El heredero de fuego [Terminada]

Capítulo 15: Cassandra

⚠️ADVERTENCIA: este capítulo contiene contenido adulto (+18)
DEVON

Decidí faltar a clase luego de lo que sucedió con Amber, necesitaba despejar mi cabeza, y no sabía si podía aguantar sentarme al lado de la rubia tanto tiempo.

Me encontraba conduciendo a toda prisa cuando mi móvil me avisó que tenía un mensaje nuevo. Desvié mi mirada del camino y me estiré para alcanzar el aparato.

La pantalla se encendió con el movimiento, y el mensaje de Cassandra apareció.

"Hola diablillo, te extraño. ¿Cuándo vienes a visitarme?"

La compañía de ella era justo lo que necesitaba en aquel momento así que, sin pensarlo dos veces, desbloqueé mi celular y la llamé.

Escuché su voz luego del tercer tono.

–¡Hola! –saludó Cassandra a través del aparato.

–¿Estás en tu casa? –pregunté sin darle vueltas al asunto.

–Si.

Al escuchar su respuesta, miré hacia los costados para asegurarme de no tener ningún vehículo cerca e hice girar mi volante mientras pisaba el freno, haciendo que mi Jeep derrapara para luego introducirme en la vía que conducía hacia el otro lado, rumbo a su departamento.

Escuché como alguien a lo lejos tocaba la bocina ante mi irracional manejo, pero no le di importancia.

–Estoy yendo, llego en 10 minutos. –le informé con firmeza.

Cassandra era la persona indicada para este tipo de situaciones, ella no era como el resto.
Al igual que yo, ella no buscaba ningún tipo de relación conmigo.

–¡Genial! Te espero. –aceptó ella.

Al escuchar su respuesta, corté la llamada y lancé el celular al asiento del copiloto para luego pisar el acelerador.

Me encontraba a una media hora de su casa a velocidad permitida, pero me rehusaba a estar 30 minutos solo con mis pensamientos, y aumenté el volumen de la radio para callar las voces dentro de mi cabeza que me decían que esto no era lo que necesitaba.

La relación que tenía con Cassandra era estrictamente libre, ambos nos usábamos para tener sexo ocasional y disfrutar de lo que el otro podía ofrecer sin ninguna atadura.

Ella tenía 19 cuando la conocí en un bar hace dos años, y fue con la que he aprendido todo lo que sé sobre sexo.

También era la única con la que me había acostado más de una vez, y estaba seguro de que era por su personalidad y la madurez entre ella y las tías de 18 lo que me hacía poder repetirlo.

Luego de unos minutos, aparqué en frente al edificio de Cass y salté fuera del vehículo.

Mientras caminaba, le escribí un mensaje diciendo que había llegado para que abriera la puerta de entrada desde arriba.

Guardé el aparato dentro del bolsillo trasero de mis pantalones, y luego de escuchar la puerta vibrar, entré.

Aquel procedimiento ya era costumbre, ella vivía allí desde que la conocí.

Aquella noche hace dos años, ella me había explicado que sus padres vivían en Rusia, y que se había mudado a Portland por estudios, algo que explicaba su acento extranjero.

Luego de viajar hacia el último piso en el ascensor, toqué la puerta de su departamento para escuchar cómo alguien se acercaba hacia ella.

La puerta se abrió, dejando en su lugar a una Cass con el pelo negro recogido en un moño revuelto y unos anteojos de leer que ocultaban sus ojos negros como la noche.