Barbie

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Alessandro…

La observo salir de la dicha y sonrio aunque este molesto por su rechazo pero se que no le soy indiferente. Me ducho rápidamente, para después salir desnudo e ir al closet donde la encuentro ya vestida aunque se esta maquillando.
- Quiero que te cambies – digo furioso al verla enfundada en un vestido de jean muy corto y que marca sus curvas a la perfección a juego con unos tenis blancos.

-	¿Por qué? – pregunta importándole una mierda que esté furioso

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- ¿Por qué? – pregunta importándole una mierda que esté furioso.
- Por que yo lo digo – enarca una ceja de forma retadora.
- Te recomiendo que te compres una Barbie, así puede vestirla como desees – responde volviendo su atención al espejo lo que me enfurece.
- Zafiro – gruño a modo de advertencia y ella se vuelve a verme.
- ¿No te gusta como estoy vestida? – señala su cuerpo y yo niego con la cabeza. Se ve demasiado sensual y solo yo puedo verla así. Abro los ojos como platos ante la estupidez que acabo de decir – pues te jodes, por que no estoy aquí para complacerte.- sin más toma sus cosas dispuesta a irse.
- ¡soy tu esposo! – grito mientras ella camina hacia la puerta mostrándome el dedo medio.
- No por voluntad propia – responde antes de salir dejándome furioso - ¡MALDICIÓN! – grito furioso mirando hacia la puerta - ¿papá que te hice para que me dieras este castigo?
- Pudiste negarte – escucho la voz de mi esposa entrando de nuevo al closet – puedes firmar el divorcio y así te libras de mi – camina hasta donde están sus bolsos y cambia el que ya había elegido. – me voy, tengo mucho trabajo que hacer.
- Tienes que esperarme – digo molesto y es que comienza a dolerme la cabeza. Ella estalla en una sonora carcajada observándome.
- Tengo que morirme – responde caminando hasta ponerse frente a mi – ya te dije. Consigue un perro o perra – hace énfasis en la ultima palabra – que siga tus órdenes.
Sin más sale del closet dejándome con una enorme sonrisa pero a la vez muy confundido. Esto jamás había sucedido, las mujeres por lo general siempre de desviven por complacerme. Pero Zafiro, a ella le importa una mierda lo que diga y eso me jode por que no se como manejar la situación.
Termino de vestirme y llamo a mi asistente para saber si mi dolor de cabeza ya está en la empresa.
- Si señor, la señora Santis hace poco llegó – me informa Axel pero yo solo me delito con la forma por la que la llamo. Señora Santis. – su madre está esperándolo.
- Voy saliendo, pídeme por favor algo para desayunar,  envíale café a mi esposa y sus empleados – digo antes de colgar saliendo de la habitación y luego del apartamento. Mientras voy en el auto trato de comunicarme con Zafiro pero ella simplemente ignora mis llamadas.
- A este paso vas hacer que envejezca antes de tiempo – murmuró observando el teléfono.
Al llegar a la empresa camino directo a mi oficina haciendo un esfuerzo sobre humano por no ir a verla, pero mi madre me espera y quiero hablar con ella.
Cuando el ascensor se abre veo a mi asistente esperándome con un vaso de café en la mano. Veo que trata de hablar pero la detengo mientras camino hacia mi oficina.
- ¿mi esposa cuando comenzara reformar su oficina? – pregunto deteniéndome frente a la que será su oficina, junto a la mía.
- Disculpe señor – dice ella nerviosa – justo hoy comenzaron con la reforma…
- ¿Y dónde están? – pregunto abriendo la puerta encontrando el lugar vacío, entonces caigo en cuenta – ¿no va hacer aquí?
- No señor – responde nerviosa mientras yo camino hacia mi oficina tratando de calmar mi molestia.
- Llámala y dile que la quiero aquí en quince minutos – ordeno antes de entrar encontrándome de frente con mi madre.
- Me quieres explicar, ¿que demonios hace la bastarda en Nueva York? – el brillo de sus ojos me deja ver lo molesta que se encuentra.
- Es mi esposa y por ende estará a mi lado – respondo pasando por su lado para sentarme en mi silla.
- ¡NO ES TU ESPOSA! – grita fuera de si – solo serán seis meses. La quiero fuera de Nueva York y que ocultes esto.
- No – respondo y ella me observa perpleja pero se repone rápidamente.
- ¿No? ¿Acabas de decirme que no? – pregunta con fingida tranquilidad – no olvides gracias a quien eres lo quien eres ahora, no olvides quién te saco del infierno en el que vivías en Italia.
- Cedric West, fue quien lo hizo – respondo y ella me da una fuerte bofetada justo cuando se abre la puerta dejando ver a mi esposa.
- Pero que le pasa – dice acercándose rápidamente a mi enfrentando a mi madre.
- ¿Qué haces tú aquí? – pregunta furiosa observándola.
- Es la empresa de Alessandro y da la casualidad que Alessandro es mi esposo – responde retándola – fuera de aquí.
- ¿Disculpa? – la sorpresa en los ojos de Kristen es grande – no eres quien para echarme de la empresa de MI hijo.
- No sabía que las hienas como usted tienen instinto de madre – abro los ojos como platos observando a mi pequeño dolor de cabeza – al parecer la edad le está afectando, SEÑORA. Por que le acabo de decir que su “hijo” – hace comillas con los dedos – es MI esposo por ende tengo todo el derecho de sacarla de esta empresa. – mi madre ríe cínicamente.
- Derecho que perdiste al renunciar a todo lo que este “matrimonio” – imita su acción mirándola con superioridad – pudiera otorgarle.
- Vete – digo ya que no voy a permitir que nadie, ni siquiera ella humillen a mi esposa.
- Alessandro – dice sorprendida y muy molesta.
- Luego hablaremos, tengo un asunto muy importante que tratar con MI esposa – sin más se da la vuelta para salir de la oficina dando un portazo.
Cuando nos quedamos solos, Zafiro se aleja de mi dándome la espalda pero puedo notar que se encuentra molesta.
- Zafiro… – trato de hablar, pero ella se da la vuelta observándome.
- ¿de que quieres hablar? – pregunta ignorando por completo lo que iba a decirle.
- Siento mucho lo que ella acaba de decir – respondo y ella ríe sarcástica.
- No dijo nada que no fuera cierto…

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