Capítulo 34: Domingo de misa

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AMBER

Luego de ayudar a mi madre con los atuendos de mis hermanos y colocarle el moño a Conrad, me dirigí hacia mi habitación y tomé mi pequeña cartera para reencontrarme con mi familia fuera de la casa.

Aquel domingo había acordado con Tania que la recogería luego de misa para estudiar en mi casa, así que decidí ir a la iglesia con mi propio auto.

Pero, como era de esperar, mis hermanos le rogaron a mi madre para ir conmigo, y luego de unos minutos de insistencia de parte de ambos, mis padres finalmente cedieron.

Conrad y Tyler se apresuraron a entrar por la puerta trasera de mi Audi con energía, mientras yo le dedicaba una sonrisa a mi madre, quien ahora me hacía gestos con la mano para que mis hermanos se colocaran el cinturón de seguridad.

–El cinturón. –les ordené mientras volteaba a corroborar que ambos me obedecieran.

Luego de encender el motor, seguí al auto de mis padres en dirección a la calle.

Al llegar a la iglesia, caminé al encuentro de mis padres con Conrad de la mano, y Tyler a unos metros delante mío. Ellos ya nos esperaban en la gran puerta de la catedral.

Al entrar, nos dirigimos hacia nuestros asientos para esperar a que el resto de la gente terminara de llegar, y una vez que se hiciera la hora, el sacerdote, de unos 50 años con el pelo largo y un tanto canoso, comenzó a hablar.

Luego de una larga hora de extractos de la biblia y canciones de misa, nos levantamos de nuestros lugares para comenzar a caminar nuevamente hacia la salida.

Al atravesar la puerta, noté como a mi padre no se le pasaba por alto el despedir al sacerdote, que ahora se encontraba de pie al final de las escaleras.

Como costumbre, la familia entera lo siguió para darle la mano, al igual que él.

–Buenos días Amber –me saludó Carlos–. ¿Cómo te está tratando Portland? –me preguntó con cordialidad mientras revolvía la cabeza de mi hermano menor, que seguía agarrado de mi mano.

–Muy bien, estoy estudiando mucho en este momento. –le comenté con tranquilidad.

–En la preparatoria Westview, ¿verdad? –corroboró él, y luego de observarme asentir con la cabeza, habló–. Mi sobrino asiste a Westview, tiene tu edad así que puede que lo conozcas.

–¿Cómo es su nombre? –me interesé.

–Jackson Penn.

Al escuchar aquel nombre, no pude evitar levantar las cejas con asombro. Nunca hubiera pensado que aquel idiota fuese pariente del sacerdote de mi iglesia.

Si Carlos escuchara que su sobrino me había drogado, creo que lo mataría de un infarto al pobre, así que decidí actuar como si nada.

–Si, creo que lo conozco. –comenté, no podía creer que le estuviera mintiendo a un sacerdote.

Al observar como la concentración de Carlos se desviaba a mis hermanos, relajé mi rostro, que se había contraído para aparentar tranquilidad.

–¿Y ustedes pequeños? ¿Cómo los trata preescolar? –les preguntó con un tono alegre.

–Bien. –se limitó a contestar Cody, ahora escondido detrás mío.

–Bien. –repitió Tyler con tranquilidad, parecía ya querer irse a jugar videojuegos o algo.

–Nos vemos el próximo domingo Carlos. –finalmente se despidió mi padre.

Mientras caminábamos nuevamente hacia el auto, caí en la cuenta que el próximo domingo me encontraría en Nueva York junto con Devon, y recordé que mi madre me había pedido que le avisara cuando me iría, así que me apresuré por alcanzarla y caminar a su lado.

El heredero de fuego [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora