Capítulo 31: El comienzo de un final

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Enfrente a la puerta de la taberna, siento como mi corazón va desbocado ante los nervios. Ya estoy ahí. Ya empieza el plan. Me paso las manos por la falda del vestido rojo y respiró una última vez antes de entrar. La taberna está en la parte más rica de la ciudad, el ruido dentro es moderado y los hombres dentro tienen una actitud soberbia y creída.

Mi aspecto luce como el de una mujer joven, divertida y llamativa, el vestido rojo se agolpa muy bien a mi cuerpo. En las orejas llevo unos pendientes que relucen haciéndome ver como una mujer rica, llevo el pelo recogido en un moño con dos mechones cruzando mi cara.

Me pregunto de donde habrá sacado Kilian aquellas joyas tan caras.

Mejor no saberlo.

Me acerco a la barra contoneándome, llamando la atención de bastantes hombres en mi caminata hacia mi objetivo. Le pido al hombre delante de mí una copa de vino, cuando la trae, me dispongo a cruzar mis piernas en el taburete y empiezo a beber, entonces empiezan a aparecer diferentes hombres para llamar mi atención, invitándome a copas, acercándose más de lo pedido y contándome las guarrerías que le harían a una mujer como yo. Cada uno de ellos rechazado.

Los Baillis están en una punta del lugar en una mesa en círculo, parece que hablan de un tema serio, porque las caras de aquellos hombres precisamente tranquilidad y alegría no transmiten. Después de muchos rechazos y de estar hasta las narices de todos aquellos hombres, el grupo de repente se relaja y beben mientras hablan entretenidamente, después de un rato uno de ellos se levanta y se acerca a la barra junto a mí. Apoya los brazos en la barra y me observación una mirada seductora, aparenta ser un hombre de unos veintitantos años cerca de cumplir los treinta, un hombre apuesto pero descarado.

Me recorre con la mirada todo el tiempo hasta que decido girarme y carraspear para llamar su atención a mi cara. Intento poner una dulce voz y no mandarlo a la grandísima mierda.

Que gran autocontrol tengo.

- Hola bella dama- dice con una sonrisa coqueta.

- Hola- digo con una sonrisa.

Y así empieza nuestra conversación. En el tiempo que llevamos hablando, que ya deben haber pasado veinticinco minutos, solo habla de lo apuesto y genial que es, cuenta historias suyas sobre como salvo cientos de vidas y de todos los grandes empresarios, duques y monarcas que lo conocen.

- Es un hombre muy bondadoso- digo alegándolo.

Sobre todo, eso.

- No me imagino a un hombre como usted sin una bella mujer esperándolo en casa- digo pasando un mechón detrás de mi oreja.

- Pues está equivocada, no tengo a ninguna mujer esperándome en casa- dice, acercándose a mi lentamente.

- Entonces es porque usted no quiere- sigo.

- Soy un hombre con gustos muy específicos.

Me rodea con sus brazos la cintura sorprendiéndome ante tal acto tan descarado. Él me sonríe egocéntricamente.

Este hombre se cree que tiene todo bajo sus pies.

- Vayamos a algún otro lugar- susurra en mi oído.

Repugnante.

Recuerdo a Kilian y como me había despedido en el barco, diciéndome que todo saldría bien y que como una mujer fuerte seguiría el plan que habíamos trazado a la perfección todo este tiempo. Un último beso en la frente por su parte había sido el final de mi recuerdo con él. Quitándome de la cabeza al Capitán Kilian Donsehba, vuelvo a mirar al hombre delante de mí y acercándome a su oreja, le susurró:

- ¿Usted no conocía al rey? Lléveme a palacio- digo con coquetería, pasando mis brazos por su cuello.

- Encantado.

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Delante ya de palacio, él coge mi mano y me lleva hacia una de las puertas no principales. Los pasillos del palacio son como los recuerdo extravagantes y ricachones. Un rato más tarde el cual he conseguido que paseáramos por el palacio por los sitios más solitarios y sin guardias, él se para llamando mi atención, se gira y se acerca a mi hasta arrinconarme en la pared.

Mierda.

- Ya se a acabado la visita, princesa- susurra besando mi cuello.

No sé que hacer. No puedo darle el bote con el líquido que le haría caer en la inconsciencia sin algo que beber para poder ocultarlo. Intento despegarlo, pero su cuerpo es más grande que el mío.

- Espera, vamos a tomar algo- digo, empujándolo de los hombros sin hacer efecto.

- Ahora me toca dar a mí las ordenes, princesa.

Estoy muerta de miedo.

Y mientras recorre mi piel expuesta. Le doy una patada en la entrepierna, haciendo que se despegue de mí, se arrodilla en el suelo gimiendo de dolor y yo le doy una patada en el hombro para que caiga tendido en el suelo. Me tumbo encima suya antes de que haga otro movimiento, le abro la boca sorprendiéndolo y tirando el líquido del bote, él lo traga con el ceño fruncido. El líquido comienza a hacer efecto y va aflojando el aprieto que tenía en mis manos hasta que caen rendidas. Me levanto ágilmente y salgo corriendo, buscando la entrada de servicio. Muchos hombres y mujeres van hacia el mismo lado con platos vacíos, doy por hecho que debe ser la cocina y entro hasta encontrar la salida de servicio. Salgo al exterior respirando agitadamente y siento unos brazos tirarme hacia la oscuridad.

Con el calor que inunda mi pecho al sentirlo sé que es Kilian. Me abraza fuertemente y hace un movimiento de cabeza para que entren sus hombres por la puerta que yo he abierto.

- Evelyn, estaba preocupado faltaban pocos minutos para que entrara a buscarte y sacarte de ahí sea como sea- dice separándose de mí y acariciando mi mejilla.

- He tenido problemas- digo, apoyando mi barbilla en su pecho.

- ¿Te han hecho daño? - niego rápidamente.

Nos sujetamos la mirada un tiempo. Y entonces no me resisto. Me acercó a su rostro y presiono mis labios en los suyos los dejó hay unos segundos y me separó queriendo ver su reacción, pero entonces se tira hacia mí y me besa ferozmente, nuestros labios se mueven con las ansias de dos personas que no tenían el atrevimiento de dar a conocer sus sentimientos.

Escuchamos un gran estruendo que proviene de palacio, y nos separamos alarmados.

- Empecemos con esto, preciosa- dice besando la punta de mi nariz.

Le sonrió y asiento, me tiende una pistola cargada y yo la cojo, mientras nos adentramos en busca del ruido.

Ardiente VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora