MI TENTACIÓN

Capitulo 12

En el capítulo anterior....

MARC:__¿Entonces, esta nueva chica es inteligente?

BEN:__Sí, lo es.
Marcos asintió.

MARC:__¿Y ya has marcado gol?

Estaba dándole un sorbo y me atragante

Ay Dios

Si supiera

**************

MARC:__Estas bien Benja?

Asenti nervioso con mi cabeza

MARC:__Bueno no me has contestado ya has marcado gol?

Parpadee.

La tarde que había pasado con Camila no tenía nada que ver con aquella expresión.

Intenté imaginarme la respuesta de Marcos si supiera que estaba hablando de su hermana.

MARC:__Supongo que no -prosiguio-. Si no, ya hubieras sonreído cuando te lo he preguntado -dejó el dinero en la barra y me dio una palmada en el hombro-. Buena suerte con ella, amigo. Te mereces encontrar a una dama encantadora. Quizá sea ésta.

BEN:__Quizá.

Mientras Marcos se dirigía a su casa con Lujan, terminé la cerveza, dejé otro billete sobre los de Marcos y salí al cálido aire de la noche pensando en lo estupendo que era ser un hombre libre.

Conduje al rancho con las ventanillas abiertas, una canción en la radio... y con Camila en mi mente.

Cami.....

El ventilador había reducido bastante el calor en mi pequeña casa, pero yo seguía bastante caliente.

Cerré la puerta con profundo pesar y oí alejarse la furgoneta de Benjamin.

Y para poner las cosas peor, no me había besado al despedirse, aunque lo entendía.

Sólo un beso y al día siguiente lo sabría todo el pueblo.

Tenían que mantener aquel asunto en privado.

Apenas podía creer que se hubiera ofrecido él mismo con el riesgo que corría de perder la amistad con mis hermanos.

Pero en cuanto el sonido se alejó, me apoyé contra la puerta por dentro, deslicé las manos por mis senos y cerré los ojos perdida en los recuerdos.

Entonces, alcé las manos y empecé a bailar ejecutando una ritual danza de celebración.

Al tocarme y excitarme como lo había hecho, Benjamin me había dado un sentido completamente nuevo a mi cuerpo.

Sintiéndome embriagada, entré en mi habitación, me quité las sandalias y me desnude para meterme en la ducha.

Cuando el chorro de agua me acarició la piel como las manos de un amante, alcé de nuevo las manos hacia mis senos duros y me los acaricié perdida en los recuerdos.

Entonces, deslicé las dos manos hacia el vértice entre mis piernas, donde el cuerpo todavía me palpitaba de deseo por él.

Los libros eróticos eran muy explícitos y no necesitaba a Benjamin ni a nadie para el tipo de milagroso alivio que había experimentado en la furgoneta, pero volvió a subirlas.

Esa noche quería saborear la sensación de sus manos y su lengua acariciando su cuerpo.

Quizá fuera una tontería, pero le parecía que, si lo hacía ella sola de nuevo, los preciosos recuerdos se diluirían.