━II. Bienvenida al Claro

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CAPÍTULO DOS
BIENVENIDA AL CLARO
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━━━━━━━━━━━━CAPÍTULO DOSBIENVENIDA AL CLARO━━━━━━━━━━━━

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—ES UNA CHICA.—el chico en la jaula respondió con su marcado acento, aún sin haber apartado la mirada. Sus ojos eran fascinantes. Un cóctel de un turbio gris y azul acero con motas de esmeralda. Tenía los labios carnosos y del color de un capullo de rosa Y, finalmente, su cabello era rubio como la nieve, lo que contrastaba bien con su piel pálida y mejillas rosadas. Incluso estando cubierta de polvo y sudor, era la chica más hermosa que había visto en su vida. Bueno, la única chica que había visto desde que tiene memoria.

El rubio abrió la boca para hablar de nuevo y sin pensarlo dos veces, Lorelei aprovechó la oportunidad; a pesar del dolor que sentía en sus huesos, se lanzó hacia adelante, tomando al chico por sorpresa. Ella lo inmovilizó contra el suelo, sentándose a horcajadas sobre su estómago y presionando el cuchillo contra su cuello.

Un coro de jadeas surgió desde arriba; las voces le pedían que se calmara, que se alejara de él, que alguien saltara y la agarrara.—¡Está bien!—el chico debajo de ella gritó, tragando saliva con cautela, pero sus ojos no mostraban ningún miedo. Solo preocupación.—Está bien.

Jadeando, Lorelei apretó la mandíbula y ella lo miró de forma fría. No quería parecer débil o que se dejaba convencer de forma fácil.—¿Quién diablos eres tú?—ella gruñó, ajustando su agarre alrededor del cuchillo.—¿Dónde estoy? ¿Ustedes me encerraron aquí, como un animal?

El chico tragó saliva con dificultad.—Mi nombre es Newt. Y, no, ni yo ni ellos te pusimos aquí.—el rubio contestó. Él notó su cuerpo temblar. Ver el miedo y la confusión le trajeron recuerdos de sí mismo, estaba consciente de como era. Sus intenciones no eran matarlo, solo quería asustarlo. Defenderse de lo desconocido.

—¿Se supone que debo creerte?—Lorelei preguntó, presionando más el cuchillo contra su piel, tratando de descubrir las intenciones del chico. En su mente, rezó para que no fuera una amenaza. No quería asesinar a nadie, solo quería respuestas porque nunca había estado más confundida en su vida.

—Por supuesto que no. No nos conoces, así que ¿cómo puedes estar segura?—el tono de Newt permaneció tranquilo, con un ligero temblor pero tranquilo.—Pero sé cómo te sientes ahora, todos lo haces. Todos llegamos en la Caja, sin un solo recuerdo como tú.—el chico siguió, podía sentir el cuchillo aflojarse contra su piel.—Estamos tan desconcertados como tú, ¿de acuerdo? Pero, no debes tenernos miedo. Somos lo mismo.

Mordiéndose el labio, Lorelei no pudo sentir ninguna amenaza proveniente del chico rubio. De hecho, parecía comprensivo. Su aura irradiaba una sensación de comodidad y tranquilidad. Eso pareció llegar hasta su cerebro, silenciando así las campanas de alarma que sonaban en su cabeza. Rápidamente, sacó el cuchillo de su cuello y lo tiró al otro extremo de la jaula, o caja, como Newt la había llamado.

Bajándose de él, se arrodilló allí exhalando aire profundamente. Entonces sus ojos finalmente miraron hacia arriba, para ver la cara de muchos chicos.—Mierda, realmente es una chica.—un chico de piel oscura rompió el silencio, provocando una conmoción otra vez.

—¡Déjame ver!

—¿Cómo es ella?

—¿Está caliente?

—Eso no importa, cabeza de plopus. ¡Ella es mía!

—¡Me la pido!

—¿En serio te la pides?

Sus comentarios no fueron precisamente reconfortantes. Hablaban de ella como si fuera un juguete. Ella no pertenecía a nadie y nunca lo haría. Al darse cuenta del impacto que las palabras de los chicos tenían sobre ella, Newt se levantó y gritó.—¡Cierren la boca garlopos!

Todos se quedaron en silencio.

Lorelei levantó la comisura de sus labios ligeramente; era una leve sonrisa de agradecimiento. Los ojos de Newt volvieron a mirarla.—Está bien.—le devolvió la pequeña sonrisa, aunque tenía más entusiasmo que ella.—¿Puedes recordar algo? Tal vez tu nombre. Por lo general, toma un par de días en volver——

—Lorelei.—la chica lo interrumpió.

—Lo siento, ¿qué?—él parpadeó inconscientemente.

—Mi nombre es Lorelei.—repitió ella, viendo como sus cejas se levantaban. Muchos tardaban un par de días en recordar su nombre, pero ella ya lo hacía. Esa fue probablemente la razón detrás de su reacción.

—Lorelei, claro. Ya lo recuerdas, eso es bueno.—Newt se recompuso y colocó sus manos sobre sus caderas.—¿Qué tal si salimos de esta caja para que puedas ver tu nuevo hogar?

Temblando con vacilación, Lorelei supo que no podía quedarse en la jaula para siempre. Entonces, ella asintió. Newt llamó a los chicos y atrapó una cuerda gruesa que habían lanzado desde arriba.—¿Quieres ir primero tú?—preguntó y observó cómo sus facciones se retorcían y entonces le indicó que subiera primero.

Ella lo observó colocar su pie contra la cuerda y ser alzado por los otros chicos. En un abrir y cerrar de ojos la cuerda fue arrojada hacia ella y lentamente envolvió sus palmas alrededor de ella, sintiendo la aspereza raspar su piel. Colocó un pie de la misma forma que Newt lo había hecho y rápidamente fue sacada de ahí, probablemente porque era más liviana.

Cuando la hierba apareció ante su vista, extendió una mano y la agarró, sus dedos se clavaron en la tierra. Alzó los ojos y se dio cuenta de que Newt le extendía una mano. Mordiéndose el labio, ella la aceptó y él la ayudó a ponerse de pie asegurándose de que estuviera firme. Subir en la Caja fue una experiencia bastante dura y ella estaba conmocionada.

Al escanear sus ojos a través de las figuras que la miraban, se le puso la piel de gallina por las distintas reacciones que le estaban dando. Algunos, sonrisas curiosas, otros, bocas abiertas y miradas indiscretas. Pero las que les causaban escalofríos, eran las miradas llenas de hambre con sonrisas codiciosas.

—¿Qué?—se encontró así misma rompiendo el silencio; su cuerpo estaba tenso.—¿Nunca vieron una chica antes?

Los sorprendió; algunos de ellos parecían estar divertidos con su lucha. Al escuchar unos pies crujir contra la hierba, Lorelei se dio la vuelta y pudo ver a un chico de piel morena dar un paso hacia adelante. Parecía ser el mayor de ahí.—No, aquí no lo hemos hecho.—respondió. Su tono y postura eran autoritarios. Le tendió una mano.—Mi nombre es Alby.

Lorelei miró su mano, pero no la tomó, si no, que siguió con las preguntas.—¿Dónde estoy?

—En ningún lugar bueno.—él le sonrió de una forma que no la tranquilizó en lo absoluto. Frunciendo sus labios, movió los ojos lejos de su audiencia y miró lo que realmente la rodeaba. Hierba, mucha hierba. Parecía haber instaladas diferentes secciones, una de las cuales podía deducir era una granja. Apenas podía ver los corrales de cerdos y ovejas. Todo estaba demasiado lejos como para examinarlo, pero no eran su foco principal.

Rodeando la totalidad del área, había cuatro muros increíblemente altos con enredaderas cubriéndolo todo. Habían cuatro aberturas en el área que prácticamente le gritaban a Lorelei que las explorara, pero al mismo tiempo parecían ser peligrosas.

Con los brazos cruzados, otro chico se le acercó. Su constitución ancha y fuerte, nariz regordeta, cabello sucio y cejas arqueadas le daban mala espina. Abrió su boca, y le dijo algo que le envió escalofríos por su columna vertebral y la dejó tan confundida como siempre.

—Bienvenida al Claro, pequeña dama.


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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora