MI TENTACIÓN

Capitulo 2

En el capítulo    anterior....

Allí estaba yo sonrojada por un comentario inocuo como montar.

Quizá hubiera leído demasiados libros de aquellos y ahora le parecía que todo tenía alguna connotación sexual.

Desde luego, no podía ir a España sin resolver aquel asunto.

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Benja....

Esquivando alguna ocasional rama baja, Camila iba a un cuerpo por delante de mí.

Yo sabía que algo le pasaba.

Ella nunca había podido guardarme ningún secreto, así que me contaría su plan en cuanto llegaran al banco arenoso del río que había sido siempre su rincón favorito.

De niños lo habíamos usado para imitar las batallas de la Guerra de las Galaxias y, cuando crecimos, solíamos ir allí a beber refrescos y hablar de lo que nos estuviera pasando en la vida en aquel momento.

Camila nunca había enseñado aquel escondite a nadie más, ni yo tampoco, nos lo habíamos prometido era un escondite sólo de nosotros dos.

Antes de que ninguno de los dos supieramos nada del sexo, ya habíamos discutido allí si los hombres y las mujeres harían los bebés igual que los caballos, cabras y perros.

Más adelante, había puesto fin a sus conversaciones sobre el asunto y ahora Camila quería abrir de nuevo la discusión, pero no estaba seguro de tener valor suficiente.

BEN__Bueno, ¿cuál es tu proyecto para este verano? -pregunté tras ella-. Siempre tienes uno.

Pero Camila no quería hablar mientras estuvieramos montados a caballo.

CAM:__Todavía me lo estoy pensando.

BEN:__¿De verdad? Pues normalmente ya lo tienes planeado hacia tiempo. Nunca me olvidaré del año que estabas fascinada con el sable ese ruidoso y no dejabas de lanzar el aparato ese infernal mientras yo asaba gambas en la barbacoa.

CAM:__¿Y cómo iba yo a saber que enfureceria a los caballos?

Lancé una carcajada.

BEN:__Eso hubiera enojado hasta a un muerto, él zumbido era catastrófico ¿Sigues jugando o ya has tenido compasión de tus vecinos?

CAM:__Ya no juego.

Camila apenas tenía que guiar a Centella después de las veces que había hecho aquel recorrido.

Se podía oler el río cerca ya y la yegua aceleró el paso.

           
Cami...

Como siempre, deseaba ver aquella primera imagen de la playa en miniatura rodeada casi por completo por altos farallones.

La yegua llegó al banco y empezó a bajar hacia la arena.

Frente a nosotros, el río discurría plácidamente y aparte de unos cuantos patos flotando, la orilla estaba desierta.

No había peligro de que nadie los oyera y yo confiaba en que Benjamin me escuchara sin reírse.

No podía confiar en nadie mejor que en él.

Y sin embargo, por mucho que me lo repitiera, seguía sintiendo aquel extraño cosquilleo en el estómago.

Benja....