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La mañana llego nuevamente y como todos los días, los pájaros iluminaban las ventanas de su habitación y su canto era suficiente para afirmar que sería un buen día.
Lisa se encontraba frente a un espejo, colocando un poco de esencia en su cuello y mejillas; sin embargo, su confusión seguía presente por el hecho tan extraño que le había sucedido anoche con Jungkook.
Aunque prefirió no especular nada al respecto, él era raro después de todo.
Una vez que terminó de arreglarse, salió directo para buscar a Jungkook, ellos se habían estado yendo en la bicicleta de Lisa a su establecimiento en los últimos días, pero luego de buscar un derivado tiempo por los pasillos, no lo encontró.
----Tal vez ya arreglaron su carro..--- suspiró algo apenada encongiéndose de hombros, e inmediatamente bajo hacia el comedor. Le quedaban unos minutos para desayunar, cepillar sus dientes y pedalear hasta el colegio.
Pero cuando finalmente estuvo a mitad de las escaleras, su rostro se iluminó al visualizar un llamativo objeto que se encontraba que se encontraba sobre la mesa.----No puede ser..---
Una gran sonrisa se esbozó en sus esponjosos labios mientras salía disparatada hacia allí, y antes de tomar el objeto encontró una nota que se encontraba junto a este.
"He terminado el dichoso castillo de cerámica, rostro de galleta danesa. Lo sé, no me lo agradezcas, se qué soy realmente genial."
Lisa rió encariñada a la vez que un leve color carmesí se posicionó en sus mejillas, picoteó sus labios para depositar un pequeño beso con sabor a fresa en la nota y luego cayó al suelo con sus manos cubriendo su rostro, avergonzada de lo que había hecho.
Guardó la nota en su bolsillo y no tardo en correr hacia el mediano castillo de cerámica que brillaba por su belleza...era blanco, blanco perlado como el caparazón de una concha de mar, sus características estaban perfectamente detalladas como en las de un castillo verdadero...con sus mini ventanas, y su pequeña puerta de ingreso.