Capítulo 22.

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-Oh, creí que estabas dormido. –abrió la puerta completamente- preparé el desayuno. 
-Gracias. –Le sonreí- ¿Qué dice la nota? –Me entregó la nota.

“Si despiertas y lees esto, quiero que sepas que te preparé el desayuno :-)”

-Entonces… -Dijo al verme mirar la nota- ¿Vienes?
-Ah, claro. –Le volví a sonreír.

Caminé detrás de ella. En el camino pude saber que ese olor era tan delicioso, tal vez preparó algo con tanto amor que hasta en el aire se podía oler.
Miré la mesa y vi que había preparado unos “Hot cakes”. Había algunos platos con fruta, entre fresas, zarzamoras y plátanos en trocitos pequeños. Miel, Jarabe y dos vasos con un jugo natural, tal vez sea de naranja. 
Vi tres platos en la mesa, me preocupé pensando que tal vez pudo haber invitado a desayunar a Leonel.

-¿Quién más desayunará con nosotros? –Pregunté suave.
-Heather. –Sonrió- está en la ducha. Al fin la conocerás en persona.

Nos sentamos y comenzamos a desayunar los dos. Minutos después llegó ella, Heather. 
Era exactamente como en las fotos. Un poco más alta que ___, castaña, cabello liso y de complexión delgada, muchísimo más que ___. Sus ojos eran pequeños y rasgados y negros.

-Hola, un gusto conocerte Liam. –Dijo al darme un beso en la mejilla
-Un gusto Heather. –Sonreí 
-Me contaron mucho sobre ti. Eres como un ángel, no sé qué hubiese hecho __ sin ti últimamente. 
-Tal vez ahorita estuviera pidiéndole perdón a Leonel. –Respondió con una sonrisa.

No sabía en qué enfocarme, en su hermosa sonrisa o en su respuesta. Heather comenzó a debatir con ____, y de vez en cuando participaba en la conversación. Era entretenido escucharlas, Heather defendía el orgullo de mujer que debía tener ___, y ella defendía el amor que le tenía a Leonel.
Los hot cakes estuvieron deliciosos. Algo me decía que siempre trataba de cocinar bien para mí.

-No sueles cocinar tan bien –Le dijo Heather- ¿Los compraste?
-¡no! Los hice yo. –Dijo con una sonrisa traviesa.
-¿Enserio?
-Te lo prometo. –Enseñó el meñique.

Solté una risita al ver su meñique. ¿Por qué lo hacía? Al darse cuenta de que me reía de ella, ruborizó.

-Es como hacer un “pinky promise” pero yo sola.

Me hizo reír. Heather también rio, seguro siempre lo hacía, hacerla reír…

-Por cierto, ¿Desde cuándo cocinas?
-Desde… -Titubeó. 
-¿Nunca antes habías cocinado? –Pregunté. 
-Sí, sólo que… -Interrumpió Heather.
-Sí, sólo que no tan bien como ahora. Siéntete responsable de que haya cocinado últimamente bien por ti.
-¿Por mí? –Pregunté tocándome el pecho. Ella ruborizó y sentí que así era- ¿Por mí has aprendido a cocinar?
-¡Bueno sí! –confesó- no quería que conocieras mi mal sazón. Entonces compré una revista de recetas. –Ruborizó aún más.
-Oh… tierna. –Dijo Heather.

Le sonreí. ¿Es enserio? ¿Ha aprendido a cocinar por mí? ¡Basta! No pienses en que eres especial para ella de la forma incorrecta. 
Heather se retiró a su trabajo y ___ entraría minutos más tarde que ella. Así que estuvo conmigo más tiempo. Me acompañó a pedir un taxi y me abrazó al despedirse. 
Jamás noté la sensación que sus abrazos me provocaban. Sentía toda una radiación en todo mi cuerpo y en la mano que estuvo en su espalda. Creí por un momento que le pediría abrazarnos mucho más tiempo. Jamás desee tanto acariciar sus labios con los míos, ni mucho menos desee tanto tenerla a mi lado.

Caminé por el parque central de Los Ángeles, junto a mi teléfono celular. Andy hablaba conmigo, y me pedía detalles de lo que viví aquella noche. 

-¡Hermano eres todo un galán! Sabía que terminarías aceptando que la amas.
-No la amo. –Confirmé- Me gusta, me agrada. Únicamente. –Supe que mentí. Ayer confirmé que estaba enamorado de ella, ahora dudaba mucho es si hacerlo público a mis amigos.
-¡Oh por Dios! Tengo que conocerla, un día invítala a casa, ¿qué te parece?
-Lo pensaré.
-Será tan cursi… -Dijo burlándose- 

Andy no era muy buen escuchante cuando se trataba de chicas. Él solía hacerme burlas, pero al final de todo, no me molestaba en lo absoluto. Me daba risa.
Decidí visitar a ___, a su trabajo.
Pasé varias veces, las piernas me temblaban y mi mente me sugería irme. Pero no, yo quería verla de nuevo.
La vi apoyada en un mostrador con ganchos. Sus manos sostenían su barbilla y miraba a la nada. Su mirada era triste, y desubicada. La barbilla de vez en cuando le tembló, como si estuviese a punto de llorar. 
Caminé hasta ella y le sonreí gélidamente. No supe cómo reaccionar, pero simplemente le sonreí para indicarle que todo estaría bien si me dejaba ayudarla. 
La abracé y ella hundió su rostro en mi pecho. Algo me decía que se haría mundiales las fotografías sacadas en ese momento, no me interesaba que mis superiores me sancionaran o algo por el estilo. En ese momento lo único que pasaba por mi mente, era yo ahogando a Leonel. Tal vez demasiado extremista, pero eso quería hacer en ese momento.

Día 45.

___ no ha dejado de llorar por Leonel. Le comprendo, yo estaría mal si fuese ella. Pero me frustraba no saber qué hacer para no verla en el sofá, con ojos de mapache y pañuelos limpiándose las lágrimas.
Fui a visitarla a su departamento antes de que ella entrara a su trabajo. Y la vi igual que antes. 

-¿Cómo sigues? –Evidentemente mal.

No me contestó, sólo levantó los hombros.

Can mend your broken heart? | l.p.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora