AMBER
Luego de despedirnos del padre de Devon y su ahora esposa, tomamos nuestros abrigos y nos retiramos del lugar.
Cuando llegamos al vehículo, me concentré en calentar mis manos dentro de mis bolsillos y asegurarme de que la calefacción estuviera encendida, mientras el morocho ponía en marcha el motor y nos llevaba hacia la calle.
Después de unos minutos andando, escuché como el celular del morocho sonaba dentro de su saco, y cuando frenamos en un semáforo, Devon lo sacó del bolsillo para chequearlo.
No tenía idea de quién se podría tratar, y me encontraba un tanto paranoica luego del mensaje de aquella mañana.
Él me había dicho que solo eran amigos pero, ¿como se puede ser solo amiga de alguien con la que follas? Me parecía retorcido y desalmado.
Cuando el semáforo se puso en verde, Devon dejó el celular entre sus piernas y se concentró por manejar. No pasé de largo la forma tan tranquila y segura que tenía de usar el volante, una de sus manos tomaba de este y la otra jugaba a girar sus anillos con el pulgar.
–¿Has hablado con Sarah? –me preguntó él mientras me miraba por unos instantes.
–Si, iremos a un bar. –le comenté.
Mi amiga había comenzado a concurrir a un bar cerca de la zona por la que ella vivía, y se moría por enseñármelo.
–¿Un bar? ¿Y cómo planeas pasar? Todavía tienes 17. –me intentó picar.
En Nueva York, habían algunos bares en los cuales podías entrar con 18, pero no te vendían alcohol hasta los 21, a menos que tengas contactos, como mi amiga.
–Sarah conoce al dueño, me dejará pasar.
Le expliqué con orgullo para luego ver como él asentía lentamente, con la mirada todavía en el camino.
–Bueno, si te sucede algo me avisas y te busco. –me ofreció el morocho mientras doblaba en la calle donde el hotel estaba ubicado.
–¿De qué hablas? Tú vendrás conmigo. –le informé con seguridad.
–Rubia –comenzó él–... lo siento, pero no me divierte ir a un bar con tus amigas. –me reprochó con sutileza en la voz.
Pero no permitiría que se salvara de esta.
–Devon, te he acompañado al casamiento de tu padre, ahora tú me acompañaras al bar... Creo que me lo debes –impuse–. Además, no serás el único tío ahí, también irán unos amigos de la clase.
Mientras él aparcaba delante de la puerta, lo escuché suspirar antes de abrir la puerta del vehículo y retirarse. Repetí su accionar para luego seguirlo hasta la entrada del gran edificio, mientras los empleados se llevaban el auto.
–De acuerdo, pero prométeme que me crees cuando te digo que Cassandra es cosa del pasado. –me reclamó mientras esperábamos el elevador.
Aquel nombre había salido con increíble comodidad de la boca del morocho, como si lo hubiera dicho un millón de veces...
Pero decidí ignorar mi mente traicionera para darle un fin a ese tema.
–Lo prometo.
Llegamos a la habitación y Devon volvió a pedirme el abrigo para hacerse cargo de él.
Una vez dentro, dejé mi celular arriba del escritorio y me deshice de mis zapatos de tacón que ya comenzaban a doler.
–¿Quieres ir por comida? He visto que hay un Subway en la esquina. –me ofreció el morocho mientras se sentaba en la cama y se quitaba el saco, para luego desajustarse la corbata.
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El heredero de fuego [Terminada]
Romantizm"El universo ha jugado a invertir los roles, y esa rubia de ojos verdes había sido enviada para enseñarme una lección." Cuando Amber se ve obligada a mudarse a Portland, tiene que despedirse de su vida en Nueva York y su escuela de elite para termi...