Mi Esposa

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- Eres un idiota – le digo a lo que él me observa sonriente.
- Comunícate con mi asistente y que lleve el equipaje de mi esposa a nuestro apartamento – dice a Jacobo sin dejar de verme – iremos a cenar.
- ¿Y a tu quien te dijo que quiero ir a cenar contigo? – pregunto pero me doy cuenta que no estamos solos – nos vemos aquí mañana para comenzar con las reformas y comunícate con su asistente para que lleves mis cosas.
- Que descanse señorita – se despierten
- Señora – gruñe Alessandro y yo ruedo los ojos.
- Descansen, nos vemos mañana – los despido hasta que nos quedamos solos - ¿piensas que haré todo lo que digas?
- Si – responde sin más lo que me hace enojar – eres mi esposa y deberás hacer lo que yo diga. – estallo en un sonora carcajada.
- Por que no te compras un perro o te consigues una perra – digo con doble sentido y parece entender por qué frunce el ceño.
- Puedes ser mi perra – dice tomándome de la cintura para pegarme a su enorme cuerpo.
- Soy un Demonio, no una perra jamás lo olvides – respondo caminando hacia el ascensor - quiero fideos chinos.
Subimos al ascensor y yo me paró en el fondo lo más alejada de él. Alessandro por su parte se pone frente a mi dándome la espalda y juro que siento como mi sexo se contrae. Madre santa, puedes darme la espalda siempre. Debe ser pecado verse tan guapo enfundado en ese traje de tres piezas que abraza su cuerpo a la perfección.
Por que este imbécil tiene que ser tan perfecto. Todo en el combina a la perfección y hacen que su porte sea imponente. Alessandro es un hombre que jamás pasa desapercibido, posee una belleza nata y una sensualidad arrebatadora.
- ¿Habías estado antes aquí? – pregunta sacándome de mi pensamientos.
- Por supuesto, tengo negocios en la ciudad – respondo sin más desviando la mirada hacia la pantalla donde se marcan los pisos.
- ¿Por que jamás habló de ti? – pregunta y yo sonrió negando con la cabeza.
- Por que así lo quise – respondo suspirando al ver que llegamos al lobby – una vez cuando era adolescente conocí a tu madre y la  idea de estar cerca de ella no era muy atractiva. – respondo con sinceridad. Mi padre siempre me habló de Kristen pero una cosa era lo que él me decía y otra cosa fue conocerla desde aquel encuentro ella siempre creyó que era amante de mi propio padre – además, me gusta Londres.
Al salir del ascensor notó que ha oscurecido y la noche está un poco fría. A medida que acabamos a la salida me abrazo a mi misma sintiendo frío, pero de repente siento algo cálido sobre mis hombros. Levanto la mirada encontrándome con esos hermosos ojos cafés observándome.
- Gracias – digo mientras caminamos hasta un hermoso Roll Royce negro del que se baja un hombre para abrirnos la puerta trasera.
- Logan, mi esposa Zafiro – me presenta Alessandro con una enorme sonrisa.
- Mucho gusto señora – responde el hombre de más o menos la misma edad de mi esposo. Le sonrio antes de entrar luego, Alessandro lo hace sentándose junto a mi. Le indicó a donde vamos a ir antes de que se ponga en marcha.
Durante el camino me dedico a observar la ciudad sintiendo como el cansancio me embarga haciendo que cierre los ojos quedándome dormida sin darme cuenta.
Me renuevo sintiendo algo muy cálido bajo mi cuerpo y la comodidad que siento es indescriptible, por lo que me niego abrir los ojos. Pero de repente el sonido del celular hace que abra los ojos lentamente.
- Pero que demonios – exclamó sentándome de golpe viendo al magnifico hombre acostado junto a mi.
Alessandro se encuentra acostado con el dorso desnudo lo que hace que pase saliva. Diosito, por que eres tan injusto – pienso para mi misma – como pudiste darle tanta belleza a un solo hombre.
- Pero que pervertida – dice abriendo los ojos mientras sonríe.
- No eres la gran cosa – respondo poniendo me de pie escuchando su carcajada resonar por todo el lugar. - ¿por qué estoy vestida con una de tus camisas?
- Te ves muy caliente con ella puesta – responde observándome de pies a cabeza – te quedaste dormida por lo que la ropa que tenías no era muy cómoda y no quería despertarte. – por cierto, lindos tatuajes. – le muestro el dedo medio a lo que él ríe – creí que eras una señorita.
- Y yo que tú eras un hombre – respondo a lo que él de un rápido movimiento me toma de la mano para ponerme bajo su enorme cuerpo.
- ¿Quieres que te demuestre que tan hombre soy? – dice moviendo su cadera haciendo que sienta su hombría más que lista.
- Firma el divorcio – respondo a lo que el frunce el ceño haciéndose a un lado – donde esta el baño.
- La puerta de la derecha – me vuelvo a ver las puertas y por primera vez me fijo en la belleza del lugar.
La habitación está decorada en tonos blancos y grises, hay una pequeña sala frente a la cama de color negro, todo hace juego a la perfección pero lo realmente impresionante es la vista a Central Park.

-	Puedes cambiar lo que quieras – escucho a Alessandro teclear en su celular

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- Puedes cambiar lo que quieras – escucho a Alessandro teclear en su celular.
- No me quedaré tanto tiempo- respondo antes de entrar al cuarto de baño que es de ensueño para mi.
Es completamente negro como el de mi casa en Londres, veo que hay un gran espejo que es corredizo y da a un enorme closet donde veo que mis cosas ya están.

-	Pero que eficiente – murmuró volviendo al cuarto de baño donde rápidamente me desnudo antes de entrar a la mampara y darme una ducha

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- Pero que eficiente – murmuró volviendo al cuarto de baño donde rápidamente me desnudo antes de entrar a la mampara y darme una ducha.
Mientras lo hago sonrio al ver mis cosas de aseo junto a las suyas, pero rápidamente sacudo la cabeza sintiéndome una tonta. No puedo enamorarme de ese imbécil, este matrimonio es falso y en un año todo volverá a la normalidad pienso mientras continuo duchándome hasta que siento unas manos rodear mi cintura.
- ¿Pero que haces imbécil? – me doy la vuelta para enfrentarlo.
- Debemos consumar nuestro matrimonio – besa mi cuello haciéndome estremecer.
- Recuerda que esto – nos señaló – no existe, que si estamos casados fue por que me amenazaste y para conseguirle el dinero a tu madre – frunce el ceño observándome a los ojos – así que mantén tus manos alejadas de mi. Consiguiente una puta para que satisfaga tus necesidades – digo tratando de pasar por su lado pero de un rápido movimiento me toma del cuello pegándome a la mampara y acercando su boca a la mía.
- Tu eres mi puta – dice pegando sus labios a los míos- será un año realmente interesante.

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