CAPÍTULO 26

2.9K 123 8
                                    


Después de dar varios minutos vueltas por su habitación, Flavio dejó de pensar y de darle vueltas a las excusas que le podía poner a sus amigos antes de su escapada con Samantha. ''Estoy enfermo'' y ''Tengo mucho que estudiar, no me molestéis'' eran opciones que tenía ya más que quemadas, sobre todo porque era un poco difícil desaparecer de su habitación un fin de semana entero y que de verdad sus amigos se creyeran que seguía dentro estudiando. Pero se le acababa de ocurrir una que colaría seguro, y para ello necesitaría a su hermana.

— Vamos, cógelo — repetía con el teléfono pegado a la oreja. Si su hermana no le ayudaba a escaparse de esta, no podría nadie.

— ¿Fla? — oyó por fin — Que raro que tú me llames, ¿cómo es que te has acordado de tu pobre hermana mayor?

— Pero si hablamos mucho, no sé de que me hablas.

— Claro que sí — rió su hermana. 

— Necesito que me ayudes.

— ¡Solo favores y más favores! — se quejaba dramáticamente. Flavio sabía que lo hacía de broma, la risilla detrás del altavoz la delataba.

— ¡Anda, déjate de dramas! Necesito que me cubras con mis amigos.

— ¿Qué te cubra con qué?

— Me voy de fin de semana con Samantha — susurró, todo lo contrario a lo que hizo su hermana.

— ¿CON SAMANTHA? ¿ESA SAMANTHA? — chilló. Flavio tuvo que apartarse del aparato, quería conservar sus oídos.

Desde aquella llamada de su hermana pequeña a Samantha, Bea no paraba de preguntar al moreno por ella. El chico no sabía si la obsesión de su hermana mayor por la valenciana era porque los shippeaba (cosa que le había dejado caer varias veces) o porque le gustaba molestarlo. Realmente, él la veía capaz de ambas.

— ¡Lo sabía! Flamantha es real entonces, ¿no?

— No seas pesada y hazme caso — rió Flavio, Bea no le dejaba hablar. 

— No, no — le cortó de nuevo — Primero me cuentas todo.

— En Barbate le canté una canción, nos declaramos, somos novios y ya — resumió. 

— Necesito más datos, no seas soso — se quejó — ¿Qué cantaste?

— La de Pablo Alborán, la de...

— Que cursi, hermano.

— No te puedo contar nada si no me dejas nunca terminar las frases.

— Perdona, cuéntame.

— La de Éxtasis.

— Uy, que sinvergüenza — rió — Como la Lola se enterara de las guarrerías que vas cantando...

— ¡Bea!

— Pero que es broma, relájate. 

— Bueno que necesito tu ayuda porque nuestros amigos no saben nada y queremos irnos el fin de semana por ahí sin levantar sospecha.

— ¿No se lo habéis contado a nadie? — preguntó sorprendida — Que guay, un amor secreto.

— Había pensado que tengamos una historia los dos pensada, por si a alguno de mis amigos les da por preguntarte.

Que tengas suerte • Flamantha •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora