Capítulo 98.

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-Nunca busqué tu mirada. ¿Pero sabes qué si encontré con facilidad? 
-¿Qué?
-La forma de hacer que me hablaras aquella vez en el café.

Reí. A menos de que se haya metido a mi mente, no creo que lo haya hecho posible. 

-¿Cómo lo hiciste?
-No seas escéptico. –Sonrió y se sentó a mi lado- simplemente te vi entrar y me senté al instante -Simuló estar en aquella cafetería- en ese momento pensé: “Oh mi Dios”
-¿Oh mi Dios? –Reí. 
-Claro, eso pensé. Era la cuarta o quinta vez que te veía, ya había investigado el quien eras porque solía verte en las revistas adolescentes. –confesó- pero ese no es el caso. –Continuó- abrí mi libro y busqué cualquier página. Te miraba sobre todo aquello y esperaba que me vieras y pensaras en que me habías visto antes. Así como en el cuaderno, donde explicas… ya sabes… que estabas volviéndote loco. –Reí- bueno, el problema fue que creí que ya te ibas cuando te levantaste a contestar una llamada. Me asusté realmente. –Suspiró- luego regresaste y te sentaste y me miraste. 
-Cuando te miré no estabas volteando.
-¡Eso crees tú! Cuando volteaste enseguida hice como que cambié la hoja… ni lo notaste. 
-Entonces, ¿Ya me pretendías tú? 
-No, no realmente. Me parecías guapísimo, ya sabes. Intentaba coquetear o algo así pero realmente no sé. –Rio- pero el chiste de todo lo que hice dio fruto. Te acercaste confundido, como si me fueses a pedir una pluma o algo y fue cuando me hablaste ya… y fue un momento épico. Había olvidado cada palabra que me sabía en inglés, pero logré controlarme. –Sonrió. 

La besé conmocionado. Me daba una cierta sensación de ternura el hecho de que ella sí notaba que la veía. Siento y afirmo que todo fue hecho para que nos conociéramos, para que estuviéramos juntos. Se logró el objetivo deseado y ahora estoy con quien quiero estar.
Después de las confesiones que me hacía cuando me veía, seguía teniendo una duda. ¿Por qué si yo estaba tan enamorado de ella y ella lo notaba, por qué no me dijo que no me acercara más? Claro, estaba Leonel de por medio, pero yo era el por medio de ellos. 

-Nunca te lo dije porque realmente me gustaba ver… a Leonel celoso. Claro, no te usé ni nada por el estilo. Cada día necesitaba más de tu compañía, porque suene raro o no, yo te estaba viendo como mejor amigo o algo así, pero cuando me besaste enserio fue como… “Amigo, hay que dejar de ser amigos” tuve guerra de sentimientos encontrados. No sabrás ni la mitad, porque muchos los olvidé por necesidad. Pero los positivos siempre eran las pequeñas comparaciones mentales en donde ni por defecto, le ganabas a Leonel. Eres mágico. –Sonrió.

Eso me lo confesó antes de dormir. Ninguno de los dos podía conciliar el sueño, ya que el día de mañana ambos saldríamos a visitar a mis padres. Claro, lo hacíamos cada que podíamos, pero siempre me ponía nervioso. No sabía que podría pasar.
Mis padres la quieren mucho, mis hermanas igual. Ellas siempre se la llevan cuando yo no estoy. La sacan a caminar, a comprar cosas, la invitan a comer… porque claro, ____ es como la nueva en una escuela. Tiene que aprender a andar en ella con ayuda. Y para que ella pueda estar bien en un lugar, tiene que conocerlo, y para conocerlo tiene que verlo y sentirlo. Por eso, mis hermanas me hacían ese favor mientras yo le faltaba. Eso fue cuando consiguió el trabajo y ya no podía acompañarme a las giras.
Cuando vuelva a leer esto, me daré cuenta de que me esperé más de doscientos días en seguir esto y poner el final, pero por lo que lo hice fue, que quería esperarme a que fuera un número par. Ya sé, es algo ridículo, pero quería un cuatrocientos cerrado. 
La llevé a mi gira en Australia y en Latinoamérica. Poco a poco las fans iban aceptándola, aunque cabe recalcar, que algunas ni por más que ella fuera la mejor, la aceptarían. ____ salía a platicar algunas veces con las fans, cuando eran sumas pequeñas. Ella amaba que le preguntaran cosas sobre mí, y ella contar algunas manías mías. No me molestaba, porque era la única forma en que ella pudiese sentirse plena. Contando mis cosas precisamente no, pero cuando yo era el tema de conversación, ella era la primera en querer opinar. A veces unas le hacían mala cara, pero ella poco a poco ha aprendido a sobrellevarlo. Y me encanta. 
Esta mañana cuando nos reunimos para desayunar con el equipo de sonido, ellos estaban fascinados con ____. Siempre le decían que al principio era tan tímida que no sabían de qué hablarle. Ahora tienen chistes entre ellos que no me cuentan, pero lo hacen para hacerme molestar.
Creo que no puedo pedir algo mejor. Una novia que se lleve bien con las personas que quiero, que caiga bien sin necesidad de ser otra persona… me encanta. 
Estamos terminando la gira de Australia, tendremos días libres e iremos a Los Ángeles a pasar unos días y luego seguiremos con la gira. Realmente no tengo más palabras para agradecer todo lo bueno que ahora me está llegando. 
Cuando ella se fue por tanto tiempo, y le entregué el cuaderno, dudó en tomarlo. Parecía que le estaba dando algo tan valioso y rompible, que ni quería tocar para no dañarlo. Le insistí en que si algo le pasaba al cuaderno, no pasaría nada. ¿Sí me explico? Es algo material y mientras yo esté contento y ella esté bien, ¿Por qué hay preocupación? 
A mitad del tiempo que se había ido, me había mandado un mensaje de texto con una simple palabra: “Asado”. No recordaba y no comprendía, pero al hacerlo, reí y creí que no lo iba a hacer. Un acto tan simple fue coronado por su acción. Hasta la fecha, ése mensaje no lo he borrado. 
Cuando llegó, al instante pregunté si había terminado el cuaderno con la misma impresión en mí. 

-¿Por qué tendría que cambiar? –Me dijo con una sonrisa.
-Porque… ahí vienen cosas que nunca te dije.
-Me gusta saberlo ahora… y no, en absoluto me molesta o me desconcierta algo que hayas escrito aquí. Tienes un maletín lleno de oro, amor, esto, jamás lo tires ni lo vendas… es algo que yo y tú debemos recordar, pero ahora tenemos la facilidad de que lo has escrito. –Me besó- en la última hoja, te escribí algo. Espero no te moleste.
-¿Escribiste?
-Sí…
-Lo tengo que leer… y no, no me molesta. –Le besé. 
-Léelo cuando estés solo, y guárdalo en tu corazón. –Me sonrió tiernamente. 

Ahora que estoy solo, bueno prácticamente solo porque ella ya está durmiendo, lo leeré. 
Me acomodé para dormir y ahora justo me encuentro a punto de leerlo.
Al parecer, era un texto extenso, pero algo que podría acabar esa noche.
Me daba pánico leerlo. ¿Y si me terminaba? No creo realmente. ¿Y si me declaraba algo terrible ahí? Espero que no. Pero… ¿Y si viene una confesión que no quiero escuchar? Ah, eso ya lo he redactado. 
Le di la vuelta a la última hoja y leí, escrito con su hermosa letra un gran: “Querido Liam”
Me daba nervios seguir leyendo, pero ya… ahora lo leeré…

Can mend your broken heart? | l.p.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora