Capítulo 53: Confesiones

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DEVON

Era lunes por la tarde cuando me di cuenta que ya estaba anocheciendo. Me encontraba junto con Thomas jugando a la Play en la sala de mi casa, y mi madre todavía no había llegado, así que estábamos solos.

Escuché la puerta abrirse a lo lejos y luego de unos segundos, Tania entró por la puerta de la habitación para reunirse con nosotros en el sillón.

–Me he ido por dos horas, no puede ser que aún sigan jugando. –protestó ella mientras nos alcanzaba dos trozos de pizza.

La morocha había salido con un tío, y Thomas la había llamado para que nos trajera unas pizzas del lugar donde acostumbrabamos a pedir.

–¿Cómo estuvo? –le pregunté antes de darle un bocado a mi porción.

–Bien, ahora que he descubierto a los universitarios, no volveré nunca más a los tíos de mi edad. –confesó ella con orgullo.

–Eso es porque te gustan los idiotas como Matthew. –le contestó el hermano con la boca llena de comida.

–Cierra la boca, que puto asco. –lo insultó ella.

Sonreí mientras mataba a los zombies de la pantalla y me desentendía de la conversación de hermanos.

Pero al escuchar el timbre sonar, Thomas y Tania callaron para mirarme.

–¿Esperas a alguien? –me preguntó ella confundida.

–No –contesté mientras me levantaba–. Toma, juega por mí. 

Le lancé el control a la morocha antes de dirigirme hacia la entrada, y cuando abrí la puerta, me llevé una sorpresa.

Cassandra se encontraba de pie del otro lado, con una sonrisa en el rostro.

–¿Qué haces aquí? –le pregunté antes de corroborar si los mellizos se encontraban observando.

–Tenemos que hablar. –comentó sin más.

Rápidamente, salí de mi casa y cerré la puerta detrás mío, no la podía dejarla pasar sin que los mellizos la vean.

El único que sabía de la existencia de Cassandra era Thomas, pero nunca le había comentado su nombre, y tampoco la había visto en persona.

–De acuerdo. –acepté, dispuesto a terminar aquella conversación y deshacerme de ella lo antes posible.

–Tenemos que irnos de Portland por un tiempo, no es seguro aquí. –soltó ella de repente.

Me la quedé mirando por unos segundos en busca de una sonrisa que delatara su broma, pero esta nunca llegó.

–Sé lo que estás haciendo, y no me iré a ningún lado contigo. –afirmé.

–No estoy intentando nada, estoy hablando enserio. –me contradijo ella.

–¿Acaso es otra de tus absurdas predicciones? Porque la última vez que creíste tener una, has dicho que los Ducks ganarían el torneo, y los eliminaron en la primera ronda. –me quejé con un poco de humor.

–Esto no es una predicción, lo sé. –contestó ella.

–¿Y cómo lo sabes? –pregunté mientras metía mis manos en los bolsillos.

El viento estaba haciendo que mis dedos se congelaran.

–Porque sí. –se limitó a decir.

Estaba cansado de que Cassandra me revelara la mitad de las cosas cuando hablaba.

El heredero de fuego [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora