━XIV. Quienes somos

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CAPÍTULO CATORCE
QUIENES SOMOS.
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—¿EN DÓNDE APRENDISTE A HACER ESTO?—Lorelei cuestionó con curiosidad, mientras Newt se arrodillaba detrás de ella, retorciendo su cabello rubio en dos trenzas

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—¿EN DÓNDE APRENDISTE A HACER ESTO?—Lorelei cuestionó con curiosidad, mientras Newt se arrodillaba detrás de ella, retorciendo su cabello rubio en dos trenzas. Su aliento acariciaba su nuca, pero ella hacía lo posible por ignorarlo.

—No lo sé, simplemente... lo sé.—él respondió, encogiéndose de hombros y disfrutando de la sensación de sus sedoso cabello entre sus dedos.

Habían pasado semanas desde que Lorelei había estado encarcelada en el pozo, y ya había comenzado a acostumbrarse a la vida en el Claro. Había pasado por todos los trabajos y estaba segura de que pronto encontraría su lugar. No le importaba la jardinería, pero si odiaba los pervertidos que pensaban que estaba bien apretarle el trasero. La construcción ciertamente no era su fuerte y trabajar junto a Gally todo el día era su peor pesadilla. El matadero definitivamente no era para ella y después de pasar el día ayudando a Sartén en la cocina, en realidad, se encontró disfrutando el trabajo, pero la mayor parte del tiempo todo dependía de él, por lo que no estaba segura de que si la dejarían hacer eso también. Y finalmente estaban los Docs, el trabajo más aburrido de todos. El único trabajo que no había probado era el de los Corredores. Y por muy curiosa que fuera, no se había quejado. No tendría la energía para correr todos los días.

—Todo listo.—anunció y sus dedos se deslizaron hacia atrás sobre su nuevo peinado, volviéndose para mostrarle una sonrisa de satisfacción.

—Gracias, Newton.—ella respondió y luego extendió una mano para agitar su cabello arenoso.—¿Quieres que peine tu cabello?—sus ojos brillaron con sarcasmo mientras inclinaba su cabeza hacia un lado. Rodando los ojos, Newt trató de apartar las manos de Lorelei de su cabello.

—No creo que mi cabello sea suficiente, amor.

—Hmm, podrías dejarlo crecer y entonces podrías enseñarme cómo hacerlo.—Lorelei dijo mientras volvía a juguetear otra vez con su cabello. Newt estiró sus manos hacia sus costado y comenzó a hacerle coquillas. Lorelei cayó sobre la hierba, soltando una risa armoniosa. A pesar de sus acciones, Newt pudo ver el pequeño y adorable en su pálida mejilla, haciendo que su reacción fuera diez veces más linda.

El chico continuó haciéndole cosquillas, se cernió sobre su cuerpo, proyectando una sombra sobre ella.—Newt, si no te detienes ahora mismo, ¡te vas a a-arrepentir!—Lorelei balbuceó entre risitas, sintiendo que sus dedos se ralentizaban. Al darse cuenta de que se quedaba sin aliento, el segundo al mando consideró su advertencia y finalmente se detuvo, aunque ambos aún compartían sonrisas exhaustas.

Tomando aire para sus pulmones, Lorelei enfocó su vista y se dio cuenta de que Newt todavía estaba encima de ella, balanceando su peso sobre sus codos. Mordiéndose el labio inferior, se deleitó con su cálido aliento golpeando su rostro, creando así una nueva sensación de comodidad. De alguna manera, su presencia siempre hacía efecto en ella. Odiaba no poder explicar eso. Sabían que existía algo más entre ellos dos, pero ninguno de los podía recordar. Cualquiera que fuera esa información, había sido borrada junto con todos los demás detalles de sus pasados.

—¿Estás bien?—la voz de Newt hizo estallar su burbuja, y sus orbes glaciares se enfocaron en él. Humedeciendo sus labios agrietados, asintió.

—Si... ¿y tú?

—Si.

—Bueno.—su respiración se hizo más pesada al ver la disminución de la proximidad entre ellos, sus narices se rozaban la una con la otra. Su corazón latía con fuerza en su pecho y las mariposas en su estómago estaban teniendo una gran fiesta.

—¡Hey, Newt!—una voz gritó desde la distancia, y la pareja salió de su momento de ensueño. El chico se bajó de Lorelei y se puso de pie, mientras ella simplemente se sentaba. Sus ojos se entrecerraron ante el sol para ver a Alby observándolos.

—Será mejor que me vaya, decidiremos en dónde trabajarás.—Newt se rascó la nuca, mirando a la rubia con las mejillas enrojecidas.

—Por favor no dejes que me asignen a un trabajo en donde esté Gally o tenga que sacrificar animales.—Lorelei dijo, dándole una mirada de terror. El chico le sonrió con simpatía.

—Haré mi mejor esfuerzo. Pero por ahora, trata de no preocuparte por eso, ¿de acuerdo?

Asintiendo, Lorelei lo vio alejarse cojeando para encontrarse con el líder, y se dirigieron juntos al Salón del Consejo. Resoplando en voz baja, desvió la mirada hacia la hierba en la que estaba sentada y arrancó una margarita que estaba ahí. Giró la flor entre las yemas de sus dedos y las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente. Pero no duró mucho.

Sus cejas se fruncieron cuando notó que la flor comenzaba a ponerse gris desde el tallo hacia arriba y que los pétalos se marchitaban y que luego se desintegraban hasta convertirse en polvo.—¿Qué demonios?—Lorelei susurró, examinando la sustancia que espolvoreaba la yema de sus dedos.—¿Cómo...?

—Lorelei.—una voz desconocida habló, lo que la hizo estremecerse y girar la cabeza hacia todos lados para ver quién había dicho eso. Era deprimente, ácida, algo posesiva pero femenina. Le puso la piel de gallina. Ella no podía ver a nadie, así que, ¿de dónde venía la voz?

—Lorelei.—repitió. La rubia rápidamente se dio cuenta que nadie en el Claro había dicho eso, sino, alguien en su cabeza. Ella notó que todo a su alrededor daba vueltas y que un pitido comenzaba a resonar en sus tímpanos. Llevando sus rodillas hasta su pecho, miró hacia su alrededor antes de hablar en murmullos.

—¿Q-quién diablos eres?

—La pregunta no es quién soy, sino, quiénes somos.—la voz contestó. El peso en su pecho aumento y un nudo se formó en su estómago.

—No entiendo...—su cabeza giraba, y las palmas de sus manos estaban húmedas.—Me estoy volviendo loca. Debo estarlo...

Una risa oscura resonó.—¿No lo estamos todos?

De repente, comenzó a sentir un dolor palpitante en su cabeza, que viajaba desde la parte superior de su cuello hasta sus sienes, que trató de masajear con sus dedos. Su figura que todavía estaba en el suelo, se sentía pesada.

—¿Q-qué quieres de mi?—continuó tartamudeando, tratando de estabilizar sus respiraciones mientras esperaba una respuesta. Sin embargo, ella no escuchó nada.—¿Hola?—murmuró de nuevo. Nada.—¡Respóndeme!—exclamó, lo que que provocó que unos chicos que pasaban cerca miraran en su dirección, como si se hubiera vuelto loca. Quizás alguien estaba tratando de comunicarse con ella a través de su cabeza.

Alguien que la había dejado en este maldito lugar.


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siren ━ newt. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora