CAPÍTULO 16

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Samantha miraba al murciano intentando no reírse. Estaba muy preocupado por el examen de mañana y sentado en el suelo con mil hojas alrededor, las gafas apunto de caérsele del puente de la nariz y el pelo alborotado.

— Flavio, relájate.

— No puedo, estoy fatal.

— ¿Qué te preocupa exactamente?

— Que no me preocupa sería una pregunta más acertada.

— Has estudiado muchísimo, no te digo que vayas a sacar un diez pero apruebas seguro.

— Soy un negado, va a ir fatal.

— Eres el positivismo en persona — dijo la rubia riendo — Lo que debes hacer es creer en ti.

— Es que el último parcial que tuve lo aprobé de milagro...

— Ya, pero en el otro parcial no me tenías a mí como profesora.

— Sigo siendo igual de inútil.

— ¿No confías en mis habilidades o qué? — le preguntó haciéndose la enfadada — Yo confié en ti y fue bien.

— Es que me da vergüenza — admitió.

— ¿El qué? — preguntó confusa — ¿Suspender?

— No, decepcionarte.

Samantha se le quedó mirando con el corazón encogido. ¿Cómo iba a decepcionarla por suspender un tonto examen? Dejando el cuaderno del chico sobre el escritorio, se bajó de la silla para sentarse a su lado en el suelo y cuando estuvieron hombro con hombro, apoyó la cabeza en el chico.

— ¿Te hubieras decepcionado si hubiera suspendido la recuperación?

— No.

— ¿Entonces por qué te preocupa que yo sí me decepcione contigo?

— No lo sé, supongo que las cosas entre nosotros han cambiado.

— Menos mal que lo han hecho — rió la rubia.

— Pues sí — rió por fin el chico — ¿Seguro que no necesitas que hoy estudiemos un poco de inglés?

— Que va, además es domingo.

— ¿Qué pasa porque sea domingo?

— Que hoy no tendríamos clase — dijo levantando la cabeza para mirarle de frente — He venido un domingo solo para estudiar contigo.

— Te tendré que invitar a merendar para darte las gracias — bromeó el chico.

— Siempre me invitas a merendar, imbécil — dijo golpeándole el brazo juguetonamente.

— ¿Entonces te tendré que invitar a otra cosa, no?

Samantha le sonrió y rió ligeramente cuando el chico se sonrojó al darse cuenta del doble sentido de sus palabras. Ninguno dijo nada, simplemente la valenciana le colocó el pelo revuelto y se volvió a colocar en la posición de antes para seguir estudiando con el chico. Como que se llamaba Samantha, mañana Flavio iba a aprobar.

...

Eva estaba siendo arrastrada por todo el campus por su amiga. Acababan de salir de clase y Samantha veía necesario que llegaran a la facultad de educación antes de que Flavio tuviese su examen.

— ¿No le puedes mandar un mensaje? — le dijo la gallega — Si luego le vas a ver en inglés.

— Él vino a mi recuperación para desearme suerte antes del examen, yo tengo que hacer lo mismo — contestó convencida.

Que tengas suerte • Flamantha •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora