━XXIX. No soy Thomas

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CAPÍTULO VEINTINUEVE
NO SOY THOMAS.
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—ESTABA DENTRO DE UN PENITENTE

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—ESTABA DENTRO DE UN PENITENTE.—Thomas declaró, recordando lo que acababa de ver después de haber regresado al laberinto con un pequeño grupo de personas, incluidos Minho y Sartén, para investigar al monstruo que había dejado atrapado entre las paredes de concreto. Sabía que era una única oportunidad en la vida. Nadie había matado a un Penitente, a excepción de él y Lorelei (los demás aún no sabían nada), por lo tanto, ¿quién sabía si alguna vez lo volvían a lograr y salir con vida? Era una necesaria pequeña disección, fuera o no fuera contra las reglas.

Las cejas del segundo al mando se fruncieron mientras miraba el dispositivo de metal en forma de cilindro en sus manos, cubierta con una sustancia seca y oscura que, supuso provenía del monstruo. Había un pequeño rectángulo con una etiqueta amarilla que decía: CRUEL 9643921.—Son las mismas letras que en las provisiones.—comentó, negando con la cabeza y mirando al chico de cabello azabache.

—Sí. Quien nos puso aquí también creó a los Penitentes. Es la primera pista verdadera que han hallado en tres años. ¿No es así, Minho?—Thomas dirigió una mirada al Guardián de los corredores que estaba a su lado.

El chico exhaló un suspiro.—Cierto.

—Newt, debemos volver allá. ¿Quién sabe a dónde nos lleve esto?

Procesando su sugerencia con escepticismo, los ojos marrones del rubio arenoso se perdieron en sus pensamientos, hasta que finalmente se conectaron con los ojos impacientes y duros de Gally.—Ves lo que intenta hacer, ¿no?—preguntó en voz baja, desplegando sus voluminosos brazos.—Primero rompe nuestras reglas y luego quiere que las abandonemos por completo. Las reglas nos han mantenido unidos. ¿Por qué estamos cuestionando eso ahora? Si Alby estuviera aquí, estaría de acuerdo conmigo. Este shank...—el constructor señaló acusadoramente al novato.—Debe ser castigado.

—Oh, Gally, vamos. Es la única persona con agallas para usar su cerebro por aquí.—Lorelei se levantó de su asiento en uno de los escalones donde había estado masajeando sus sienes lentamente. Y por primera vez, no estaba diciendo eso para provocar una pelea. Lo decía porque Thomas no merecía ser víctima cuando todo lo que hacía era tratar de ayudar. Todos los demás podrían irse, pero ella sabia que él estaría totalmente dispuesto a seguir adelante solo. Seguro, si, era un estúpido, pero también era valiente.

—¿Por qué ella está aquí?—Gally cuestionó, reajustando su postura.—Ella no es una Guardiana, así que no debería estar aquí, metiendo sus narices en nuestros asuntos.

—Bueno, él es grosero.—la voz de Lore palpitó contra la parte posterior del cráneo de la chica.

—Ella está aquí porque la quiero aquí.—Newt respondió a la defensiva.

Minho dio un paso hacia adelante.—Y nosotros también. Es asunto de ella tanto como de nosotros.

El constructor abandonó el tema de mala gama y el silencio volvió a llenar la habitación.—Tienes razón.—suspiró Newt, entregándole el dispositivo a Minho.—Thomas rompió las reglas. Una noche en el Pozo, sin comida.

—¡Por favor, Newt! ¿Una noche en el Pozo?—Gally se burló con incredulidad.—¿Crees que eso evitará que vaya al Laberinto?

—No.—Newt lo cortó de inmediato.—Y quienes no son Corredores no deben entrar al Laberinto cuando les plazca...—Thomas asintió comprensible y después agachó la cabeza.—Así que hagámoslo oficial. A partir de mañana, eres Corredor.

El novato levantó la mirada de inmediato. Minho asintió con la cabeza mientras Gally reclamaba como un bebé.—Increíble.—susurró, saliendo del Salón del Consejo dramáticamente con Sartén y un par de guardianes más detrás de él. La puerta de madera se cerró de golpe.

—Gracias, Newt.—Thomas agradeció al segundo al mando, mientras salía de la cabaña junto a Minho para seguir con sus asuntos.

Limpiando sus palmas a en lo largo de sus pantalones, Lorelei miró a la única persona que quedaba en la cabaña además de ella.—Newt, no quiero causar problemas al dejar que me involucres en estas cosas. Puedo esperar afuera.

—No causas ningún problema.—confirmó el chico aunque su voz no sonaba muy segura.—Desde que has llegado aquí, has sido diferente, y no solo porque eres una chica.

—¿Es por la voz loca de mi cabeza?—ella bromeó, curvando sus labios en una pequeña sonrisa.

—Claro, por eso.—el rubio le siguió el juego, apoyándose contra un poste de madera.—Pero también porque no aguantas la mierda de nadie. Te defiendes y realmente te admiro por eso.

—No creo que los demás estén de acuerdo al respecto... pero gracias, lo aprecio.—Lorelei cruzó las piernas y colocó las manos en su regazo. Unos pies se movieron por el suelo y no necesitó mirar hacia arriba para saber que él se había sentado a su izquierda. Podía sentir el calor emanando de su cuerpo.

—Lo que dijo Minho en la reunión... acerca de que tú y Thomas convirtiéndose en corredores...—comenzó Newt, pero fue interrumpido antes de que pudiera terminar la oración.

—No lo haré.

Sus ojos se abrieron levemente en estado de shock. Por alguna razón, pensó que ella tendría una respuesta distinta. Él nunca querría controlar las decisiones que tomaba en su vida, pero no le gustaba particularmente la idea de que ella se escapara al laberinto de forma permanente. Realmente esperaba tener que pelear un poco.—¿No lo harás?

—Pasar la noche en el laberinto, enfrentarme a un Penitente en carne y hueso con mis propias manos... fue una experiencia que sé me mantendrá despierta muchas noches. Yo solo... sé que parezco fuerte, pero no creo que quiera arriesgarme a pasar por eso de nuevo...—le confió, con voz débil por la vergüenza.—No soy Thomas. No soy espontáneamente valiente.

—No tienes que justificarte y, por sobre todo, no tienes absolutamente ninguna razón para sentirte avergonzada por eso.—Newt le aseguró con voz suave.—Si yo hubiera estado atrapado en el laberinto toda una noche, probablemente no hubiera salido en una sola pieza.

Lorelei rió en voz baja.—Seguro que si lo harías.

—Créeme, no lo haría. Pero no importa lo que los demás piensen o digan sobre ti, eres una sobreviviente, ¿entendido?

Mordiéndose el labio, la rubia simplemente asintió y apoyó la cabeza en su hombro. Se quedaron en silencio durante dos o tres minutos, disfrutando de la compañía del otro, hasta que el débil parloteo de varias voces resonó en algún lugar del exterior, diciéndoles que la conmoción solo crecía.

—¿Qué demonios...?

Antes de que alguno de los dos pudiera comprender lo que estaba pasando, la puerta se abrió con rapidez.—¡Chicos!—Winston jadeó, apoyándose sobre sus rodillas.—Es la chica, está despierta.



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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora