CAPÍTULO 15

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Está sonando el viento en la calle tan fuerte que la resi va a salir volando...

Uf! Nosotros para venir a la discoteca nos hemos helado.

Ñam, helado de "Flesa"

Que ingeniosa estás últimamente con esto de los apodos, no?

"¿En serio, Samantha?" se riñó mentalmente, debió haberle salido un cambio de tema más natural y menos directo. Probablemente el chico se habría dado cuenta, no era tonto y ella lo sabía perfectamente. Cuando en su contacto de Whatsapp apareció el "escribiendo..." cerró los ojos y empezó a murmurar algo en voz baja. Por favor, que Flavio no volviese a preguntarle lo anterior.

Por cierto, deja de evadir mi pregunta. Quieres que vaya a verte?

No, tranquilo. Disfruta de la fiesta, ya nos veremos mañana

Flavio bloqueó su teléfono, se lo metió en el bolsillo y volvió con el grupo. Su intención era hacer caso a las palabras de Samantha y dejarla descansar hasta el día siguiente, pero el exceso de parejas en el grupo le echó para atrás y antes de darse cuenta ya le había dicho a Gèrard que ya le contaría mañana el motivo de su marcha y estaba saliendo por la puerta de la discoteca. Sabía el camino hasta la residencia por la última vez que salieron y él tuvo que acompañar a Eva y a Samantha, o sea, que la rubia tal vez se llevaba una sorpresa de verle. Si Samantha le reprochaba el haber ido, él tenía una muy buena razón y estaba seguro de que ella lo entendería así que no se preocupó demasiado. Estaba llegando ya, justo a tiempo para no congelarse, porque con el frío que hacía en la calle no sería extraño que llegase con hipotermia.

— Buenas noches — saludó el moreno al hombre de seguridad que se encontraba en la entrada de la residencia. El más mayor le saludó y le hizo anotarse en una especie de lista en la que él mismo confirmaba que había estado en la residencia y que, más tarde, cuando se marchase podría añadir su hora de salida.

La valenciana, mientras tanto, estaba metida en la cama, envuelta por las sábanas calentitas y con Netflix preparado en el ordenador para verse un capítulo de Dark, porque cuando se está mal no hay nada mejor que pensar en otra cosa que no sea lo que te tiene mal, y con Dark a lo mejor otra cosa no, pero pensar le daba para rato. Llevaría poco más de dos minutos de capítulo cuando a mitad de la intro interrumpieron llamando la puerta. Eva era imposible, porque había revisado su bolso varias veces para cerciorarse de que no le faltaba nada y no creía que se hubiese cansado de la fiesta, no tan pronto. Entonces, una idea loca se cruzó por la cabeza de la rubia, de repente no quería abrir, tenía miedo en su propia habitación. De nuevo los toques en la puerta le hicieron sobresaltarse, y otra vez ese pánico porque fuese Carlos quien llamaba a su puerta la consumió.

— ¿Samantha? — preguntó la voz masculina desde el otro lado. La rubia exhaló hondo, ya podía respirar tranquila, no era Carlos.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó ella de vuelta una vez abrió la puerta.

— Has tardado mucho en abrir, ¿estás bien? — se preocupó.

— Estaba en el baño — mintió — ¿Y tú? Creo recordar que te había dicho que no hacía falta que vinieses.

— No me lo puedes reprochar. Ha sido una situación de riesgo — aseguró, lo que hizo a Samantha alzar las cejas — Sí, sí, no me mires así. ¿O tú habrías aguantado sola toda la noche rodeada de parejitas sin que se despeguen ni un segundo? ¡Yo era la víctima!

— Que dramático — sonrió — Te perdono, porque me has dado una razón de peso.

— ¿Y qué hacías?

Que tengas suerte • Flamantha •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora