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Zafiro West

Observo la lluvia caer desde el enorme ventanal de mi oficina deseando con todas mis fuerzas que el teléfono suene con la misma llamada que recibí durante toda mi vida, pero que hace ya una semana no llega. Siento como una lagrima rueda por mi mejilla al recordar que esa llamada jamás volverá a llegar, desde la muerte de mi padre me siento completamente sola. Siempre fuimos los dos y su muerte me ha dejado a la deriva.
Mi padre siempre fue honesto conmigo y siempre me dijo la verdad sobre su vida en Nueva York. Me hablo sobre su matrimonio con Kristen, sobre Alessandro y cuando estuve lo suficientemente mayor me dio a elegir si quería o no ser parte de su familia. Yo le dije que él y yo éramos una autentica familia, que no necesita todo el drama que traería el que se supiera de mi existencia y ahora quiere que me case con el imbécil de Alessandro.
- Señorita – la voz de mi asistente me saca de mis pensamientos, me vuelvo a verla y veo que se encuentra junto a Alessandro.
- Déjanos a solas – pido observándolo al imponente hombre frente a mi.
Es inútil negar lo atractivo que es el imbécil  frente a mi. Es enorme, debe medir poco más de metro noventa, su cabello castaño hace juego a la perfección con sus hermosos ojos cafés. Es simplemente perfecto lo que me complica las cosas.

-	¿Qué quieres? – digo cuando mi asistente sale

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- ¿Qué quieres? – digo cuando mi asistente sale.
- Vengo a que firmes esto – me extiende una carpeta negra.
- No voy a firmar nada que venga de ti – lo reto con la mirada y él me sonríe haciendo que el aliento abandone mis pulmones – así que lárgate, Pierdes tu tiempo.
- No, quiero que firmes el maldito documento o de lo contrario haré de tu vida un infierno – dice firmemente y yo río a carcajadas.
- Me gustaría ver eso – respondo burlona lo que parece molestarlo, tomo la carpeta para ver se que se trata y al hacerlo frunzo el ceño para después lanzársela.
- ¡ESTAS DEMENTE!! – grito furiosa mientras él se acerca a mi.
- No y tú vas a firmar ese documento – dice tomándome de los brazos para mirarme a los ojos.
- No voy a casarme contigo – respondo soltándome bruscamente de su agarre.
- Lo harás, de lo contrario filtrare una noticia en la que serás la amante de nuestro padre – dice muy seguro se sus palabras a lo que yo río.
- Hazlo, tengo muchas formas de desmentir dicha afirmación – inquieto segura caminando hacia el minibar.
- Voy a dañar la reputación de tu madre – dice tras de mi a lo que me doy la vuelta para enfrentarlo.
- ¿Enserio? – pregunto enarcando una ceja – soy el secreto mejor guardado de nuestro padre, así que dudo que exista alguna prueba de la identidad de mi madre. – lo veo sonreír mientras me observa.
- Sin duda eres una West -  comenta sin apartar sus ojos de los míos – y serás una digna señora Santis.
- Ni en tus mejores sueños – respondo bebiendo un poco de vino que me acabo servir.
- Sabes, durante esta semana he tenido la oportunidad de ponerme al día de los negocios de nuestro padre – comienza hablar caminando hasta mi silla para luego sentarse observándome – descubrí que hay una fundación ligada a esta empresa – abro los ojos como platos – también descubrí que han estado sacando dinero de la empresa de nuestro padre por esa fundación y ya que tu eres su representante legal.
- Eso es una vil falacia – inquieto molesta ya que esta insinuando que soy una ladrona – como bien lo dijiste, soy representante legal de la fundación y por ende soy quien está al tanto todos y cada uno de los momentos de esta.
- Pero soy yo quien esté momento esta frente al Holgind West por lo que puedo hacer cualquier cosa y eso incluye el enviarte a prisión por ladrona – dice poniéndose de pie para ir a recoger la carpeta con los documentos para luego ponerlos frente a mi – escucharme bien lo que voy a decirte por que solo lo haré una vez – dice tomándome del rostro para que lo observe – primero vas a firmar los documentos en esta carpeta que te convierten automáticamente en Zafiro Santis, mi ESPOSA. Segundo, te daré exactamente dos semanas para que mudes tu empresa a Nueva York, más exactamente al mismo edificio del grupo Santis y por último. Firmaras los documentos de la herencia donde se estipula que Kristen West es propietaria del 20% de la herencia.
- Puedes irte muy a la mierda – digo furiosa soltándome de su agarre.
- ¿Quieres retarme? – pregunta burlón lo que hace que me enoje aún más – recuerda que siempre has sido una niña de papi. Por lo que no sabes como es en realidad el mundo. Si bien eres brillante en lo que haces y te forjaste un nombre por ti misma, siempre tuviste el respaldo del apellido West – mi respiración se acelera y en este momento quiero golpearlo – una vez que te acusé por robo y estafa, yo mismo me encargaré de que TODO el mundo lo sepa. Para cuando demuestren tu inocencia. Tu reputación estará por el piso uno te quedará de otra que venderte como una puta para sobrevivir, por que aunque seas inocente, sabes como son las cosas en el mundo en el que nos criamos y sabes lo que abarca una reputación como la que me encargaré de darte si no firmas en maldito documento. – lo abofeteo con todas mis fuerzas mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas.
- Todo esto por una mujer que nunca te ha valorado y la cual solo te ve como un valioso objeto digo tomando la maldita carpeta y mi pluma para firmar los documentos. Antes de hacerlo tomo en teléfono de mi oficina para pedirle a mi asistente que nuestro abogado venga lo antes posible.
- ¿Para qué quieres un abogado? – pregunta Alessandro molesto y yo le sonrió mientras le enseño mi dedo medio, justo en el momento que tocan la puerta.
- Adelante – digo y veo que entra mi abogado junto a mi asistente.
- Buenas tardes señorita West – me saluda el abogado.
- Quiero que revise estos documentos y que redacte uno lo antes posible – digo entregándole la carpeta – quiero que redacte un documento en el que yo Zafiro West renunció a mi parte de la herencia West y a todo aquello que pueda tener derecho siento esposa de Alessandro Santis.
- Salga de aquí – ordena fuerte Alessandro haciéndome sobre saltar. El abogado se vuelve a verme y yo asiento con la cabeza.
- No tarde que es importante que esos documentos estén firmados hoy mismo – digo ignorando la mirada asesina que me lanza Alessandro.
- No redactara nada – ordena pero yo asiento con la cabeza al abogado que se va dejándonos solos. – no vas a firmar eso.
- Si no quiero casarme contigo, que he hace pensar que querré algo de ti cuando nos divorciamos – digo acercándome a èl de forma retadora.
- ¿Y a ti que te hace pensar que permitiré que te divorcies de mi?

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