Demonio

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- ya les di lo que querían, no hay motivo para que sigamos con este matrimonio – sonrio observándola ya que me causa muchísima gracia lo que acaba de decir. Rápidamente la tomo de la cintura pegándola a mi cuerpo y la apretó un poco fuerte cuando trata de alejarse.
- Eres bellísima – digo acercando una de mis manos a su rostro y es verdad. Ella parece un jodido Ángel – me darás hijos bellísimos. – la veo estallar en una sonora carcajada lo que me molesta. De un rápido movimiento la siento sobre mi escritorio dejándome en medio de sus piernas.
- No le veo la gracia – digo acariciando su espalda sobre la ropa hasta encontrar una parte de su piel desnuda.
- Deja de tocarme – dice molesta a lo que beso su cuello.
- Por que dejaría de hacerlo. Eres mi esposa – respondo observándola a los ojos. – y tendrás que acostumbrarte por que lo seremos por un buen tiempo.
- Ya tienes lo que querías – inquiere visiblemente molesta.
- Bruno dijo que debíamos permanecer casados por lo menos un año – miento y ella endurece la mirada.
- ¿Un año? – pregunta fastidiada lo que hace que me aleje de ella como si quemara.
- 365 días – respondo a lo que ella estalla en una sonora carcajada - ¿qué te pasa?
- Quien eres, Massimo Torricelli – vuelve a reír sujetándose el estómago.
- ¿Quién? – pregunto acercándome de nuevo a ella furioso de que me compare quien sabe con quien.
- Olvidalo – trata de bajarse pero la tomo de la cintura haciendo que enrede sus piernas en mi cintura. – suéltame
- Me gusta tenerte así – camino con ella hasta la puerta de mi oficina para después salir de allí importándome una mierda quien pueda vernos.
- Bájame – pide mientras camino hacia el ascensor.
- No, voy a llevarte al lugar al que deberás mudar tus empresas – digo a lo que ella enarca una ceja para luego rodar los ojos.
- Ya está todo listo – responde ella intentando bajarse - ¿puedes bajarme?
- Me gusta tenerte así – vuelvo a besar su cuello.
- Deja de hacer eso – gruñe molesta a lo que sonrio.
Cuando llegamos a los pisos que destine para ella, tres más debajo de donde se encuentra mi oficina. Salgo del ascensor para luego bajarla, ella camina directo al ventanal que regala una magnífica vista de la ciudad.
- ¿Cuántos? – pregunta caminando por el lugar y yo sonrió.
- Cinco pisos que distribuirás como gustes – respondo a lo que ella asiente con la cabeza. – pero tu oficina estará junto a la mía.
- ¿Qué? – se vuelve a verme molesta - ¿por qué?
- Por que yo lo digo – respondo a lo que ella ríe.
- Deberías comprarte una muñeca inflable – dice acercándose a mi de forma sensual lo que hace que mi cuerpo reaccione. – pondré mi oficina donde a mi se me pegue la gana, si no te parece. Te jodes. – sin más se da la vuelta tomando su celular del bolsillo trasero de su pantalón. – llama a Teodoro y Juliana – habla mientras camina por el lugar – traigan al equipo que tenemos mucho trabajo. – sin más cuelga para luego volverse hacia mi – vete, tengo trabajo que hacer. – sus palabras me dejan perplejo.
- ¿Me estás echando? – pregunto a lo que ella enarca una ceja.
- Pero que listo – aplaude riendo – vete que mi equipo debe estar por llegar.
- Manda a que lleven tus cosas a mi apartamento y me vas a esperar – digo a lo que ella enarca una ceja.
- Lo que digas – responde viendo su celular, levanta la mirada observándome - ¿qué esperas? - La tomo del rostro atrayéndola a mi besándola, pero me apartó como su quemara ya que el sabor de su boca comienza a gustarme.
- Demonio – digo pegando mi frente a la suya – el más hermoso de ellos.

Zafiro…

Observo la profundidad de sus ojos y el escalofrío que siento me asusta. Me alejo de él agradeciendo que mi celular suene en ese momento, veo que se trata de mi asistente.
- Largo – le digo dándome la espalda para contestar – dime – contesto alejándome de él.
- Señorita, estamos subiendo en el ascenso – me informa a lo que asiento con la cabeza aunque él no pueda verme.
- Los espero – contesto caminando por el lugar dándome cuenta de que estoy sola cosa que agradezco – papá, ¿qué me hiciste? – suspiro observando la hermosa ciudad – en que pensabas cuando pusiste esa cláusula.
Entonces un recuerdo viene a mi mente de cuando estaba pequeña. Una tarde mi nana me trajo a la ciudad y fuimos directo a la empresa de papá. Cuando llegamos frente al enorme e edificio vimos a mi padre salir junto a Alessandro y en ese momento se convirtió en mi primer amor, aunque hay más de diez años de diferencia. En ese momento soñaba con él pero a media que crecía ese “amor" desapareció. Me convertí en una exitosa y muy sensual mujer. Aunque dejo admitir que me encanta cuando me pega a su cuerpo de forma posesiva y sus besos me dejan con el pulso acelerado. Pero es algo que no puedo permitirme, no puedo enamorarme de ese hombre.
- Señorita – la voz de Jacobo me saca de mis pensamientos, me vuelvo a verlo y sonrio al notar que todo mi equipo de trabajo listos para mi.
El resto del día nos enfocamos en la reforma de cada uno de los pisos que Alessandro me dio. Amo mi trabajo por lo que me enfoco de lleno en el cuando lo hago. Así que no me doy cuenta en que momento se los pasa el día hasta que veo a mi ahora esposo recostado a una columna observándonos.
- Hola de irnos – dice acercándose a nosotros. –¿no vas a presentarnos?
- Por que lo haría – respondo encogiéndome de hombros.
- Alessandro Santis – se presenta a lo que yo ruedo los ojos – su esposo.
- Por un año – inquiero observándolo – Jacobo mi asistente. Charlotte, Jason y Carlos. Mi equipo de trabajo personal.
- Un gusto señor – responden todos al unísono. Veo que saca una tarjeta de su saco y se la extiende a Jacobo.
- Comunícate con Axel, mi asistente – dice a lo que endurezco la mirada – deben convertirse en los mejores amigos a partir de hoy.

SANTISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora