Obediencia

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- ¿Quién dijo que no es así? – estallo en una sonora carcajada al escuchar a mi nana. – amor, hay algo que no sabes y si prestaras más atención a los detalles lo entenderías. – la observo confundida pero decido dejarlo pasar.
- Prestarme tu celular - digo terminado de comer y ella me lo extiende, pero cuando lo voy a tomar lo aleja.
- Voy hacerte una pregunta y quiero que la respondas con total sinceridad – dice mientras enarco una ceja interrogante – puedes mentirme pero ¿podrás hacerlo a ti misma?
- Dime
- ¿Por qué te casaste con Alessandro? – pregunta mirándome a los ojos.
- Él me obligó – respondo sin más a lo que ella sonríe negando con la cabeza mientras me entrega el celular.
- Repítelo en tu mente hasta que te lo creas- dice acercándose a mi besando mi frente para luego recoger los platos. La observo confundida, ¿qué quiso decir con eso?
Niego con la cabeza desviando la mirada hacia el teléfono buscando en número de Bastián, cuando lo encuentro me pongo de pie llamando mientras camino a la terraza.
- Alicia – contrata preocupado - ¿está todo bien?
- No te preocupes que no sucedió nada – respondo observando la ciudad.
- Nena, no sabes cuanto lo siento – dice y en su tono de voz puedo notar lo arrepentido que esta.
- Quiero que hablemos, necesitamos aclarar lo que sucedió – digo observando la hermosa ciudad ante mi.
- Podemos almorzar mañana – sugiere a lo que yo niego con la cabeza aunque no pueda verme.
- ¿Qué te parece un helado ahora? – pregunto sintiendo el viento acariciar mi rostro.
- Paso por ti… - comienza a decir pero lo interrumpo.
- Nos vemos en Times Square – digo mirando hacia el interior – dentro de quince minutos.
- Allí te espero – sin más cuelgo volviendo a entrar.
- No tardes, por que Alessandro podría despertar- dice mi nana mientras pasó por su lado rumbo a la habitación.
- No te preocupes- digo antes de subir las escaleras. Entro con sumo cuidado directo al closet, donde me cambio el pijama a un conjunto deportivo y tenis. Tomo mi billetera pero dejo mi celular.
Cuando camino junto a la cama me detengo un instante a ver al magnifico hombre profundamente dormido y de repente la pregunta de mi nana viene a mi mente. ¿Por qué acepté casarme con él?
Sacudo la cabeza alejando esos pensamientos para luego salir se la habitación y del apartamento. Conduzco rápidamente hasta aparcar a una manzana del lugar pero cuando me bajo observo a Bastián recostado en su auto vestido de forma similar a mi.
Al verme se acerca rápidamente a mi abrazándome fuerte pegándome a su cuerpo.
- Lo siento tanto – dice y yo también lo abrazo fuerte aunque lo que siento no es igual a lo que sentía hace unos meses – mira  como te deje – dice cuando nos separamos mientras acaricia mi labio partido. – soy un animal
- No lo hiciste a propósito -respondo mientras comenzamos a caminar en busca de una heladería.
Caminamos en silencio hasta el Times Square viendo a las personas ir y venir fascinados por lo que ven. Cuando encontramos algo para comer vamos a sentarnos por los dos sabemos que tenemos que hablar.
- ¿Te está obligando? – pregunta y yo me vuelvo a verlo- por que si es así, sabes que haría cualquier cosa por ti – suspiro mientras niego con la cabeza.
- Había una clausula en el testamento se nuestro padre – explicó observándolo.
- ¿qué sientes por él? – pregunta realmente interesado en mi respuesta.
- No lo sé – respondo por que no se que más decir.
- Ven conmigo – dice sosteniendo mi mano – lo que sea que esté pasando podemos solucionarlo.
- siempre hemos sido sinceros – él asiente con la cabeza – no se que siento por Alessandro – lo tomo de la mano respirando profundamente – pero si se que siento por ti y no es igual a lo que sentía. – me sonríe dándome un leve apretón en la mano.
- Ya lo habla notado – dice riendo divertido – resolviste un golpe por él. - río mientras niego con la cabeza – quiero que sepas y tengas presente que te amo
- Bastián – digo pero me detiene poniendo un dedo en mis labios.
- Eres la mujer de mis sueños y voy a estar para ti siempre – toma mis manos para besarlas – te amo, pero se que tu corazón no se acelera por mi y lo entiendo.
- Lo siento – mis ojos se llenan de lágrimas por que soy una tonta. Se que mi vida sería perfecta junto al hombre frente a mi.
- El corazón tiene extrañas formas de actuar que la mente jamás podrás  entender – dice con una hermosa sonrisa – tienes todo mi apoyo sin importar que. – lo abrazo fuerte sintiéndome una idiota por renunciar a un hombre como Bastián.
Al volver al apartamento veo que todo está oscuro y en silencio, camino lentamente rumbo a las escaleras que conducen a la habitación cuando la luz de una lámpara de enciende.
- ¿Donde estabas? – la voz de mi esposo me hace detener en el primer escalón. Suspiro y me vuelvo a verlo, pero no estaba preparada para la imagen frente a mi.
Se encuentra sentado en una de las sillas de la barra del desayuno vestido únicamente con unos bóxer negros, su cabello despeinado y con una mirada furiosa que me excita de una forma indescriptible.
- Te hice una pregunta – responde poniéndose de pie para acercarse a mi.
- Necesitaba hablar con Bastian – respondo mirándolo a los ojos y me deleitó cuando estos se llenan de un brillo hipnotizante.
- ¿Y me lo dices así? – pregunta furioso tomándome de la cintura pegándome a su cuerpo.
- Por que te mentiría – pregunto abrazándolo por en cuello – es tu problema como reaccionas. – junto sus labios con los míos en un beso intenso ya que mi cuerpo reacciona al suyo de una forma que jamás me ha pasado antes.
- No quiero que vuelvas hablarle- dice furioso desnudándome y yo a él.
- Te jodes, por que tu no vas a decirme con quien debo o no hablar- respondo mientras me toma de la cintura caminando conmigo hasta la barra. Me da la vuelta para quedar frente a esta.
- Ya lo veremos – responde besándome el cuello mie tras uno de sus dedos se introduce en mi interior – me encantas – dice en mi oído mientras comienza a penetrarme lentamente haciéndome sentir cada centímetro de miembro.
- Alessandro – jadeo cerrando los ojos.
- Soy tu esposo y deberás obedecerme – dice penetrándome lenta pero profundamente.
- Ni en tus mejores sueños – jadeo al sentir sus manos en mis pechos.
- Tu eres el mejor de ellos…

SANTISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora