35. La ventana se oculto

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~Dedicado a la queridísima Madame Weasley, por ser tan icónica y pura en cada una de sus obras.~

—¿A dónde estamos yendo, Megan? —preguntó Dot, intranquila ante la respuesta y tratando de seguirle el paso a la castaña.

—¿Te soy sincera? —inquirió irónica la nombrada, sin desprender la mirada del frente.

—No... no. Está bien —respondió la muchacha, bajando la velocidad de su caminar. Ahora toma su muñeca provocando que esta se detenga confusa—. ¿A dónde nos dirijimos? Y esperó una respuesta exacta.

—No lo sé. —replicó Megan, dándose por vencida en pensar un plan. Si estuviera Cinco todo sería mucho más fácil.

—Sígueme, entonces. Creo que si logramos llegar sin disturbios podemos ir a un lugar —dispusó, empezando a acelerar su paso de la mano de la castaña.

Megan, inmersa en la confusión, decide imitar su acción y dirijirse escaleras arriba. Dot se reuso a decir una palabra durante su recorrido.

—Dot...

—Por aquí...

Ella jala de su brazo para quedar a un costado y continuar corriendo entre la muchedumbre que le restaba importancia a su comportamiento extraño.

—Dot, espera. —dice Megan, frenando de golpe y casi haciendo que está caiga al suelo.

—No podemos detenernos, ¿De acuerdo? No quiero alarmarte —muy tarde. Da una media vuelta discreta, suspira y habla—, pero nos estan siguiendo.

—¿Quién? —preguntó mirando a sus alrededores.

—La Encargada... Por aquí.

La misma situación se repitió unas dos veces. Megan replicando y Dot señalando y huyendo de su jefa. Megan siempre estuvo poderosamente conciente de lo que huir implicaba pero a estas alturas, todo le importaba menos que la mañana en la que despertó.

Llegaron al segundo piso sin dificultad alguna. Al parecer La Encargada se divertía persiguiendo a ambas de manera lenta y tortuosa, cosa que a Dot empezaba a molestarle. Por lo que lleva a su compañía a uno de los últimos pisos para perderla de vista. El piso número tres.

Pasillos vacíos pero salones probablemente repletos de trabajadores. Dot al percatarse de su única presencia y la ausencia de la mujer de cabellos blancos, comienza a inquietarse. Y se descarga clavando sus uñas en la muñeca que sostenía de la castaña, y mirando por todo el piso a costas de las quejas de Megan.

—Esto... Esto no está bien —jadea cansada de la desesperación Dot —. No está

—¿Quién? ¿La Encargada? No creo que hayas visto bien, Dot —suspiro liberándose la joven.

—No, no es así. Estoy segura de lo que vi

—¿Sabés qué? Es mejor ir bajando y encontrar...—empieza hablando Megan, pero es apruptamente interrumpida por unos ruidos de tacones rozando la superficie del suelo de mármol—... A "mamá" —finaliza irónica.

Unos tacones de aguja rojos se hacen presentes en la escena, acompañados de un traje de lucro negro. La Encargada contaba con una cicatriz debajo de la barbilla con un gesto ganador pero a la vez innexpresivo. Dot estaba estufecta a la vez que Megan seria y dura como una roca.

—¿Y bien? ¿Algo que testificar, Dot? —habla La Encargada finalmente, y acercándose cada vez más a dónde ellas estaban, —. Quisiera una explicación de dónde está Stevens pero —hace un pausa y continúa—... No creo que sea necesaria

—Ella no tiene nada que ver, yo la obligué a que me libere —se apresura a decir Megan, en un mal momento ya que se suponía que Stevens las estaba vigilando—. La cagué, ¿No es así? —musitó en un susurro a Dot, quién se encontraba detrás suyo con una posición indecisa; está solo respondé de la misma manera.

Dear Five | Number Five | [#1] {PAUSADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora