Capítulo 19.

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La abracé más fuerte y ella pasó sus manos por mi torso. Respondió a mi abrazo, y no me importó que todas sus lágrimas se quedaran en mi camiseta ni que sus moquillos también. 
Le acaricié el cabello por unos minutos, luego de haberme cansado de estar de pie, pensé en que también ella estuviese cansada. Quité delicadamente sus brazos y cerré la puerta. Luego vi como recuperaba la compostura, mientras se sonaba la nariz. La tomé de las mejillas y la miré. 

«¡Dios mío! ¿Qué te ha hecho este chico?» -Pensé. 

Limpié con mis pulgares sus lágrimas, mientras esperaba a que tomara aire normalmente. 

-¿Estás sola? –Le pregunté mientras miraba alrededor.

Ella asintió, y me enseñó una nota de su compañera de habitación. Al parecer estaría fuera esta noche ya que saldría con su actual novio. Dejé la nota en la mesa que se encontraba a un lado de la puerta, junto a unas llaves que también estaban y un cenicero. 

-¿Qué ha pasado? –Me animé a preguntar- No, no, no… -Dije al instante de verla volver a llorar- tranquila, todo está bien. –Le hablé suave.

Me estaba partiendo el alma verla llorar. Quería saber qué le hizo ese chico, pero no quería hacerla recordar, pero necesitaba saberlo, pero… no quería verla llorar más.
Solté su rostro y me dirigí a la cocina. Tomé algunos trozos de papel higiénico y se los llevé. Ella seguía inmóvil cerca de la puerta. Quería que se sentara y se relajara, y si eso implicaba ser como su padre un día, tendría que hacerlo. 
La tomé de los hombros y suavemente la guie al sofá. Le acomodé la manta y me senté a su lado. Volví a limpiarle las lágrimas y noté que su maquillaje estaba en mis pulgares. Su rímel estaba comenzando a ceder al agua de sus lágrimas.

-Tranquila. –Levanté las comisuras de mis labios, esbozándole una sonrisa. Quería tranquilizarla un poco, si no lloraría al par de ella.
-Gracias… por todo. –Apenas escuché su voz.
-Está bien, -Acaricié su rodilla. Su piel fue suave mientras la acaricié. Retiré la mano, ya que creí que la incomodaría- ¿Quieres que te prepare un té o algo? –Le pregunté para suavizar el ambiente. Pero ella negó con la cabeza- ¿Quieres hablar de esto? –Me miró a los ojos y eso me pareció un sí- ¿Fue Leonel? –Asintió-
-Lo vi hoy. –Me dijo antes de que siguiera preguntando- todo estaba bien, eso creía yo. –Su voz era tan grave que sabía que le dolía hablar de esto- estábamos viendo películas en el sofá, y recibió una llamada. –Tomó aire- yo no suelo ponerme celosa de las chicas que lo ven, porque yo tengo la idea de que está conmigo por algo, ¿No? –Sollozó- cuando contestó la llamada se alejó de mí, y no me molestó. Lo juro…
-Te creo… -Le respondí.
-Él cree que sí.
-En este momento no me interesa lo que piense él. –Respondí con amargura- pero sígueme contando.
-Él regresó, y se sentó a mi lado. Minutos tarde tuvo necesidad de ir al baño, y se quedó su teléfono ahí. Comenzaron a marcarle al teléfono, y me di cuenta de que tal vez podía ser algo importante por la constancia de ella. –Inhaló y exhaló- contesté, y era una chica. –evitaba volver a llorar- y… -dijo ahogadamente.
-Tranquila. –reiteré. 
-Buscaba a Leonel. Y bueno, le indiqué que estaba en el baño, y me preguntó qué sin quién era yo. Y… -Suspiró- le dije que su novia, y luego colgó. No comprendía así que no quise meterme más. Hasta que volvió a llamar, y contesté de nuevo y era de nuevo ella. Creyó que se había equivocado de número…

No sabía si enfocarme en matarlo mentalmente o escucharla y matarlo verbalmente. 

… No le hice caso, esta vez yo le colgué –Prosiguió- no sé cómo Leonel se tardó tanto en el baño, pero hasta le llegaron mensajes que por estúpida leí… -Limpió sus lágrimas con el dorso de su mano- él no sólo tiene otra más que yo, si no son más de dos. Y yo… y yo… -No terminó la frase, volvió a llorar.

Estoy pensando en cómo puedo matarlo sin que nadie se entere, estoy pensando en cómo pasó todo eso, cómo ella le dio algo tan valioso a un estúpido como él, ¿Cómo ella tan linda y de buen corazón merecía sufrir así? ¡Nadie lo merecía! A excepción de Leonel, él merece que ardillas se lo coman. La miré llorar, me quedé sin habla. No sabía que decirle sin denigrar a su novio.

-Yo lo único que hice fue contestarle una llamada… -se lamentó- y de todo eso me enteré.
-¿Estás segura de qué eran amantes? –Pregunté.

Soné como un estúpido, pero necesitaba que plateara bien eso, y que pensara si de verdad eran eso.
Ella asintió y comenzó a hablar…

-Él les habla más bonito que a mí, ellas le dicen cursilería y media… yo creí que eso no le gustaba. Soy una tonta… -Se lamentó una y otra vez.
-No digas eso. –Dije al retirar sus manos de su rostro- Mírate, llorando por un imbécil. –me acerqué a ella- jamás, nunca llores por quién no movería ni una roca por ti. No conozco a Leonel, pero sé perfectamente cómo son los de su tipo. No te merece, eres mucho de lo que él merece. Si no te supo apreciar ni cuidar, otro lo hará. Y ese otro será muy afortunado.
-Lo amo… -Soltó entre sollozos.
-¿Qué dices? ¿A pesar de eso lo amas? –Asintió- ¿Y sabes lo que él está haciendo en este momento acaso? ¿Sabes si él piensa en ti? ¿Sabes si quiera si piensa alguna vez en ti? ¡Por Dios! No necesito compararte con nadie, ni mucho menos ellas. Sé que eres más hermosa y especial que todas ellas juntas. 

Comenzó a llorar más. 

«Bueno, si no sabes animarla mejor cállate» -Me dije.

-Terminó conmigo porque creyó que lo estoy vigilando. –Sonó su nariz- pero sólo fue una excusa. Lo siento así… él nunca me quiso Liam, él nunca… me quiso. –lloró más.

No sabía que decirle.
Estaba a unos centímetros de mi hombro, me acerqué y ella igual. Comenzó a llorar en mi hombro, y yo comencé a acariciar su espalda para fortalecerla. Pero algo nos interrumpió. Fue el timbre de la entrada, al parecer alguien había venido de visita.
Al escuchar el timbre me miró, rápidamente abrió los ojos de par en par.

-¿Quieres que vaya a ver quién es? –Le pregunté mientras me levantaba.
-¡No! –Apresuró a decir, mientras me pedía que me sentara.

La vi caminar a la puerta y supe que dudó en abrir. Se asomó y me pidió silencio. Se limpió las lágrimas y trató de no verse tan decaída. 
Escuché la puerta abrirse…

-Vine a… ¿Estás llorando? –Dijo la voz masculina.
-No, ¿a qué viniste? –Atacó desafiante. 
-¿Lloras todavía? –Preguntó con tanta soberbia que pronto supe quién era.

Can mend your broken heart? | l.p.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora