18. Hora de una buena charla

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Narra Megan:

Solo miraba el desastre que había ocasionado.

Todo, o casi todo el despacho dado vuelta. Realmente ya no me importaba cuánto daño me pudiera hacer, cuántas descargas me pudiera dar, llegó a su límite. Creo que estaba decidida a ya no acatar más sus órdenes, creo que por primera vez desde mí infancia, estoy dispuesta a tomar mis propias decisiones. Si bien ya tomaba desiciones por mí misma y me hacía respetar, de eso no cabe duda, sentía que en mucho tiempo que podía enfrentarla y decirle todo lo que pienso. Pero todavía no, tengo que esperar.

Estar ahí no me hacía bien, por lo que salgo a respirar aire puro y sin superioridad tóxica.

No podía volver a ver a mamá, para que me mande a comer pasto, ni en sueños. Mucho menos a Lila, estaría en una de sus dos posturas por lo cree que fui a hacer: su lado bueno, comprensivo y rencoroso que me felicitaría por mí gran asaña y me apoyaría si resultaba culpable por algún empleado. Y después estaba su lado como ella lo llama "razonable, consiente y justiciero" que me reprocharía y diría cosas que si bien suenan coherentes, para mí son puras mentiras. 

Así que, sin poder ver a ninguna de las únicas dos mujeres que registraba en este edificio, recurrí a mí última opción y por ende la más incómoda: descargarme con Cinco.

Lo más probable es que me rompa en el momento en el que comience a contar todo desde cero, pero no tenía que mostrar debilidad ni afecto. Todavía no termino de conocerlo y si enserio es de fiar, entonces espero que su forma de contención sea una frase motivacional o un consejo inservible y no un abrazo u otra cosa similar, no podría resistirme y empezaría comentarle todos los problemas de mí existencia y al instante perdería a la única persona en años con la que por fin logré entablar una relación, amistosa claro. 

Caminaba en busca de Cinco. Francamente no tenía idea de dónde podría estar. Sabía que era un chico muy capaz y que seguro ya habría terminado su primer caso, por lo que estaría en la sala de tubos entregando su labor a Gloria o, si tenía tanta mala suerte, con mamá.

Internamente ruego, más bien imploro a Dot que le haya sacado charla o que lo haya logrado entretener de alguna manera.

Le explique lo suficientemente bien lo que tenía que hacer, si todo funcionaba bien, sería muy bien recompensada. Era una consigna muy fácil: No perderlo de vista, tratar de mantenerlo cerca siempre y como decía ella, invitarlo a comer si gusta. Dudo mucho que Cinco haya accedido a hablar tan fácil con ella pero bueno, soñar es gratis. Todo con el fin de mantenerlo controlado y alejado de mamá y estoy segura de que iba ganando. Ahora yo, estaba un paso más adelante. Ahora yo, soy más astuta.

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Narra N.5:

Teléfonos sonando y el ruido de las letras que iba generando la máquina de escribir a medida que iba presionando cada una de las teclas. Todo sonaba tan bien sinfónicamente y me relajaba. Si bien me encontraba concentrado, era bueno tomarse el tiempo de escuchar todo a mí alrededor, excepto claro, Dot.

— Hola, Cinco  —aquí vamos de nuevo— ¿Cómo estás?  —echa una mirada a mí escritorio mientras me mira con una sonrisa petrificada.

— Debo tener silencio total para completar esta tarea. —mientras arranco la hoja blanca de la máquina y la enrolló.

— De acuerdo —se descepciona y vuelve la vista a su escritorio.

Lástima que la consigna de silencio total no la capta muy bien del todo, era la única que hablaba después de todo y únicamente a mí. Para mí buena suerte, está tarea la daba por terminada y por fin podía a pasar al siguiente paso. Pero claro no tan rápido. Se asoma desde el otro lado de su escritorio y con la misma sonrisa me vuelve a dirigir la palabra.

Dear Five | Number Five | [#1] {PAUSADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora