Capítulo 9: Un rock lento

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AMBER

Me observé al espejo mientras apreciaba mi nuevo vestido colocado sobre mi cuerpo por encima de mi pijama.

La tela dorada brillaba a la luz de las pequeñas luces que se encontraban colgadas en forma de tiras en mi pared.

Mi móvil sonó para avisarme que alguien me llamaba, y al cogerlo me encontré con Tania del otro lado de la línea.

–Estoy en el portón, he dejado mi auto a dos cuadras, listo para la misión. –me explicó mientras susurraba por lo bajo.

–¿Porque susurras? –le pregunté entre risas.

Tania se encontraba en la entrada de mi casa, a unos diez metros de distancia de la construcción.

–Hay cámaras por todas partes, me siento observada.

–No tienen sonido –la tranquilicé–. Espera que bajo a abrir el portón.

Luego de cortar la llamada, me dirigí por las escaleras traseras hasta la cocina y apreté el botón que abría las puertas, para luego asomarme y observar cómo Tania caminaba a paso rápido con el gran bolso de ropa colgando de su hombro hasta llegar a la entrada.

Era la primera vez que venía a mi casa, y parecía abrumada por encontrarse aquí.

Al abrir la puerta, me encontré con la morocha jadeando por la falta de aire, producto del esfuerzo por apresurarse a llegar.

–Tía, ¡dentro de tu casa entran como cuatro de la mía! –exclamó eufórica entre alientos.

Yo reí para luego escuchar como alguien se dirigía escaleras abajo detrás mío.

–Tu debes ser Tania, ¿verdad? ¡Un placer conocerte! –saludó mi madre mientras cubría su pijama de seda con los costados de su bata.

–Buenas noches señora Nichols, ¡lo mismo digo! –Habló Tania con un tono amigable–. Tiene un hermoso hogar. –comentó mientras miraba a sus alrededores.

–¡Muchas gracias! –agradeció mi madre para luego enfocar su vista hacia mi– Lorelai ha preparado la cama de Tania en tu habitación.

Concluyó su actuación de madre perfecta para luego dirigirse hacia la cocina.

Junto con Tania comenzamos nuestro camino hasta mi habitación y una vez dentro, la morocha comenzó a tomar prendas de adentro su bolsa de ropa.

–No se que ponerme, así que he traído todo lo que tengo –me explicó mientras dirigía su mirada hacia mi por un segundo–. Necesito ayuda.

–Pues yo también. –comenté y observé como Tania paraba su accionar para prestarme atención.

–No, tu no necesitas ayuda, ya sabemos lo que te pondrás. –me explicó con seguridad.

–No usaré el vestido. –contesté cortante.

No podía ponérmelo, era demasiado revelador para mi.

–Eh... Sí que lo usarás. –insistió ella.

–¡No! –exclamé–. Sin ofender a la vocación, pero parezco una prostituta.

La escuché reír mientras negaba con la cabeza como si mi comentario fuera una exageración.

–No es una discusión, irás a la fiesta con el vestido.

Resoplé molesta para dirigirme al baño, esa morocha era difícil de romper.

Dejé la puerta abierta para poder seguir en contacto con Tania mientras me maquillaba.

El heredero de fuego [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora