━XXIII. Reina del drama

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CAPÍTULO VEINTITRÉS
REINA DEL DRAMA.
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ENVOLVIENDO LOS BRAZOS ALREDEDOR DE SÍ MISMA, Lorelei salió de la finca con la hierba crujiendo debajo de la suela de sus botas

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ENVOLVIENDO LOS BRAZOS ALREDEDOR DE SÍ MISMA, Lorelei salió de la finca con la hierba crujiendo debajo de la suela de sus botas. Era muy temprano por la mañana y el resto de los habitantes todavía roncaban en sus hamacas.

Las pestañas le hicieron cosquillas en la piel debajo de sus ojos que se cerraban. Inhalando y exhalando profundamente, su cuerpo recibió el aire fresco con los brazos abiertos. Mirando a través de las pupilas ahora entrecerradas, notó tres figuras en la distancia junto a las puertas, sus caras eran más familiares a medida que ella avanzaba lentamente.

Al despedirse del segundo al mando, tanto Minho como Alby giraron sobre la punta de sus pies y se lanzaron a la acción, desapareciendo en el laberinto. Lo que solo aumentó aún más la confusión de Lorelei. Sabía que Minho era el Guardián de los Corredores y correr el laberinto era algo natural, pero ¿Alby? ¿Por qué iría Alby al laberinto?

Suspirando por las fosas nasales, Newt se rascó la nuca y giró el cuerpo para ver a la rubia acercándose hacia él. Al encontrarla a mitad del camino, le sonrió.—Buenos días, dormilona.

—Buenos días.—ella respondió, frotándose un ojo.—¿Qué está pasando? ¿Por qué Alby se metió al laberinto con Minho?

—Oh.—el rubio arenoso miró por encima de su hombro por un breve momento antes de responder.—Han ido a seguir la ruta de Ben, volverán pronto.

—Ya veo. ¿Estarán bien?—preguntó y un escalofrío recorrió su espalda. Thomas emergiendo del bosque, Ben estando fuera de su control, sufriendo los síntomas de la picadura de un Penitente... y luego, tener que verlo ser desterrado hacia las incógnitas del laberinto. Fue un día difícil para todos, especialmente para aquellos que lo conocían desde hacía mucho tiempo.

—Por supuesto. Son Minho y Alby, pueden cuidarse. Hey...—la mano de Newt se coló a través de su cabello, ahuecando su mandíbula. La preocupación eran evidentes en sus ojos y en su tono de voz.—Trata de no preocuparte. Estarás bien.

—Bien.—ella se mordió el labio, inclinando la cabeza hacia un lado.—Pero no le digas a Minho que estaba preocupada por él. Nunca me dejará olvidarlo.

Riendo entre dientes, Newt asintió.—Lo prometo.

—Gracias.—una sonrisa nació en su rostro, mientras deslizaba su cuerpo hacia él. Mirándolo, sus mejillas se sonrojaron.—Hola.

—Hola.—él sonrió, deslizando sus manos hacia abajo para rozar la delicada piel de sus brazos, Lorelei definitivamente no era de las que se asustaban, pero no pudo evitar notar la preocupación en sus ojos.

—Voy a comenzar a hacer el desayuno. ¿Tienes hambre?

—Muero de hambre.—Newt confirmó, caminando su lado mientras se dirigían a la cabaña de la comida, simplemente disfrutando de su mutuo silencio y la paz del claro tan temprano en la mañana.

Apoyado en el mostrador, el segundo al mando observó a la chica sacar las ollas y sartenes, para después ponerse a preparar algunos huevos con tocino.—¿Cómo dormiste?—se aclaró la garganta, decidiendo iniciar un nuevo tema de conversación.—Después de nuestra charla y todo eso.

Volviéndose hacia él, ella sonrió.—Bien. ¿Tú?

—Fantástico.—la respuesta inmediata salió de su boca, como si hubiera estado esperando el momento para salir. Al notar que sus mejillas aumentaban de color, no pudo evitar reír.

—¡Buenos días a todos!—exclamó Sartén, haciendo que los dos jóvenes saltaran de la sorpresa. Rió levemente.—Ah, ya has empezado con el desayuno. Gracias, Lori.

—No te preocupes.—respondió ella, curvando los labios, haciendo todo lo posible para ocultar la sonrisa que se apoderó de su rostro. Newt pareció tener la misma reacción, lo que llamó la atención del otro chico.

—¿Me he perdido de algo?—preguntó en voz alta, recibiendo mucho silencio. Pero luego vio el aumento de color en sus mejillas y de alguna manera, todo quedó claro.—Ahh...—él asintió, sus labios se torcieron en una sonrisa de complicidad.—Ya era hora.

Una vez más, Lorelei no dijo nada. Y tampoco Newt. No confirmaron ni negaron la suposición del cocinero. Una vez que el primer lote de tocino y huevos estuvo listo, ella le sirvió una porción y se la entregó.

—Gracias.—el chico sonrió, comenzando a comer su desayuno mientras aún estaba fresco y caliente. Mientras tanto, Lorelei siguió cocinando. Todo, mientras tarareaba en voz baja, mirando a los habitantes que comenzaban a levantarse.

Al sentir un suave roce contra su espalda, la rubia se giró para mirar expectante al segundo al mando.—Será mejor que me vaya a trabajar...—se aclaró la garganta.—¿Te veo en un rato?

—Por supuesto.—confirmó ella, levantándose sobre la punta de los dedos de los pies para sorprenderlo con un beso de la mejilla. Después de retirarse, se abstuvo de reír de su reacción.—No me extrañes mucho.

—Yo... uh, haré mi mejor esfuerzo. Adiós.—el rubio arenoso se despidió por última vez ates de caminar hacia los jardines mientras trataba de ocultar el calor que ardía en su piel.

—Lo tienes bajo tu dominio, chica.—Sartén dijo.

—No seas tonto.—se burló Lorelei, arrugando la nariz.—Todavía es muy pronto.

—No lo sé... se siente rato. Es como si hubieran estado juntos desde siempre o algo así.—el chico reflexionó pensativo, agarrando los utensilios para darle vuelta al tocino.

La rubia parpadeó, mirando hacia abajo.—Quién sabe...—ella arrastró las palabras, antes de encontrar la mirada de su compañero.—Quizás lo fuimos.

—Tal vez lo fueron.—levantó la barbilla en un breve asentimiento, confinando que no estaba descartando la posibilidad. Sabía que sus vidas pasadas habían sido borradas y que quizás no volverían a recordarlas. Entonces, ¿quién sabe lo que sucedió que pasó antes de ser arrojados al laberinto?—Quizás incluso nos conocíamos...—el chico chasqueó la lengua.—Antes de toda esa mierda.

—Eso hubiera sido bueno.—tarareó Lorelei, echando una pizca de condimento a los huevos.—No odiaría eso.

Sartén notó que las comisura de sus labios se movían hacia una leve sonrisa. Y eso fue contagioso. Es por eso que no pudo evitar copiar su expresión antes de volver su atención al trabajo y comenzar a repartir desayunos.

—Eso fue lindo.—otra voz dijo entre susurros en su cabeza.—Pero poco probable.

—¿No puedes irte a la mierda unos días?—la rubia gruñó levemente, lo suficientemente silenciosa como para que nadie más cerca la escuchara.—O mejor aún... para siempre.

—Lo siento... me temo que eso no será posible.—la voz rió con diversión, mientras que Lorelei rodó los ojos en respuesta.

—Eres una reina del drama.

—Hoy es un gran día, Lorelei.—un escalofrío desagradable recorrió su columna vertebral, despertando su piel de gallina.—Solo espera.



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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora