━I. Lorelei

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CAPÍTULO UNO
LORELEI
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LOS OJOS DE LORELEI SE ABRIERON y se cerraron con la misma rapidez

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LOS OJOS DE LORELEI SE ABRIERON y se cerraron con la misma rapidez. Su visión estaba borrosa y tensa, aún podía sentir el sueño golpearla. En ese momento, no podía comprender lo que había en su entorno. Todavía sentía que estaba inconsciente, completamente entumecida e imperturbable. Dondequiera que estuviera, sentía su cuerpo estar pegado al suelo y no podía moverse. Ni si quiera podía mover la yema de sus dedos.

La extraña sensación duró unos minutos más antes de que algo en su cabeza hiciera clic. Es como si alguien hubiera accionado un interruptor, enviando señales hacia su cerebro. De repente, sus ojos ya no se sentían pesados, estaban abiertos. Sintió la vida nadando por sus venas, despertando su cuerpo.

Sus pulmones se expandieron cuando sus labios se abrieron para soltar un gran jadeo, suplicando que el aire a su alrededor entrara a su cuerpo. Sentía que sus extremidades estaban sujetas por cadenas, por lo que cada movimiento que hacía era un millón de veces más difícil y doloroso. Esperaba a que el aire puro entrara a su garganta para dejarle alivio, pero no fue así. De hecho, el aire era espeso, húmedo y cálido. Lo que casi lo ahogaba.

Con sus ojos moviéndose salvájemente, Lorelei se dio cuenta de que su entorno era casi negro, como la boca de un lobo, lo que le envió una oleada de pánico. Su pecho se agitó con el paso de los minutos. El aire sofocante continuaba infectando sus pulmones y sintió que su estómago se revolvía con náuseas. Le hormigueaban las yemas de los dedos y se le hizo agua el paladar. Inclinándose hacia un costado de dondequiera que estuviera, vació una gran cantidad de bilis en el. Afortunadamente, estaba demasiado oscuro como para verlo, porque probablemente habría vomitado de nuevo.

Llevándose una mano hacia la frente, Lorelei sintió una capa de sudor acumulándose allí, y de hecho, por toda su piel, no solo su rostro. Su cabello estaba pegado como un imán a su piel y trató de peinarlo detrás de sus hombros. Se agachó para tocar el suelo y al sentir que sus dedos se deslizaban a través de una especie de pequeños agujeros, la curiosidad de la chica aumentó aún más.

Mientras seguía agachada sobre el suelo, sus manos continuaron rozando las paredes que la rodeaban; y entonces sintió los mismos agujeros que estaban en el piso. Ella estaba en una especie de jaula. Como un maldito animal. Pero, ¿por qué? ¿por qué ella estaba en una jaula? ¿por qué no podía ver nada?

Al sentir que la jaula se sacudía de repente, se pudo dar cuenta de que la jaula se movía, algo que no notó al principio. Ahora era un poco más obvio. El chirrido del metal aumentaba cada vez más, al igual  que la velocidad con la que se movía y a Lorelei no le gustó. Una cosa buena que notó fue que unas luces blancas iluminaban el entorno cada vez que la jaula pasaba por una franja de ellas.

Tratando de mantenerse firme, ella se puso de pie y Lorelei pudo ver muchas cajas apiladas a su alrededor. Algunas estaban cubiertas con tela, otras no. Además, había un montón de cuerda gruesa, algunas bolsas con lo que parecía ser ropa y otras, sacos de dormir.

Ella no reconoció nada. Pensó en ello, tratando de encontrar respuestas sobre dónde estaba, que había sucedido, hacia dónde se dirigía, pero no encontró nada. Absolutamente nada. Su mente era un enorme agujero negro. Aunque, una palabra o un nombre su mente le susurró.

Lorelei.

Ese era su nombre, tenía que serlo. Por mucho que trató de confirmarlo consigo misma, todavía tenía una sensación de desconocimiento. Tan inconsciente como se sentía, Lorelei se aferró a ese nombre y no lo dejó ir. No podía recordar nada más, excepto eso. No fue suficiente, pero era algo.

—¿Hola?—ella gritó, su voz sonaba ronca y profunda. Probablemente porque le ardía la garganta y porque estaba dolorosamente seca. Lo que le frustraba, ya que ni si quiera reconocía su propia voz. Todo le parecía completamente nuevo. La hizo sentir incómoda, asustada, confundida.

Dando un tambaleante paso hacia adelante, golpeó sus manos contra las paredes, haciendo sonar el metal; bajo la esperanza de que alguien la escuchara y rescatara de esa trampa en la que estaba atrapada. La jaula siguió subiendo con otro aumento de velocidad que la tomó desprevenida. El impacto la hizo caer sobre su trasero, un leve siseo de escapó de su boca.

Lorelei podía sentir las lágrimas acumularse en sus ojos, amenazando con caer, pero se negó a dejarlas ir. En cambio, caminó hacia una caja plateada, empujó el sucio material que estaba en la parte superior y levantó la tapa para ver el brillo de las hojas de los cuchillos.

Fue cuando una alarma ensordecedora sonó a través de sus oídos que, Lorelei agarró uno de ellos y se arrastró hacia una esquina de la jaula. Escondiendo el arma detrás de su espalda, se llevó las piernas al pecho y apoyó la barbilla en sus temblorosas rodillas.

Mordiéndose el labio, Lorelei saboreó el débil metal de la sangre. Cerró los ojos con fuerza y deseó que todo terminara. Deseó que todo fuera un mal sueño, que se despertara y nunca más tuviera que ver algo así. Tarareando la primera melodía que se le vino a la cabeza, sintió una última sacudida. La jaula se había detenido.

Entrecerró los ojos cuando la jaula se inundó con una cegadora luz. Lorelei miró hacia arriba y vio la parte superior de la jaula abierta, aunque todavía estaba protegida por el metal. Al oír pasos y murmullos silenciosos, volvió a desviar la mirada hacia el suelo, notando que podía ver figuras. Figuras que estaban en la parte superior de la jaula observando todo con ojos curiosos.

Al escuchar el chirrido del metal, Lorelei sintió que la jaula había sido abierta. Apretó el agarre alrededor del cuchillo detrás de su espalda, y se susurró así misma que debía ser valiente, mantenerse firme y protegerse. No tenía idea de dónde estaba o quiénes eran esas personas. Por lo que ella sabía, ellos podrían haberla arrojado a esa jaula.

Conteniendo sus temblorosas exhalaciones, Lorelei sintió que la jaula temblaba cuando otro par de pies aterrizaron dentro.—¿Hola?—la persona habló con un tono mezclado con curiosidad y vacilación.—¿Estás... estás bien?—la voz definitivamente era masculina. No sonó con brusquedad ni dureza, sino, suave y gentil.

Al mirar hacia arriba, sus orbes azules se encontraron con los de él. Su cuerpo se tensó ante el sonido de su jadeo agudo, sus ojos cafés brillaron con incredulidad.—Maldita sea.—susurró, incapaz de parpadear para alejar su obvio estado de conmoción. No podía creer lo que veía.

—Newt, ¿qué ves?—otra voz preguntó entre la multitud de personas en la parte superior, peleando entre si para ver mejor. Lorelei no necesitaba mirar hacia arriba para saber eso. Podía escuchar sus gruñidos, murmullos y protestas. Se sentía como algo nuevo en un museo. Algo único que nunca nadie había visto. A ella no le gustó eso.

—Es una chica.


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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora