Capítulo 21.

119 3 0
                                    

Sus labios pálidos y suaves estaban siendo conectados con los míos. Un simple rose nos estaba llevando a un beso real. Ahora comprendía, la besé para asegurarme de que sin duda alguna, lo que siento por ella no es lo que yo creí. Como quisiera saber desde cuando he estado enamorado de ella, o desde cuando acepté tanta confianza… o desde cuando me permití conocerla. No estoy seguro de lo que estoy haciendo en este momento. Ella costaba boca abajo en el sofá y yo en el suelo. No era un beso del cual fuese de película, o alguno que fuese grato de comparar con una novela de amor. 
Me imaginé a ___ con Leonel teniendo intimidad. Pensamientos traidores, que me hicieron apartarme de ella. 
Se ruborizó, y giró su cabeza hacia otro lado para que no la viera. ¿Estaba arrepentido de hacerlo? ¿Esto destruirá con todo lo apenas edificado? Será incómodo si ella no gustó del beso, y menos si se sintió obligada a besarme. 
Miré mis manos: Estaban sudorosas. Tenté mis mejillas: Estaban hirviendo. 
Debo irme al hotel, si no, me sentiré muy mal por haber hecho semejante cosa.

-Debo irme. –Dije al levantarme. 

Ella volteó al instante, y no dijo nada.
Tomé mi equipaje y caminé a la puerta. Ella me acompañó sin decir nada y antes de irme, decidí en disculparme. 

-Lo lamento. No quería besarte –Mentí- pero realmente sentí una necesidad de hacerlo. No estás en condiciones de esto, y menos con alguien que no es quien amas. Lo lamento. Que duermas bien.

No me respondió. Me di la vuelta y me dirigí a tomar un taxi. Escuché que cerró la puerta, pero no voltee. Estúpido, eso fui.
Me quedé aproximadamente veinte minutos esperando un taxi, pero no pasó ninguno. Me senté en la acera y saqué mi teléfono celular. Si no pasaba uno, tendría que pedir uno. 
A mi suerte, mi teléfono tenía poca batería, y al comenzar la llamada se descargó. Molesto de mi mala suerte, tiré el teléfono a la mochila con fuerza. 

-Liam. –Dijo una voz detrás de mí.

Voltee. Era ella. ¿Qué hacía aquí? Era noche, hacía frío y estaba en pijama veraniega. 

-No pasarán los taxis a esta hora. Descansan cierta hora… y… -Notaba cierto nerviosismo en su hablar- Si gustas puedes quedarte. 
-No, está bien. Caminaré al hotel.
-Yo… bueno… -Talló la mano en su nuca.
-Gracias. –Le sonreí gélidamente. 
-Liam yo… 

Algo me decía que intentaba buscar las palabras de algo que no quería confiarme.
Suspiró y abrió la boca.

-Tengo miedo de que Leonel llegue más noche y me haga algo. –Mintió- quédate esta noche. Por favor.

Labor de convencimiento. Lo supe en el momento que accedí.

-Bien. –Me levanté-
-Gracias. –Dijo con cierta timidez. 

Caminó ella primero, guiándome al departamento. Antes de cerrar la puerta me dijo algo que me calmó los nervios.

-No te preocupes por el beso. Sé que no deseabas hacerlo, fue un impulso. 
-Gracias… -Respondí con una sonrisa a medias.
-No volverá a pasar. –Me advirtió. 
-Lo prometo. –Respondí mientras me sentaba en el sofá.
-Dormirás en mi habitación. 
-No yo… -Interrumpió.
-Dormiré en la habitación de Heather. 
-¿Heather?
-Sí, mi amiga.
-Ah, entonces… está bien. –Sonreí agradecido.

Me guio a la habitación y me deseó buenas noches. En cuanto me acosté en la cama intenté conciliar el sueño, pero la imagen de ___ y Leonel posados en esta cama era inmensamente cruel. 

«Piensa en algo bonito» -Pensé.

¿___? Ok, ella era bonita. Pero si pensaba en ella pensaba en Leonel, y Leonel me guiaba a las cosas que ellos hicieron y luego me sentía avergonzado y luego quería que me tragara la tierra.

«Piensa en pájaros» 

Pájaros, tatuajes, Harry, pervertido… ¡LEONEL!, _____, el beso. 
¡Dios mío! Todo era una cadena.
Minutos más tarde, logré dormirme sin darme cuenta.

Día 44.

Me desperté cuando comencé a oler su perfume. Estaba en todos lados, y pronto recordé que estaba en su cama. Pero ella no estaba a mi lado.
Me tallé el rostro y me senté en la cama. Miré hacia todos los lados y pude notar que su habitación era muy linda, no era todo rosa ni era toda oscura. Era increíblemente elegante, como si estuviese demostrando madurez. Había fotografías pegadas en la pared a un lado de su armario, y analicé nada una de ellas. ¡Salía yo! No recordaba esa fotografía, nos la habíamos tomado una de las veces que fuimos a comer. Salíamos realmente bien. A un lado vi algunas fotografías de Leonel. Sin piedad, tomé uno de los bolígrafos que estaban sobre el tocador y le pinté unos bigotes y unos cuernos. Un globo de historieta diciendo “Soy un imbécil”. Seguro ___ se molestaría, pero no me importaba ya que él le ha faltado el respeto a ella. 
Se escuchó que abrieron la puerta, mis vellos de la espalda se encresparon por el miedo a que me viera rayándole las fotos. Voltee y pegando una nota en la puerta. Pero al pegarla me vio despierto y me sonrió.

Can mend your broken heart? | l.p.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora