Capítulo 23

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Rosie, pasó casi media hora asimilando lo que tenía frente con el efecto de la droga abandonando su cuerpo pero con los nervios de punta,

- ¿Magnus?- repite por décima vez sólo que ahora ya está lúcida,

- hola- habla Magnus aún con la extraña sensación de saber que ya no es su mujer,

- ¿por qué?- y de nuevo comienza a llorar, - te fuiste, me mentiste y yo...

- si no lo hacía todos corríamos peligro, tú, mis sobrinas-

- pero yo no le diría a nadie-

- ahora ya no estoy tan seguro-

- jamás te traicione...

- te cásate con Cedric...

- ¡pensando que habías muerto!-

Magnus. pasa su mano sobre sus cabellos exasperado, - tenía una única cosa en mente, mi hermano. Mi vida estaba con él, tenía que hacer lo imposible para sacarlo y tarde mucho si, pero también tenía que recuperar todo lo que nos pertenecía. Pensé que tú y mis sobrinas seguirían en el mismo lugar, creciendo entre las calles y las personas que nos vieron crecer a nosotros, que vieron crecer nuestro amor-

Rosie, se pone de pie y trata de acercarse a Magnus pero este se aleja precipitadamente,

- pasaron muchas cosas pero me alegró que ustedes estén bien...

- tu casamiento con Cedric no es válido- suelta al fin,

- ¿qué?- sigue Rosie,

- aún sigues siendo mi esposa- habla seriamente,

- pero tú.. - de nuevo parece haberse quedado sin aire,

- veo que amas mucho más a Cedric...

- él es mi espo....- se traga sus palabras ante la cara de pocos amigos de Magnus,

- Lo siento, pero sigues siendo mi esposa, tú lugar es aquí...

- ¡no puedes obligarme! Además esto es un secuestro-

- llámalo como quieras- se acerca a ella hasta el punto de rozar la mejilla de Rosie, - puedes irte, solo recuerda que siempre serás mi esposa legal porque ni estoy dispuesto a darte el divorcio-  y como si hubiera sido tocada por un espina, Rosie se aleja, toma su bolso y ve la salida,

- lo siento Magnus, pero ya no...- sus ojos se llenan de lágrimas, -no soy tu esposa- y sin más se va dejando a un vacío en el medio del pecho de Magnus...

Mientras que Mackenzie, está muy atareada en el restaurante, llevando órdenes de aquí para allá cuando se le cruza en el medio del camino Demián,

- rayos- maldice la joven, -¿Demián?-

- ¿podemos hablar?-

- no, ahora no- trata de cruzar pero el joven se lo impide,

- seré breve-

- no...

- ¡mi orden!- ruge un hombre sentado en una de las mesas, -

- ya va, señor- contesta Mackenzie con una sonrisa pero Demián sigue  impidiéndole el paso,

- necesito que hablemos- insiste Demián,

- ¡ya!- gruñe el cliente, - para eso te pago- y eso fue la gota que derramó la paciencia de Demián,

-¿no te enseñaron buenos modales?!Está ocupada!-

- ¡debe servirme!-

- ¡Que te sirva tu madre!-

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