Me levanté para marcharme de la taberna y dejar allí al Capitán, cuando el hombre a mi lado saco una baratija de su bolsillo y mi cuerpo reacciono al instante paralizándose. Era una brújula, más bien mi brújula.
Mi padre cuando tenía siete años fue a una expedición durante dos meses, yo lloré todas las noches esperando a que apareciera para que me diese las buenas noches, como estaba acostumbrada, pero al final me quedaba dormida, empapada por mis propias lágrimas al no ver a mi padre. Él no se había ido nunca durante tanto tiempo, su límite era dos semanas y cuando volvió, no le hablé, dormí mirando a la pared mientras él se sentaba en mi cama y me acariciaba el pelo. "Lo siento, pequeña" me susurraba, aún recuerdo su mano caliente en mi hombro para que supiese que estaba ahí, conmigo. A la mañana siguiente al despertar me encontré con una brújula de oro, en pésimas condiciones, estaba rota, pero en si era precioso el diseño que tenía por fuera. Salí corriendo en dirección a la habitación de mis padres por miedo a que se hubiese marchado de nuevo, allí no estaba, empecé a sentir que el corazón me iba a mil, pero al girar me lo encontré paseando por el pasillo. Corrí hacia él y le dije lo mucho que le había echado de menos, después de un rato me dijo que aquella brújula se la había arrebatado a un malvado pirata y aquel día me la dio a mí, citándome una frase, que recordare toda mi vida:
"Esta brújula solo es un artefacto que te recordara que tu futuro, tu presente y tu pasado solo los puedes conducir tú, tú decides quien quieres ser y a qué precio."
Alargué la mano rápidamente para arrebatárselas al pirata enfrente de mí, pero él movió hacia tras la suya antes.
- Siéntate y charlemos- dijo, dignamente mientras lo veía meter mi brújula en una bolsita de tela.
- ¿Cuándo y cómo? - respondí, dando por hecho que el sabría que me refería a cuando me la había robado.
- Antes de irte del barco- dijo como si nada.
Iba a abrir la boca, pero entonces apareció un pirata, uno de los tripulantes del Capitán, jadeante.
- Capitán, la guardia real, saben que estamos aquí debemos...
Ahí se quedó la frase, porque el estallido de unos vidrios cayendo al suelo lo pararon todo, había sido un balazo. El Capitán me agarró de la mano y corrimos hasta estar en el otro lado de la barra agachados. Tenía miedo, mi respiración se estancó al escuchar otro disparo. Él me miro a los ojos una última vez para después sacar su pistola y empezar a disparar en contra de la guardia real.
- ¡Capitán, huya nosotros le cubrimos! - grito alguien entre el ruido.
Entonces el Capitán me cogió de la mano y tiro de mi agachados, hasta que se puso de pie, levantándome y empezamos a correr hacia la puerta que llevaba a la cocina. No había salida, pero entonces me fije en la ventana pequeña que había arriba del todo, cabían nuestros cuerpos, pero estaba muy alta. Él también se dio cuenta y anduvo hasta allí.
- Sube.
Dijo, juntando sus manos para que pusiese ahí mis pies y me levantara hasta llegar a la ventana.
- No- respondí.
No me fiaba del canalla de aquel pirata. Si me había dejado con vida después de saber que había entrado en su barco, es que algo quería, los piratas nunca ayudaban a los demás siempre tenían su propio propósito y él no sería la excepción, pero yo tampoco, yo también tenía mi propio propósito, una venganza. Me miro con los ojos abiertos, como si estuviera de broma.
- ¿Enserio, preciosa? Estamos en una persecución en la cual a mí me quieren matar por pirata y a usted seguramente por bruja. Pero como usted quiera, querida dama- rodo los ojos.
Bufé y me encaminé hacia él, hice lo que me pidió y salí por la ventana seguida de él. Por un lado, de la calle vimos cómo se acercaba corriendo el grupo de guardias. El Capitán agarro mi mano y con agilidad empezamos a correr y a intentar esquivar los disparos. Corrimos por el lado opuesto de la calle hasta llegar a un muro, en el cual antes de que pudiese pensar en algo, me cogió de la cintura y me elevo para que pudiera subir, después de saltarlo, el subió solo y cayó a mi lado. Seguimos corriendo hasta llegar al bosque, donde ya no nos verían ni buscarían nuestras cabezas. Con las manos en las rodillas, hiperventilando, por toda aquella carrera, lo miré, el idiota estaba sonriendo emocionado por aquello.
- Bueno señorita, después de esta persecución tan divertida, debemos hablar sobre asuntos que nos benefician a los dos- dijo, apoyándose en el árbol a nuestro lado hasta caer de culo al suelo.
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Ardiente Venganza
General FictionVi morir a mi madre, la vi arder en la hoguera. En silencio, sufriendo, pero en silencio. "Bruja", le habían gritado mientras ella estaba agonizando de dolor. Y a mí no me quedaba nada, solo una furia que ardía por salir, y lo haría. Vengaría lo que...