AMBERPodíamos escuchar el barullo de la gente y la música que sonaba en la casa de Devon al otro lado de la calle desde la habitación de Tania.
Decidí ponerme un vestido de cuero, que me llegaba hasta la mitad de los muslos y moldeaba mi figura por los costados, junto con unas botas cortas color marrón oscuro.
Luego de terminar de arreglarnos, con Tania cruzamos la calle hacia la casa del morocho.
Me encontraba nerviosa porque era mi primera fiesta del curso, y realmente no sabía con lo que me encontraría.
Las fiestas de cumpleaños a las que había asistido habían sido de compañeros de mi instituto en Nueva York, y se trataban de formales cócteles con vestidos elegantes que valían fortunas, diamantes en el cuello y peinados elaborados.
Sin pensarlo dos veces, me arregle el vestido para luego cruzar por la puerta junto con Tania, quien parecía estar entrando en su propia casa.
Los mellizos habían vivido en frente de Devon toda su vida, y aquella casa prácticamente una extensión de la suya.
Era grande y contaba con dos habitaciones hacia los costados que se encontraban repletos de gente.
Reconocí unas pocas caras de personas con los que asistía a clases, pero la mayoría eran completos extraños para mi.
Al empezar a hacernos paso por entre los jóvenes bailando en lo que parecía ser originalmente el comedor, en dirección hacia la cocina.
Al llegar a nuestro destino, mi amiga tomó dos vasos rojos de la mesada de mármol y sirvió cerveza en ambos.
–Aquí tienes. –me ofreció Tania con confianza.
Le agradecí para luego tomar un largo sorbo.
Ella pareció percatarse de mi necesidad por comenzar a introducir alcohol en mis venas, porque me miró con sorpresa, para luego reír.
–No me gusta asistir a fiestas en donde no conozco a nadie. –le expliqué para luego terminar con mi bebida dando otro largo sorbo.
–¡Pero me conoces a mi! Y conoces al idiota de mi hermano, y Devon. –me intentó tranquilizar la morocha.
Cuando vivía en Nueva York, siempre había asistido a la misma escuela y había socializado toda mi vida con el mismo grupo de jóvenes.
La mayoría de ellos venían de familias ricas y tenían un ego más grande que esta casa, pero habían unos pocos de ellos que no estaban del todo mal, como mis amigos, que se atrevían a robar una botella de alcohol de la barra para esconderla debajo de nuestra mesa y echarle a nuestros mocktails*.
Le entregué el vaso vacío a la morocha para que me lo rellenara, pero justo antes de que ella lo aceptara su hermano se pareció por la puerta junto con sus amigos y el dueño de la casa, que ahora me miraba concentrado.
–Tania, tranquila con el alcohol, que esta vez no te arrastraré hasta casa. –bufó su hermano.
–Thomas, me puedo cuidar sola –se defendió Tania mientras aceptaba mi vaso y comenzaba a rellenarlo–. Además, no es para mí, es para Amber.
Thomas levantó los brazos en señal de derrota, señalando que ya no se entremetería en sus decisiones.
Pero su pequeña pelea de hermanos ahora había quedado de fondo, mi concentración se desvió a aquellos ojos azules que parecían no querer perderme.
Sentí como el brazo de mi amiga se acercaba hacia mi cuerpo para entregar de vuelta mi bebida. Tomé de ella y me moví en el lugar, intimidada por aquellos ojos que todavía me miraban.
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El heredero de fuego [Terminada]
Romance"El universo ha jugado a invertir los roles, y esa rubia de ojos verdes había sido enviada para enseñarme una lección." Cuando Amber se ve obligada a mudarse a Portland, tiene que despedirse de su vida en Nueva York y su escuela de elite para termi...