Sra. Santis

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Alessandro…

…- ¿Y a ti que te hace pensar que permitiré que te divorcies de mí? – digo perdiéndome en los dos zafiros que tiene por ojos. Tiene la misma mirada que nuestro padre, pero con su propio brillo.
-      Vete, debo trabajar – dice pasando de mi para volver a su asiento dejando perplejo.
-      ¿me estas echando? – pregunto molesto mientras ella enarca una ceja.
-      Pero que listo – dice burlona lo que hace que mi enojo aumente – porque no vas a contar ovejas
-      No has firmado los documentos – inquiero acercándome hasta donde está, pero ella solo me observa exasperada.
-      Le diré a mi asistente que te llame cuando el abogado tenga listos los documentos -  dice volviendo su atención al computador sobre su escritorio – ahora vete, que debo comenzar a reorganizar mi vida gracias a ti, Imbécil.
- voy a quedarme aquí – me siento frente a ella tomando mi celular.
- Haz lo que quieras – dice sin volar a verme para luego dedicarse a ignorarme lo que me molesta ya que usualmente no me sucede.
Mientras ella trabaja me dedico a observarla. Es preciosa, todo en ella hace juego a la perfección, parece una muy hermosa escultura hecha con dedicación hasta el más mínimo detalle. Su madre debió ser bellísima, si a eso se le suma la belleza heredada por los West es una combinación peligrosa.
- Una foto te duraría más – comenta sacándome de mis pensamientos.
- No tienes tanta suerte – respondo y ella se vuelve a verme burlona.
- Dios me salve de tener esa suerte - responder la muy listilla. Estoy por responder cuando tocan la puerta haciendo que ella vuelva a ignorarme. – adelante – un instante después aparece su abogado con la carpeta en la mano.
- Ya todo está listo señorita – le dice acercándose a ella extendiéndole la carpeta. – permiso.
- Espere – lo detiene evitando que se vaya – quiero un testigo para lo que esté imbécil quiere hacer.
- Deja de llamarme así – la reprendo pero ella solo me muestra su dedo medio para después abrir la carpeta para leer el contenido.
- ¿Seguro de esto? – pregunta tomando una pluma que es muy familiar para mi ya que tengo la misma pero con mis iniciales. ¿Estoy seguro de esto?
La observo por un instante y siento que jamás había estado más seguro de algo en mi vida.
- Quiero que le devuelvas a mi madre lo que por derecho le pertenece – respondo aunque no se si es la razón principal.
- Voy hacer de tu vida un infierno – responde antes de plasmar su firma en los documentos sellando con esto nuestro trato. Sonrio ampliamente observándola mientras meto una de mis manos a mi bolsillo para sacar la cajita de terciopelo que compre antes de venir.
- El infierno puede convertirse en un paraíso, cuando se comparte con el demonio correcto – digo abriendo la cajita para ponerla frente a ella mientras ella me extiende la carpeta.
- ¿Crei que seriamos un secreto? – dice sorprendida viendo el anillo de compromiso y su respectiva argolla, la cual hace juego con la mía.
- Tu y yo seremos un matrimonio como cualquier otro – digo levantando mi mano para que vea mi argolla.
- No tienes tanta suerte – dice lo que me molesta.
- Veras que si – digo poniéndome de pie para apoyarme en su escrito logrando que mi rostro quede frente al suyo – eres bellísima, veleno – digo lo ultimo en italiano disfrutando viendo como sus hermosos ojos se llenan de travesura. Imita mis movimientos hasta quedar en la misma posición que yo haciendo que nuestros labios se roce.
- il più letale di tutti (el más letal de todos) – responde en un perfecto italiano que hace que mi piel se erice. Sin que me lo espere me empuja hasta que caiga sobre la silla – ¡vete!
- Te veo en dos semanas en Nueva York – me pongo de pie de  nuevo aclarándome la garganta – si no lo haces, vendré por ti y te llevaré a la fuerza. 
- Quisiera verte intentarlo – me reta enarcando su perfecta ceja.
- No quieres retarme – le digo tomando la carpeta para luego caminar hacia la puerta.
- Por que no le llevas saludo a tu queridísima ¡MADRE! – dice tras de mi lo que me hace darme la vuelta para observarla.
- ¿Por qué eso me sonó a insulto? – pregunto acercándome de nuevo a ella que se pone de pie para enfrentarme.
- Por que lo fue – responde con una hermosa sonrisa traviesa que hace que pulso se acelere.
Sin pensarlo dos veces la tomo de la parte trasera de su cuello atrayéndola hacia mi uniendo nuestros labios. La beso lentamente disfrutando del sabor de sus labios, de repente ella se aparta de mi como si quemara y sin que me lo espere  me abofetea fuerte.
- Mantente lo más alejado de mi que sea posible – dice mientras la observo furiosa y juro que jamás he visto nada más hermoso.
- Deberás acostumbrarte señora Santis – digo tomándola de la cintura para pegarla a mi cuerpo – por que haré mucho más que besarte – le doy un casto beso antes de separarme de ella. – dos semanas.
- Vete a la mierda – dice furiosa y yo solo sonrio caminando hacia la puerta.
Salgo de la oficina con una enorme sonrisa en el rostro al saber que esto será divertido. Unos minutos después me subo al auto y mientras el chófer conduce al aeropuerto decido echarle un vistazo a los documentos. Pero hay dos que llaman mi atención, hay una renuncia a la herencia que le dejó nuestro padre y la cual se la da a Kristen West. También hay otro en que renuncia a todo lo que pueda tener derecho si nuestro matrimonio se disuelve.
- Hay demonio – digo tomándolos para luego rasgarlos mientras sonrio – esto será interesante.

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