━XIII. Bienvenida a casa

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CAPÍTULO TRECE
BIENVENIDA A CASA.
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EL SEGUNDO DÍA FUE DIFÍCIL. La espalda de Lorelei estaba tensa por dormir y estar sentada todo el tiempo. Había recibido varias visitas: Chuck, Newt, Leo y Minho. La rubia de verdad apreciaba que se tomaran el tiempo para hacerle compañía y llevarle comida. Finalmente, el día pasó y Lorelei se encontró despertando en su tercer y último día en el pozo. Sin embargo, algo o alguien la había despertado de su letargo, susurrando suavemente su nombre.

Volviendo a la conciencia, Lorelei gruñó en voz baja por el dolor en su espalda y entrecerró los ojos para mirar a la persona al otro lado de las barras. Su visión tardó un momento en pasar de ser un borrón formar una figura familiar.—¿Newt?—ella preguntó, con su voz un poco más profunda de lo habitual debido a que recién despertaba. El cielo revelaba un pequeño amanecer en sus colores y, los otros habitantes del Claro parecían seguir durmiendo.—¿Qué estás haciendo aquí? Es muy temprano.

—Ven.—susurró, abriendo la cerradura de bambú. Lorelei frunció el ceño, mirándolo agacharse frente a ella con una mano extendida.

—Mi castigo no termina hasta mañana.—ella respondió con confusión. Newt rió y sacudió la cabeza con una suave sonrisa.

—Lo sé, pero nadie se dará cuenta si das una pequeña caminata por la mañana para estirar las piernas. No debe ser agradable estar atrapada ahí las veinticuatro horas del día, durante tres días completos.

—No lo es, pero...—la chica se calló, lamiendo sus labios agrietados.—Newt, no quiero que te metas en problemas por mi culpa.

—Vale la pena ponerse en riesgo por ti.—insistió antes de volver a extender su mano hacia ella.—Ahora, ¿vas a seguir perdiendo el tiempo o vas a tomar mi mano y vendrás conmigo?

Rodando los ojos, Lorelei envolvió su mano alrededor de la de él y le permitió que la sacara del pozo. Cuando sus botas tocaron la hierba, el aire fresco llenó sus pulmones y sus ojos se adaptaron a la luz, sus huesos crujieron con satisfacción mientras se estiraba.—Mierda, esto se siente bien.—sus labios rosados se torcieron en una amplia sonrisa y sus ojos brillaron con una sensación de libertad.

—Te lo dije.—Newt rió, colocando sus manos sobre sus caderas, mirándola con diversión. Después de unos minutos, la llevó a una sección más tranquila del Claro, cerca de una de las paredes específicamente. Al posar sus ojos sobre los nombres grabados en la pared, frunció el ceño.

Con los labios entreabiertos, Lorelei alzó una mano y con las yemas de los dedos trazaba algunos de ellos delicadamente, sintiendo las hendiduras bajo sus dedos. Se dio cuenta de que algunos nombre tenían una línea recta en medio.—¿Qué les pasó a ellos?—preguntó, apartando la mirada para encontrarse con los ojos de Newt. Ella vio cómo sus ojos caían y se oscurecían ante la pregunta que odiaba tener que responder.

—No todo el mundo está hecho para esta vida. Las cosas... se pusieron feas.—el rubio respondió y se encogió de hombros. Lorelei no siguió preguntando por eso, notó la angustia del chico.

—¿Entonces por qué me trajiste aquí?

—Ahora eres parte de nuestra familia, Lori. Es hora de que lo hagamos oficial.—Newt dijo y metió la mano en su sudadera y sacó una daga oxidada que brilló bajo la luz del amanecer. Acercándose hacia la rubia, colocó el mando de la daga en su mano. Lorelei miró al chico y luego a la daga. Su corazón comenzó a latir con rapidez al notar la cercanía entre ellos. Podía sentir su respiración en su rostro... sin embargo, Newt volvió su cabeza hacia la pared, incitándola a escribir su nombre.

Apretando su agarre alrededor de la daga, Lorelei giró sobre sus talones para mirar la pared de concreto. Inhalando profundamente, procedió a grabar su propio nombre en la piedra, letra por letra a la vez. No fue fácil y sintió dolor en sus brazos, pero terminó en tiempo récord. Soltando un suspiro contra la pared, el polvo sobrante se perdió en la brisa, revelando su trabajo terminado.

—No está mal.—Newt habló. Lorelei podía sentir su presencia a su lado, pero no apartó la mirada de la pared, se las arregló para mirarlo por el rabillo del ojo y ahí pudo ver una sonrisa en su rostro.—Bienvenida a casa, Lori.


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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora