Capítulo 37: Evitando hablar a toda costa

4.8K 364 171
                                    


DEVON

Entré en la clase luego de que la campana sonara, aquel día simplemente no me importó llegar tarde a ciencias, me encontraba cansado y con poca energía por culpa de los acontecimientos de la noche anterior.

Saludé a la profesora con un gesto y me dirigí hacia mi lugar, la rubia se encontraba apoyada sobre su mano y parecía estar luchando por mantener los ojos abiertos.

–¿Qué ha sucedido con tus padres? –le pregunté por lo bajo mientras me sentaba.

La señorita Collins estaba dando una lección.

–Estoy castigada. –me informó ella con una sonrisa costosa.

–¿Y Nueva York? –volví a preguntar.

No estaba seguro de poder sobrevivir al casamiento de Christopher por mi solo, si Amber no me acompañaba, yo tampoco iría.

–No hemos hablado al respecto, pero ya tengo el pasaje, y supuestamente estoy yendo a ver a mis viejas amigas, así que puede que incluso me incentiven a ir. –me explicó ella.

No entendía bien a lo que se refería, pero decidí no preguntar.

–Bien. –me limité a contestar.

–Devon..., tenemos que hablar sobre lo que ha sucedido anoche. –la escuché sacar el tema a la rubia.

Sabía que eventualmente sucedería, pero pensar en lo que había sucedido era lo último que quería hacer. En ese momento, necesitaba sacarlo de mi cabeza y pretender como si nada hubiera sucedido.

–No, déjalo. –ordené.

–Pero- –la escuché protestar por lo bajo.

La miré a los ojos por unos segundos antes de volver a dirigir mi vista al frente, donde la clase todavía seguía en curso.

–Amber, déjalo. –insistí.

Llegué a casa a eso de las 4:30 p.m, estaba agotado y lo único que quería era lanzarme en mi cama a dormir, pero el timbre sonó cuando estaba a punto de acostarme.

Baje las escaleras con esfuerzo y me dirigí hacia la puerta. Al abrirla, me encontré con una sorpresa.

Cassandra estaba de pie con, una bolsa de comida en una mano, el casco de su motocicleta en la otra, y una enorme sonrisa.

–¡Hola! –me saludó con ganas.

El volumen era demasiado alto para mis oídos cansados.

–¿Cass? ¿Qué haces aquí? –le pregunté confundido.

Tuve suerte de que mi madre no se encontraba en casa hoy.

–Algo me dijo que necesitabas mi ayuda. –me comentó con tranquilidad.

–¿Como?

Ella ahora me miraba con cara de pocos amigos.

–Deja de hacer tantas preguntas y déjame entrar –se quejó ella aparatándome de la puerta e invitándose a pasar–, ¡traigo comida! –festejó mientras se dirigía hacia la cocina.

Cassandra nunca había entrado a mi casa, y me sorprendía lo poco educada que era aquella mujer, parecía no saber que existía algo llamado modales.

–¿Por qué piensas que te necesito? –volví a preguntarle de repente.

–Diablillo, sé que crees serlo, pero no eres un misterio. –me regañó ella.

Pero eso no contestaba a mi pregunta.

–No, pero tú sí –contraataqué–. Vamos, habla.

Me senté en la mesa mientras la veía abrir las repisas en busca de un plato.

El heredero de fuego [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora