Capítulo 61.

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Antes de irme a dormir esta noche… observé mi cabello y noté que tenía que cortarlo enseguida… me acordé que ella lo había hecho así que lo cortaré cuando la vea. 

“Necesito un corte de pelo, ¿Está libre en dos días querida estilista?” –Textee. 

“Para mí cliente preferido: S I E M P R E. Te quiero mucho amor”–respondió. 

«TE QUIERO MUCHO» -Leí una y otra vez. 
¿Ves? Tanto drama por un te quiero… la paranoia es causada por mi miedo a Leonel y ella juntos en imágenes erróneas y mentales. Eso era… 

Día 104.

He llegado a Los Ángeles. 
Me encuentro desayunando en un lugar de ensaladas que ni sé pronunciar el nombre. ___ está trabajando porque le dieron la oportunidad de estar ahí una temporada más. Me alegra… les gusta el trabajo de mi chica.
Me dirigí al primer hotel que se me cruzó. Llevaba un guardaespaldas conmigo ya que no me permitían andar solo en esta gran ciudad. Por ser el índice de cada drama que explota entre la banda.
Era tarde, y era hora del almuerzo. Me dirigí a comprar unos “Subways” recuerdo que una vez llegó a mencionarme que era una comida agradable para ella. Así que pedí dos, uno para mí y uno para ella… en su hora de almuerzo. 
Ella no sabe que he llegado… ni sabe que iré a visitarla a su trabajo… igual puede que se sorprenda o puede que ella me sorprenda a mí. 
Cuando llegué a CK, miré a sus compañeras de trabajo que me miraban como si fuese un animal terrible. ¿Qué hice?: Quien sabe. Les sonreí y me sonrieron tímidamente… ojalá no sean las típicas chicas que sonsacan a sus amigas con novio para dejarlos… 
De ir pensando como troglodita respecto al olor exquisito que salía de la bolsa del almuerzo, por poco choco y derrumbo una hilera de maniquíes… Las chicas de ahí rieron y yo me ruboricé. ¡Qué estúpido llego a ser! Levanté la mirada y la vi… tal dulce tomando sus cosas para salir a almorzar. Ella no me había visto, así que me detuve frente a su mano para que chocase conmigo… y lo hizo y por poco aplastamos los Subways. 

-Ay lo sie… -Me miró y sonrió. Rápidamente me abrazó sin más.
-Hola… -Le susurré al oído.
-Hola, hola, hola… -Decía sin dejar de abrazarme. 
-Te he traído algo de almorzar… 
-¿Qué has hecho qué? –Me soltó y me miró anonadada- Liam James Payne… ¿Me has traído el almuerzo? 
-Sí. –Sonreí. 
-¿Por qué eres tan perfecto, he? A veces siento que me dejas en desventaja con eso de quién es el mejor novio… -Me decía tan simpática… 
-¿Estás feliz? 
-Siempre cuando estás tú. –Sonrió. 
-Yo también lo estoy. –Sonreí aún más. 
-Vamos a comer, muero de hambre. 

Me tomó de la mano y me guio fuera de la tienda. El guardaespaldas que tenía conmigo nos vigilaba de cierta distancia o a veces quien se me acercaba era fulminado con la mirada del guardia y luego terminaban desobedeciendo su mirada y se quedaban a pedirme fotografías. 
Ella lucía incómoda rodeada de muchas chicas… así que tuvo que fingir que estaba bien por unos minutos hasta que el guardia les pidió que se fueran. Claramente no lo hicieron del todo, pero al menos ya podíamos hablar bien. 

-lo lamento… -Le dije. 
-¿Por qué?
-No sabía que… no tenía idea de que… ellas… bueno… -Balbucee. 
-No me molesta que mi novio sea tan deseado… 
-¿Y te molesta que estén rodeándonos la mayor parte de tiempo?
-Mientras no me hagan nada a mí, o a ti… creo que no debo de quejarme. 

Y todavía siento como ofensa la pregunta de: ¿Y por qué la amas tanto? 
Esa noche la llevé a casa de Leonel, y me despedí con un fugaz y tierno beso. 

-Mañana nos vemos en el almuerzo, ¿Sí? –Me pidió ella. 
-Lo que tú desees. –Sonreí. 
-Siempre deseo lo que tú deseas.
-Te deseo a ti. 
-Uy… -Chasqueó la lengua y agachó la mirada para que no viese su rostro ruborizado- en eso no coincidimos… porque yo te deseo también a ti. –Me miró tiernamente bajo todo su encanto. 
-Mañana no regresaremos a esta casa… porque mañana quiero enseñarte una sorpresa. 

Lo he hecho, lo hice y lo volveré a hacer cuando se me plazca.
Mi placer es complacerla y el placer es tan mutuo que inconscientemente lo hacemos. De vez en cuando no nos comprendemos del todo, pero tratamos de hacerlo. Ella siempre trata de comprender todo aunque a veces ambos salgamos frustrados sin poder leernos siquiera los ojos. Nos hemos vuelto tan hábiles respecto a nuestra vida que siento cada vez que la conozco más de lo que ayer no. Es como un bello libro, entre más leo de ella, más interesante me parece… como si fuese una buena película con una buena trama, una leyenda bien contada. Lo era ella… todo para mí era ella. 

-¿Por qué no? –Interrumpió mis pensamientos. 
-Porque como ya dije… te daré una sorpresa. 
-¿Qué es? –Sonrió. 
-Mañana lo sabrás –La besé. 

Día 105.

Hoy he comprado dos hamburguesas y una ensalada, porque claro: Estamos adieta. Bueno… yo sí, ella no. Después me desquitaré con tremendos ejercicios al volver a Pittsburgh.
Después de que salió de trabajar, pasé por ella en un taxi de esos que por suerte no te cobran tan caros… al parecer le caí bien. 
La llevé a una serie de edificios largos y minimalistas… 
Subimos por los elevadores al piso diecisiete. Ella no comprendía que pasaba… pero para que no sospechase le pedí que me acompañase a verlos para por si un día aceptaba que le comprase uno. 
Era como el anterior pero este sí era un penthouse hecho y derecho. 
Tenía un ventanal enorme en la sala, una cocina realmente moderna, tres habitaciones, con cuatro baños… un pequeño jardín, un cuarto de lavado y sin olvidar también que era increíblemente grande. Debajo de todos los edificios había un tipo lugar de relajación… con piscina, y jacuzzi. Era realmente un lugar de ensueño… 

-Me gusta y… ¿A ti? –Le pregunté mientras me sentaba en uno de los sillones de cuero envueltos en plástico. 
-Es demasiado hermoso. Algún día viviré aquí. –Me decía al sentarse a mi lado. 
-Algún día es… hoy. –Revelé

Can mend your broken heart? | l.p.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora