━XII. ¿Piensas en tu familia?

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CAPÍTULO DOCE
¿PIENSAS EN TU FAMILIA?
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LORELEI LIBERÓ EL AIRE de sus mejillas mientras se sentaba en lo oscuro de el pozo con la espalda apoyada incómodamente contra la pared rocosa

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LORELEI LIBERÓ EL AIRE de sus mejillas mientras se sentaba en lo oscuro de el pozo con la espalda apoyada incómodamente contra la pared rocosa. Había reunido un montón de pequeñas rocas y había estado arrojando a el lado opuesto de su celda distraídamente para deshacerse de su aburrimiento. Pero sabía que tres días en el pozo era mejor que las incógnitas del Laberinto.

Por más tranquila que pudiera haber estado, se sintió un poco asfixiada por el aire espeso y bochornoso que la rodeaba y una sensación de claustrofobia la carcomía. No podía familiarizarse con su alrededor, por lo que apretaba las uñas contra las palmas de sus manos y tiraba constantemente de su cabello. Pero a pesar de todo eso, se las había arreglado para mantener la cordura.

Al escuchar un par de pasos acercándose, su atención fue inmediatamente apartada de las rocas y sus ojos observaron a la persona detrás de las barras de bambú que la encerraban. La pequeña fracción de luz desapareció y fue reemplazada por una pequeña y regordeta sombra y una mata de rizos.—¿Te apetece compañía?—ofreció Chuck con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Hola, Chucky.—la rubia exhaló una risita y sus ojos brillaron hacia él mientras asentía.—Si, algo de compañía sería genial.—observó al joven sentarse en el suelo con las piernas cruzadas. Mirando a su alrededor casi con sospecha, se metió la mano en el bolsillo y sacó una porción de pan envuelta en una fina hoja de tela color beige.

—Es todo lo que pude conseguir, lo siento. Pensé que tendrías hambre.—dijo y le pasó el trozo de pan a través de los barrotes, Lorelei lo aceptó sin dudarlo y se apresuró a llevar un trozo en su boca, haciendo que sus mejillas se agrandaran como una ardilla. El niño rió entre dientes ante la vista de ella.

—Gracias, Chuck. No tenías que hacer eso por mi.—ella respondió a pesar de que su boca estaba llena de comida. Si alguien lo atrapaba, podría meterse en problemas, pero aún así se arriesgó. Sabía que le iba a agradar este niño.

—No es nada.—se encogió de hombros con otra sonrisa, sus dedos tocaban las brinzas de hierba a su alrededor, rasgándolas individualmente en diminutos copos.—Me alegra de que no hayas sido desterrada. Robbie tiene una seria costumbre de reaccionar exageradamente a las cosas y, todo el mundo lo sabe.

—No puedo creer cuántas personas me salvaron el trasero hoy.—admitió Lorelei, después de tragar su comida mientras negaba con su cabeza con incredulidad.—Pensé que todos me odiaban.

—De ninguna manera, eres genial...—Chuck contestó alegremente.—Más genial de lo que crees.

—Nah, sé que soy bastante genial.—bromeó Lorelei con una suave sonrisa que hizo que se formara un hoyuelo en una de sus mejillas.—Hoy me di cuenta de que soy mucho más que eso.

Después de reír, sus voces se calmaron en un cómodo silencio. Pero cuando Lorelei volvió a mirar los ojos del niño, pudo ver que algo sombrío se escondía detrás de ellos, llenos de desánimo, tristeza y decepción.—Hey.—llamó su atención una vez más, frunciendo el ceño.—¿Qué pasa?

—Nada.—el niño rió entre dientes, ajustando su trasero a la tierra debajo de él. Se ganó una mirada de casi enojo por eso.

—Vamos, Chucky, puedo verlo en tus ojos. Algo está rondando en el fondo de tu mente y tienes demasiado miedo de abrirte...—Lorelei mordió su labio inferior mientras hacía una pequeña pausa. Después, continuó.—No nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero creo que sabes que no juzgaré ni le contaré a nadie lo que me digas. Así que... háblame.

Luchando contra sus pensamientos, Chuck gruñó para sí mismo de manera casi inaudible.—Es difícil... despertarse todos los días y estar aquí.—contestó, mirando a su alrededor.—No puedo evitar preguntarme en dónde están mis padres, si me extrañan, si es que están vivos. Qué recuerdos tenía con ellos. Es estúpido, lo sé.

—No es estúpido, en lo absoluto.—Lorelei lo tranquilizó, subiendo las piernas hasta su pecho para descansar los brazos y la barbilla en sus rodillas.—Estoy seguro de que muchos aquí tienen los mismos pensamientos que tú. Por supuesto que nos preguntamos...—se detuvo al ver sus orbes marrones envueltos en lágrimas.—Pero nos tenemos el uno al otro, y ahora eso es todo lo que importa, supongo. Pero Chuck...—ella estiró una mano hacia él y el niño la tomó.—Tus padres están pensando en ti cada segundo de todos los días, lo sé. Y te quieren mucho. Solo aférrate a eso, ¿de acuerdo?

—Si...—parpadeó y con el torso de su brazo se quitó las lágrimas y le dio una débil sonrisa a la rubia que volvía a morder su pan.—¿Qué hay de ti? ¿Piensas en tu familia?

La pregunta la tomó por sorpresa. Su cerebro la hizo recordar el suelo que tuvo sobre Maddison y Ava Paige, dos personas que aparentemente eran su sangre y carne. Maddison, su madre. Ava, su abuela. Tenía una pequeña idea de lo que fue su vida antes de llegar al Claro, pero no era exactamente buena. De hecho, hacía que el estómago de Lorelei se revolviera, o, ¿debería decir Elena?

—Yo, eh...—se aclaró la garganta y bajó la mirada hacia sus rodillas.—Lo he hecho, por supuesto. Solo trato de no pensar demasiado en eso, así que...

Decidiendo dejar el tema hasta ahí, Chuck, una vez más, asintió en respuesta. Se levantó y se sacudió el pasto y la tierra de sus pantalones.—Será mejor que me vaya a la cama. Buenas noches, Lorelei.

—Buenas noches, Chucky.—susurró la rubia, despidiéndose y observándolo desaparecer en la oscuridad, dejándola sola con sus pensamientos.

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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora