🌼《•Cap:35•》manipulables...🌼

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- Quiero una computadora de último modelo.

Revolvió la comida de su plato con un tenedor mientras soltaba el capricho que tenía guardado en mente.

- Mañana mismo te la compramos, hijo.

El día en donde sus padres le dieron la computadora simplemente hizo una cara de asco y negó su regalo.

- Dije que quería una de último modelo, ¿No entienden?

- No nos levantes la voz -Acotó de forma frívola el hombre de edad avanzada.

- Yo les levanto la voz si quiero, soy su único hijo, deben de cumplir todos mis caprichos -Se levantó de la cama bruscamente quedando frente a sus padres- Ustedes no están nunca en casa, al menos hagan algo bien y denme lo que quiero.

Minho tampoco era la persona que decía ser con sus padres, se comportaba tan arrogante y tan caprichoso que el único que no soportaba eso era el hombre lee.

Él ponía reglas estrictas, no llegaba a levantarle la mano ya que la señora lee siempre estaba ahí para defenderlo, para decir que Minho era un niño y no se merecía ningún tipo de mal trato.

En las familias siempre está ese integrante que defiende de cosas claras al menor, eso pasaba en este caso y el señor Lee no podía hacer nada al respecto.

Pero en el presente todo eso había cambiado, su madre ya no lo defendía, al parecer había entrado en razón y sabía que si su hijo hacía las cosas mal necesitaba un castigo.
Lastimosamente su lado estricto apareció luego de cegarse por la homofobia al saber que su hijo tenía contacto físico subido de tono con el peliazul.

Al señor lee solo le quedó morderse la lengua luego de que su esposa defendiera a su hijo.

Días después su esposa compró un par de galletas con chispas de chocolate, teniendo su hijo en mente llevó dos paquetes y se dirigió a casa después de salir de aquél supermercado con su marido.

Los dos subieron a la habitación de Minho, él se encontraba recostado en el sofá.

- Hijo, te compramos galletas, de las que te gustan -Murmuró ilusionada.

Claro, todos los caprichos eran por la señora, al hombre lee no le quedaba de otra que aceptar aquello y terminar poniendo dinero para satisfacer a su compañera de vida.

- No me gustan esas marcas de galletas.

- ¿Piensas que cago dinero? -Gruñó su padre y recibió un leve golpe de parte de su señora- ¡No lo defiendas! Que nos sobre el dinero no significa que debemos malgastarlo en este malnacido, está loco, todo esto es tu culpa, pler.

Pler soltó un suspiro exagerado y respondió a su marido.

- ¡Al niño simplemente no le gusta de esta marca! ¿Gastaste una fortuna en dos paquetes roñosos? -Levantó su voz- es nuestro hijo, debemos darle lo que quiere.

- Pues se lo darás porque hijo mío no es -escupió con odio saliendo de la habitación.

Minho siempre se refugiaba detrás de su madre, aquella dulce señora nunca le negaba nada, siempre lo apoyaba en sus caprichos y en sus locuras.

Luego de el inconveniente con Jisung ella no volvió a tratarlo de la misma forma.

(...)

- su hijo debe tomar calmantes, puede perder la cabeza y lastimarse demasiado, no solo a él mismo si no que a ustedes o a alguien más -Hablaba de forma tranquila el hombre de bata blanca.

- ¿Esos ataques de ira se le pueden ir?

- quizás con un psicólogo, si no se resuelve así, si no suelta todo lo que le lastima y causa ira repentina en su interior entonces no quedará de otra que recurrir a los calmantes.

Pagaron un psicólogo, realmente fue un gasto de dinero ya que en todas las sesiones Minho mentía demasiado bien y no parecía tener ningún problema de nervios.

- ¿Cuándo ocurren tus ataques de ansiedad?

- mayormente no me los espero, no los tengo a horas exactas pero no pasan mucho.

- Cuéntame, ¿Cada cuándo tienes esos ataques? ¿Qué los genera?

- mire, que esto quede entre nosotros -murmuró como si su madre fuera a escucharlo detrás de la puerta de aquella habitación- Nisiquiera tengo ataques de ansiedad, mis padres exageran mucho.

El psicólogo fue manipulable, no sólo por sus palabras, si no que Minho actuaba muy tranquilo cuando le hacía ciertas preguntas que podían llegar a incomodarlo o hacerlo perder la cordura.
Minho demostraba estar completamente estable, sin problemas, sin ataques de ira.

- Una vez discutimos un poco porque mi padre había llevado a una mujer a casa -bajó la mirada- me enojé tanto que comencé a insultarlos, por engañarme a y a mi madre.

Mentira.

- Grité tanto que los vecinos llamaron a los policías, la mujer se fue antes de que lleguen y mi padre se quedó discutiendo conmigo. No resistí la ira, comencé a romper cosas, debe entenderme, mi padre estaba engañando a mi madre frente a mis ojos.

Mentira.

- Es algo que superé pero él hace cosas que colman mi paciencia, es como si el buscara que me enoje. Nunca le sigo la corriente, más bien pienso que él que debería estar aquí charlando con usted, él es el que pierde la cordura.

El psicólogo era uno más de esos que solo piensan en el dinero, no trabajan en aquello por querer ayudar a la gente con sus problemas internos, sólo quieren ganar dinero fácil y Minho le hizo más facil el trabajo manipulandolo.

(...)

- Su hijo se encuentra bien psicológicamente, no tiene nada que lo atormente, sólo problemas con su padre, cualquier hijo discute con sus padres -mantenía una conversación sobre el estado del menor con su madre- dígale a su marido que calme un poco su ira y que no busque escándalos, Minho es joven y necesita enfocarse en los estudios, no en cosas innecesarias.

Tan manipulables.

Astuto| HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora