CAPÍTULO 11

1.8K 110 21
                                    

Flavio por fin sentía que se había quitado un peso de encima desde que le había contado todo a la rubia. Estaba seguro que no le iba a decir nada a Carlos, y no le preocupaba el hecho de que le pudiera echar de la residencia, sino que le hiciera daño a Samantha. Aunque ella le había asegurado que no sería así en absoluto, seguía preocupado y estaba decidido a hablar con ella la próxima vez que se vieran. Acababa de salir del conservatorio y Mai le había propuesto ir a tomar algo cuando salieran de las clases. Al moreno no le apetecía en exceso pero se había prometido a sí mismo que iba a empezar a aprovechar sus años universitarios y no pasar tanto tiempo encerrado ensayando o estudiando. La del flequillo le había animado a que invitara a Anajú para que se uniera a ellos, ya que a Anne la conocían de sobra y habían salido con ella más de una vez. Flavio estaba muy contento porque Mai y Bruno eran personas muy importantes en su vida y le ponía el corazón blandito que se llevaran tan bien con sus amigos de la universidad que también eran muy importantes para él. Mientras esperaba a que los demás saliesen, decidió mandar un mensaje rápido a Samantha para asegurarse de que todo estaba bien. La respuesta fue rápida y afirmativa por parte de la valenciana, y seguida de un mensaje para ver si quedaban mañana a la misma hora que solían quedar normalmente. El moreno le dijo que sí y que tendría las galletas de la máquina listas para cuando subiera.

— ¿Con quién hablas qué sonríes tanto, pillín? — le dijo Bruno sobresaltándole.

— Con Samantha, estamos viendo a qué hora quedamos mañana para las clases.

— ¿No la teniáis hoy? — preguntó Maialen curiosa.

— Es que no me encontraba muy bien y le he cancelado la clase — contestó Flavio sin querer entrar en detalles — Así que la daremos mañana.

— ¿El que pasa mañana? — preguntó Gérard apareciendo de repente.

— Que Flavio va a dar una clase a Samantha porque hoy se la ha cancelado.

— ¿Ella la ha cancelado? — preguntó el rubio extrañado.

— No, yo — aclaró de nuevo el murciano — Es que me encontraba indispuesto.

— Que fino — se mofó Bruno de su uso de palabras.

— ¡No te rías del grillito! — le regañó Maialen — Está genial usar palabras especiales, no dejes de hacerlo.

— Gracias, Mai — rió el chico — ¿Nos vamos?

— Sí, Anne y Anajú nos esperan en el bar — informó Gérard a sus amigos.

Mai se había traído el coche para que no tuvieran que cargar con las guitarras después del conservatorio y les estorbaran en el bar. Gracias a ello, llegaron al punto de quedada en muy poco tiempo para reunirse con sus amigas que ya les estaban esperando allí charlando animadamente. Se saludaron rápidamente y entraron a coger el sitio que tanto les gustaba cerca de la ventana donde había menos gente. Flavio sonrió cuando se acordó de que a Samantha y a él también les gustaba sentarse en la ventana de la cafetería para que no les molestasen.

— ¿Qué tal el conservatorio? — preguntó Anne a sus amigos.

— Genial — respondió Bruno — Hoy ha sido una clase tranquilita.

— Sobre todo porque Maialen le ha enseñado una canción a la profesora y ha pasado de los demás — respondió el rubio riendo.

— No es mi culpa que Valen me ame — respondió la nombrada con una sonrisa.

— Nos la tienes que enseñar, Mai — le dijo Anajú con una sonrisa.

— Claro que sí, Juji — le respondió contenta — ¿Y tú qué tal, grillito?

Que tengas suerte • Flamantha •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora