— Sigo sin entender esto — dijo Samantha frustrada.
Llevaban casi una hora con la misma parte de gramática y aún no habían conseguido avanzar. Samantha intentaba por todos sus medios no parecer tonta delante del chico, pero no lo estaba consiguiendo. Él estaba siendo muy paciente, lo que extrañamente la ponía de los nervios porque se odiaban mutuamente y tendría que estar siendo más borde con ella.
— No pasa nada, ya te dije que lo podía repetir todas las veces que lo necesitases.
— Pues no, no me lo tienes que repetir tanto.
— Para eso estoy — dijo el chico entregándole nuevas frases para hacer — ¿Quieres beber algo?
— ¿Qué? — preguntó extrañada.
— Que si quieres algo de beber.
— Pero si aquí no tienes nada — dijo echando un vistazo a la habitación.
— Tengo agua pero puedo bajar a la máquina de abajo si quieres otra cosa.
— Esto no es una reunión de amigos.
— Solo intento ser educado.
— Baja a por un café descafeinado y así hago los ejercicios sin sentirme observada.
— ¿Con azúcar?
— No.
— Vale, subo enseguida.
Sin dirigirle la mirada siguió haciendo los ejercicios hasta que oyó cómo se cerraba la puerta de la habitación. Esperó un par de minutos y se levantó de la silla para estirar la espalda. Aún seguía sorprendida con lo ordenada y limpia que estaba la habitación, y no pudo evitar preguntarse si siempre estaría así o si solo lo había hecho para no quedar mal. Supuso que lo descubriría con el paso de las clases. En las estanterías no tenía muchas cosas, casi todo eran libros y algunas fotos, las cuales decidió cotillear. Dedujo que serían familiares y podía reconocer alguna de las caras de las fotos de haberles visto con el muchacho por la facultad. Sobre todo pudo reconocer a Anajú en varias de ellas. En algunas fotografías salía él tocando el piano, parecía más pequeño pero tenía el mismo gesto serio que le veía a diario. Sabía que estaba mal cotillearle la habitación, pero estaba bastante aburrida y no quería quedarse en la silla mirando al infinito. Se dio cuenta de que en una esquina de la habitación había una funda de guitarra apoyada en la pared. Se acercó y la tocó con la finalidad de ver si había una guitarra dentro o no, al ver que sí y movida por la curiosidad, decidió abrirla para ver si el chico tenía una guitarra bonita o una barata de principiante. Sin llegar a sacarla, vio que parecía una guitarra profesional y se sorprendió al ver que parecía de calidad. ¿Cuántos instrumentos tocaría este chico? Sacó el móvil para mirar la hora y vio que el chico llevaba ya un rato fuera de la habitación, por lo que lo mejor era dejar todo como estaba y volver a sentarse como si nada hubiera pasado. Escasos minutos después, la puerta se volvió a abrir y pudo ver al chico entrar con el café y una pequeña bolsa de galletas.
— Perdona, es que estaban reponiendo la máquina.
— No hacía falta que trajeras nada, el café era suficiente.
— Era por si querías merendar, así descansas un poco del estudio.
— No estoy como para perder tiempo merendando.
— Solo estás algo bloqueada — dijo mirando los ejercicios de la chica — Están casi perfectos, un par más de frases y ya lo tendrás dominado.
— Lo dudo...
— Que sí — dijo volviendo a coger la hoja para escribir más frases — Ya lo verás.
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Que tengas suerte • Flamantha •
FanfictionFlavio nunca ha sido un gran fan de las matemáticas, aunque tampoco le gusta mucho pedir ayuda. Siempre ha sido un chico bastante reservado que ha preferido no molestar a los demás. En cambio, Samantha es una chica que arrasa por donde va, pero clar...