Quién como él.

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Minutos más tarde, dirigí mi vista al teléfono, el cuál volvió a timbrar. - No contestes. - ordenó Archer.

Fruncí el ceño mientras lo miraba. - Yo no acepto ordenes tuyas. - dije. - contesté el teléfono mientras fulminaba a Archer con la mirada.

- Lucía, creía que no contestarías mis llamadas. - se escuchó la voz de Liam.

Me quedé pasmada, Archer posó frente a mi, colocando su mano empuñada bajo su barbilla. - Ahí lo tienes. - reprochó.

Dirigí la mirada al celular. - Ahora no quiero hablar, Liam. - de inmediato mis ojos se inundaron de lágrimas.
- Puedo explicarlo, no es lo que estás pensando. - suplicó.

- Ahora no, por favor. - dije mientras me consumía la rabia.

- Lucía! - expresó antes de que yo colgara.

- Estás bien? - Archer preguntó mientras me miraba. -asentí-.

Archer tomó papel de un cajón y me lo dio para que yo limpiara mi cara. - Logró hacerte derramar el rímel. - dijo en medio de un suspiro.

Estaba algo desencantado, esperaba que yo no contestara. - Si te hubieses llevado de mí, no pareciera que estás resacada, pero mira el lado bueno... es la misma cara que tenías al día siguiente de habernos conocido en el bar. - dijo.

Me crucé de brazos. - dijiste que me veía linda.

- Y aún no lo niego. - dijo con una sonrisa.

Dichas palabras me habían hecho sonrojar, en menos de un minuto Archer había conseguido que una sonrisa se dibujara en mi rostro, lo que me dio ánimo para ir a esa entrevista y poco a poco ir olvidando todo.

Pronto nos encontrábamos en una sala de espera, bastante grande, lujosa... yo estaba en un sofá rojo, sentada a la derecha de Archer, junto a mí estaba un bebedero que goteaba poco a poco y en frente el cuadro de un hombre que parecía muy prestigioso, elegante, pero una postura muy altanera.

La habitación estaba llena de luces, había una aún más radiante en el centro de la habitación donde se veían danzar deslumbrantes sus trofeos, premios, entre ellos dos Oscar, una alfombra blanca debajo de la mesa de cristal en la que estaban y un aire acondicionado que congelaba nuestros huesos. Yo pasaba las palmas de mis manos con rudeza por mis brazos para quitarme el frío, mientras recordaba el pasillo por el que anteriormente habíamos cruzado, estaba lleno de cuadros con personas en pasarelas, diseños de este hombre enmarcados. Siendo honesta... no es mi estilo, pero veamos...

Un pequeño ruido me hizo dirigir la vista hacia la puerta, el señor que había observado en el cuadro acababa de entrar, deslumbrando con su belleza y un pantalón muy fino, traía una bufanda puesta, pero seguía pareciendo muy varonil. Con una mirada de superioridad se sentó a mi derecha, había una silla detrás de un escritorio de madera.

Su secretaría entró un poco después de que él entrara dejando su perfume en todo el pasillo. - Toma café señorita...? - esperaba que llenara los espacios de su silencio con mi nombre. - Lucía. - respondí.

- Aún sigo esperando su respuesta. - dijo con indiferencia.

Miré a Archer, quien tenía la cabeza metida en su teléfono. - Sí, pero no quiero, gracias. - dije.

- Que descortés. - dijo mientras se quitaba la bufanda.

- Un escocés para mí. - pidió Archer mientras su atención estaba puesta en su celular.

- No sabía que era una reunión entre tres, creí que para cuando entrara, usted ya estaría fuera. - se dirigió a Archer.

- Él me está acompañado. - dije mientras apretaba el brazo de Archer con fuerza.

- No me habían notificado que usted necesitaba de una niñera. - dijo. Fuera.

- Archer siguió mirando el teléfono, se libró de mi brusco agarre y se levantó.

- Que sean dos escocés, y que te pongan hielo en ese brazo. - dijo intentando sonar gracioso, y sin duda Archer se río, la secretaria salió detrás de él.

El hombre cerró la puerta en cuanto Archer se retiró. - No me gustan sus bocetos, de verdad aprendió diseño en la universidad? - preguntó.

Eso me cayó como una piedra en el estómago. - Sí, y ya que estamos siendo honestos. - No necesito su honestidad. - me interrumpió. Tendrá mucho que aprender en este lugar... eso si quiere permanecer aquí.

- No me gusta nada de los diseños que vi en los cuadros del pasillo. - dije.

Él sonrió burlonamente. - En qué pasillo se encuentran los diseños suyos? - preguntó mientras caminaba al rededor de su retrato. Eso pensé...

Tragué en seco, estaba sintiéndome agobiada por él. - Qué se supone que deba de aprender con usted? - pregunté con notable desinterés.

- Mmm... intriga... vamos bien. - dijo ignorando por completo a mi pregunta.

Yo permanecía en silencio, él abrió un closet donde sacó papel y un lápiz de carbón. - Espero que tenga donde apoyar. - dijo.

- Aclaré los ojos. - qué?

- Yo soy un cliente, voy a describirte el traje que quiero, tú vas a diseñarlo, vas a hacer mis sueños realidad... eso es lo que hago, sueños. - dijo.

Sonaba de una manera tan narcisista y arrogante que no pude concentrarme en lo que importaba, hacerle quedar mal. - Me va a decir que este lugar está lleno de sueños, los pasillos? - pregunté.

- En ese pasillo... no los sueños de los demás... mis sueños, es lo que importa. - Alegó.

- Para qué quiere usted que haga su sueño realidad? No debería más bien hacer el mío?

- Eso sería correcto... si quisiera usted trabajar para sí, sin embargo, este no es el caso. - dijo.

Tragué en seco nuevamente. - entrégueme ese papel. - le dije.

Él dibujó una sonrisa y luego caminó hacia mí, con una capa gruesa de indiferencia que lo moldeaba, un ego que tenía vida propia y que se sentía con nosotros en la habitación. Yo tomé el papel y tuve que sentarme en el suelo, porque este señor no me permitió apoyarme de su escritorio.
Acercó sus pies a mis manos, las cuales estaban apoyadas en el papel. - Así se ve bien, a mis pies. - dijo.

Esto me hizo enfurecer de tal manera que me levanté dejando todo en el suelo. - Ahí están sus sueños. - pisé el papel. A mis pies.

Este señor me miró, su cara se tornó roja por un momento, pero solo dibujó una sonrisa, estaba muy forzada, pero ahí estaba, siendo él, un completo idiota, eso es seguro. - Abrí la puerta para salir cuando escuché su boca pronunciar ciertas palabras.

- Nunca había visto a Archer enamorarse de una mujer tan blanda. - dijo.

Me hizo irritar otra vez. - Es porque soy su sueño. - dije, aunque no estaba segura de lo que habían pronunciado mis labios.

- Cuidado con eso... el señor Archer sueña demasiado. - Dijo ganando con su juego de palabras.

Fin del capítulo.

La traición (Wattys 2023).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora