━━ ⦗ siren! ⦘
❝ la tierra tiene sed
de sangre y nosotros
tenemos un mar
dentro de nosotros. ❞
███████████ 𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙣𝙙𝙚
la vida que una vez conocieron
fue cambiada y niños inoce...
━━━━━━━━━━━━ CAPÍTULO DIECISIETE PERDIDA EN LA OSCURIDAD. ━━━━━━━━━━━━
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UNA ALARMA SONÓ, HACIENDO eco en las cuatro paredes que los mantenían atrapados. Llamó la atención de todos. Lorelei, sin embargo, se estremeció y frunció el ceño, confundida por lo que estaba pasando. Ella reconoció el sonido, pero no por eso sabía lo que pasaba.
—Sartén, ¿qué está pasando?—ella cuestionó.
—La caja está llegando.—respondió, sofriendo ampliamente.—Es hora de promoverte.
—¿Que...?—antes de que la chica pudiera seguir con su interrogación, él ya había salido corriendo de la cocina, siguiendo al grupo que se dirigían al agujero en el suelo. Dejando caer la cuchara con la que revolvía la comida, sus pies la obligaron a copiar sus acciones. Su cuerpo se hizo espacio entre los habitantes del claro, encontrando un lugar al lado de Newt. Sus ojos marrones la recorrieron por un segundo antes de regresar al evento principal.
Cuando se abrieron las dos rejas, Lorelei se quedó sin aliento al ver que había un chico adentro, que protegía sus ojos contra el repentino estallido de luz del día. El cabello negro azabache estaba pegado a su frente y el temblor de su cuerpo era visible. Le recordó a cómo se sentía hace apenas un mes, cuando ella estaba en su lugar. ¿Asustada? No, absolutamente aterrorizada. Escéptica. Confusa. Muchas emociones desagradables.
Saltando hacia la caja, Gally lo tomó de la camisa y riendo, dijo.—Día uno, nuevito. Levántate y brilla.
Tan pronto como el cuerpo del chico golpeó el césped, fue bombardeado por ojos curiosos. Se rieron, se burlaron, hicieron comentarios innecesarios como si ellos nunca hubieran estado allí. Lorelei rodó los ojos y se cruzó de brazos. Sus ojos oscuros revoloteaban frenéticamente, abrumados por todo. Y tan rápido como lo habían sacado de la caja, se puso de pie, se abrió paso a través de los cuerpos y corrió a través del claro a la velocidad de un rayo.
—¡Eh, miren, tenemos un corredor!—Zart exclamó mientras reía. Los demás rieron también.
Lorelei no quitó su mirada del chico; notó como se enredó como sus pies y caía abruptamente sobre el suelo. Las risas aumentaron y la rubia no puedo luchar contra la furia que sentía.—¿Qué está mal con ustedes?—preguntó, sacudiendo la cabeza y trotando hacia el chico desconocido.
—Hey...—su voz lo tomó por sorpresa; giró sobre su cuerpo y posó sus ojos sobre ella.—No te preocupes, no te voy a lastimar.
—¿Q-qué es este lugar?—tartamudeó, mirando boquiabierto las cuatro paredes con incredulidad mientras apretaba los puños con inquietud.
—Probablemente yo no deba explicarte.—admitió Lorelei, pasando una lengua por sus labios.—Y ellos tampoco. No son muy buenos con las bienvenidas. Lo aprendí cuando estaba en tu posición hace apenas cuatro semanas.
Él no respondió.
—No está tan mal, ¿verdad?
Lorelei siseó y sus manos se posaron sobre su cabeza mientras se retorcía de dolor. Era como si le hubieran clavado un cuchillo en la sien. Era mucho peor de lo habitual. Las cejas del nuevito se fruncieron con preocupación y confusión.—¿Estas... estás bien?
Pero ella no pudo responder. El dolor solo empeoraba cada vez más. Su boca se abrió y cerró cuando, mentalmente, estaba pidiendo ayuda a gritos.
—Las cosas están a punto de ponerse interesantes.—la voz habló, llena de diversión; mucho más ácida y escalofriante que las otras veces. El cerebro de Lorelei se nubló, ahogando sus pensamientos y dejándola paralizada. Antes de que alguien pudiera reaccionar, su cuerpo colapsó sobre el suelo, el sonido de los gritos se desvanecieron lentamente.
