iris carmesí, los cuales brillaban, los cuales resaltaba entre las sombras.- no me busques... Ya me pondré en contacto contigo abadón.

De un momento a otro sus ojos desaparecieron acompañado de la presión que ejercían sus manos sobre mis piernas y de su aroma.

A los pocos segundos las luces se encendieron como ella dijo.... Dejando a la vista una mesa con unos cuantos papeles encima suya.

Con sencillez rompí las cuerdas que me apretaban y me dirigí a esos archivos, eran una carpeta con unos cuantos folios.

Sin pensarlo dos veces cogí la carpeta y empecé a buscar la salida de este lugar.

Era un una habitación completamente vacía y  perfectamente sellado, pues no entraba ni un ápice de luz cuando todo estaba a oscuras.

Al salir de la habitación me quedé un poco extrañado de él sitio donde me encontraba, pues era una vivienda completamente vacía, al salir fuera me di cuenta de que me encontraba en una casa comprendida entre el norte y el sur, las vistas debía de admitir que eran importantes.

No había nadie cerca, ni pasaban coches, parecía un lugar aislado de todo, la tranquilidad llevaba por completo aquel lugar y aprovechando esa misma tranquilidad saque los archivos para leerlos.

Una suave brisa despeinada mi cabello conforme iba leyendo, el sol brindaba sus últimos rayos anaranjados sobre el horizonte, horizonte donde se encontraba Gustabo el cual leía los archivos, conforme los leía algunas preguntas se iban respondiendo y otras nuevas preguntas se generaban en su mente.

Y al acabar de leer todos los archivos una solitaria palabra se escapo de sus labios mientras miraba el horizonte

Erbo