3. Un costal a la oficina

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En la otra punta del pasillo se encuentra mi madre, mirándome fijamente con su cara de siempre, pidiéndome un favor con la mente. Me voy a negar porque ya sabía la clase de favor.

Empiezo a correr con mi poder, pasando a los pobres empleados con sus carpetas y chocando intencionalmente con algunos. Pero toda esa carrera fue en vano, ya que al cabo de unos segundos me encuentro acorralada entre los brazos de mi mama evitando que siga corriendo. Vaya que era fuerte ya que empezaba a sentir mis brazos romperse y dormirse. Por suerte no paso, solo me soltó y me dejó tirada en el piso con mi cabeza sobre sus pies, dejándome boca arriba y nada más mirando su cara, solo alcanze a ver eso por suerte. Estoy débil. No puedo moverme. Ni siquiera pude teletransportarme a algún lugar para zafar. Me agarra como una ligera bolsa de papas y me cuelga en uno de sus hombros, quedando mi cabeza recargada en su espalda y mis piernas en su pecho. 

Empiezo a sentir como camina. Mi cuerpo estaba inmóvil, completamente manejable. No hago ningún esfuerzo por mover ningún músculo de mi cuerpo. Había perdido. No sabía si me llevaba con el niño ese o otro lado. Espero que sea con ese niño, porque si no, estoy en problemas. 

Mi vista se empezó a nublar de a poco, pero seguí viendo con normalidad. Siento como entramos a una habitación. Me pega la luz en los ojos y dejo caer por segunda vez mi cabeza en su espalda en señal de que sigo viva. 

Desde un principio sabía que no habría miradas en mí. Todos metidos en sus asuntos relacionados con el tiempo. Además, esta gente me conoce desde que soy una niña entonces no tendrían porqué asombrarse al verme. 

Finalmente me baja y recuperó la visión. Me deja mirando hacía la pizarra que había al frente del salón y con ella mirando detrás mio, por lo que intuyó que me había bajado mal y mirando en otra dirección. Me doy vuelta lentamente sin quitar la mirada de ella. Le sonrió sarcásticamente por obvias razones e incorporo mi mirada hacia el frente. Genial. El. De nuevo.

Lo miro por un segundo y luego ruedo los ojos acompañado de un corto suspiro. Finalmente, se digna a romper el silencio.

— Bueno—dice juntando las manos y tomando aire— Cinco, te presento a mi hija; Megan- me señala y vuelve la mirada sobre el chico.

Nos limitamos a mirarnos con desprecio y de manera inexpresiva. A ninguno de los dos nos sorprendía vernos, como sí nos hubiéramos visto antes, quiero decir, yo lo había divisado hace rato pero no le había dirigido la palabra. El está sentado en un escritorio de esos en los que te asignan acontecimientos específicos, al igual que Herb y Dot. Mientras que yo estoy parada con los brazos cruzados. Pero llega un momento en el que se para a mí altura y me dirige una mirada amenazante. Es peligroso, lo puedo sentir. ¿Por que mierda mamá contrataría a un simple niño, y le pondría un trabajo tan importante como el que ya tiene? 

Harta de su manera tan rara de intimidar, decido echar más leña al fuego para ver de que es capaz y qué cualidad tan extraordinaria tiene como para tener el privilegio de estar aquí, en La Comisión. 

 —¿Y este payaso quién es, mamá?—preguntó de manera brusca, cansada de que esté haciendo tanto drama por una simple presentación. 

— Lo mismo me pregunto yo—dice "Cinco" mirando de manera retorcida e inclinando su cabeza a un lado mientras le habla a mi madre.

 — Como ya dije: mi hija, mi mano derecha, una réplica exacta de mí—dice de manera melancólica, mientras me acaricia lentamente el pelo. Lo que para ella es un halago, para mí es un comentario intolerable. 

— Ya veo que la poca inteligencia viene de familia—dice poniendo sus manos sobre la mesa y mirándome de manera arrogante.

 — Por lo menos yo tengo nombre—correspondo y apoyó las manos sobre su escritorio mientras levanto las cejas.

Se acerca dispuesto a pegarme pero mamá lo frena con un brazo e inclina la cabeza en señal para que me disculpe, cosa que no está en mis planes hacer. 

El chico se libera de la frenada de mi mama y se acomoda su delicada corbata y su impecable uniforme escolar, pero siempre parado, como si desconfiara de sentarse en esa silla de nuevo. 

 — Espero no tener que volver a preguntar—suelto de una buena vez apretando el puño sin quitar la vista de este cualquiera.

— Megan cariño, nos das un momento—me indica con un dedo levemente en orden para que me vaya sin despegar la mirada de este tal "Cinco".

 — Si, los adultos necesitamos hablar —abre los ojos como platos y estira sus diminutos brazos para que me retire.

— Para ser muy grande, tu altura no te favorece —digo mientras niego lentamente la cabeza y lo inspeccionó de arriba abajo chequeando su altura, que era la misma que la mía por ciento.

— Mirá quién lo dice, a quién vas intimidar con ese metro y medio—me mira de arriba abajo con enojo y cierta satisfacción, lo está disfrutando.

Empezamos a decirnos un montón de cosas más que ya no escucho, desde que crítico mi altura estoy dispuesta a darle un golpe bien merecido.

Sin darnos cuenta estábamos frente a frente con ambos brazos al costado del cuerpo y de los puños irradia un destello azul. Estoy dispuesta a soltar toda mi ira contra él en cualquier momento, cuando me doy cuenta que de sus puños también sale una luz; ambos nos habíamos dado cuenta al mismo tiempo,  pero lo habíamos pasado por alto. Toda la energía acumulada por ambos está por explotar, pero una voz nos interrumpe. 

— ¡Suficiente!




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SE PRENDIO ESTO!!!!!!!
xdxd ok este es el último capítulo de esta semana :F

el finde puede ser que no escriba :b






artsyapril🌈

Dear Five | Number Five | [#1] {PAUSADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora