Capítulo 35: El Experimento

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DEVON

–¿Qué haces aquí? Te he dicho ayer que me dejaras solo.

Le hablé al teléfono mientras observaba por la ventana como el Audi blanco de Amber se estacionaba en la entrada de mi casa.

Corté la llamada mientras salía de mi habitación y bajé las escaleras para abrir la puerta de entrada.

–No puedes estar aquí. –afirmé con decisión.

Era la 1:00 a.m. y Amber claramente se había escapado de su casa.

–Devon, la otra noche logré despertarte, y puedo volver a hacerlo hoy, no quiero que sufras más de lo necesario. –habló sin saber.

Con o sin ella, de todas formas pasaría por aquello.

–Vete a casa. –le ordené tomando de su muñeca y llevándola nuevamente a su vehículo.

–¡No! –protestó ella, soltando mi agarre.

La rubia estaba comenzando a fastidiarme.

–Amber, he vivido esta mierda por 18 años, que estés ahí viendo como sufro no cambiará los hechos. –le expliqué por lo alto en medio de la acera.

Hacía frío y me encontraba en camiseta.

La observé mirarme como si se le hubiera ocurrido la idea más brillante del mundo antes de hablar.

–¿Y si no duermes? –me preguntó ella con seguridad.

–¿Que?

Aquella propuesta me había tomado por sorpresa.

–¿Que si nunca te duermes y esperas a ver que sucede? –se aclaró ella–. Quizá esa es la solución, quizá puedes escapar del sueño si no le das la posibilidad de apropiarse de tu mente mientras duermes.

No era la primera vez que pensaba en eso, pero mis pensamientos nunca habían llegado lo suficientemente lejos para juntar el coraje necesario y hacerlo.

Además, la voz de Casandra advirtiéndome que continúe viviendo mi vida tal y como ya la vivía se apareció en mi cabeza.

–Amber, no creo que sea una buena idea... –comenté por lo bajo–. Además, puede que escape de soñar esta noche, pero eso no me dará ninguna respuesta, y no se si estoy dispuesto a arriesgarme.

–¿Arriesgarte a que? No tienes nada que perder. –insistió ella.

Amber tenía un poder increíble para no rendirse hasta obtener lo que quería, típico de tía rica y malcriada.

Resoplé ante su actitud y mi cuerpo sufrió un pequeño escalofrío cuando una fuerte brisa nos alcanzó.

–Joder Amber... ¿Podemos entrar? –le pregunté rendido, y observé como una sonrisa se le esparcía por la boca, así que le aclaré–. No estoy aceptando, solo que me estoy congelando aquí fuera.

Una vez dentro, cerré la puerta de entrada con llave y comencé a dirigirme escaleras arriba, hacia mi habitación, mientras sentía como la rubia me pisaba los talones.

–No pienses que porque te he dejado entrar has ganado. –le advertí con firmeza.

–Si, claro... –comentó divertida ella.

Me senté en la silla de mi escritorio y prendí la pequeña luz de lectura para observar cómo Amber se acomodaba en la cama con confianza.

–Mira... Te diré como lo veo yo –comenzó a hablar la rubia–, estás cagado porque se te ha metido la idea en la cabeza de que todo esto tiene alguna relación con el diablo, algo que es imposible. –me intentó juzgar ella.

El heredero de fuego [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora