Era jueves y el King's estaba tranquilo, aún quedaban horas para abrir.María y Gonzalo ponían en orden los pedidos que les habían llegado esa tarde. Repartían las bebidas entre el almacén y las cámaras de la barra. Miguel, el Dj; hacia pruebas de sonido para esa noche. Luisita, que también trabajaba allí, pero sólo los viernes y sábado, estaba al final de la barra con un café y tomando apuntes en una libreta, seguramente alguna idea para el Máster de locución radiofónica y guion que estaba cursando, se imaginaba su hermana. Estaba completamente ajena a lo que allí ocurría, como si no hubiera nada a su alrededor, pero una voz la sacó de su concentración.
—Sis —le llamaba María. —Sister. —No obtenía respuesta—. !Luisi!
—¿Qué?
—Qué te estaba llamando, ¡caramba! ¡Qué estás en tu mundo y no te enteras! —Luisita la miró con cara de indiferencia esperando que esta hablara—. ¿Puedes quedarte para la audición que tenemos esta tarde para la nueva cantante? Me gustaría contar con tu opinión.
—Imposible. —Negaba con la cabeza—. He quedado con Marina en media hora para un trabajo del máster. De hecho, me voy ya —dijo mientras recogía sus cosas y se levantaba del taburete en el que se había sentada, como si de una clienta se tratara.
—Vale. Te envío un video por Whatsapp y me dices que te parece. Espero que sea buena porque necesitamos a alguien cuanto antes.
—Ok.
—¿Vendrás esta noche a tomarte algo?
—No, hoy no trabajo.
—Ya sé que no trabajas, pero podrías decirle a Marina que se venga contigo y os invito a unas cañas, te vendrá bien distraerte.
—Me iré a casa después de acabar el trabajo, tengo cosas que hacer. Adiós, Sis.
—De todas formas, Luisi —enfatizó María intentando captar la atención de la Rubia que empezaba a subir las escaleras. —Estás a tiempo de desempolvar las guitarras y que te contrate a ti, dejarías de poner copas y cobrarías el doble más la mitad de las propinas, piénsalo.
—Sabes que no —respondió sin girarse subiendo las escaleras que llevaban a la puerta de la calle.
Luisita salió de aquel bar sin ni siquiera contemplar la propuesta que acababa de hacerle su hermana. No entraba en sus planes volver a subirse en un escenario por el momento.
María seguía con su tarea detrás de la barra, pero con movimientos nerviosos sin parar de darle vueltas a la cabeza, hasta que chocó con Gonzalo.
—¿Qué pasa, jefa?
—Nada, Gon.
—Cuéntame va, que a mí no me engañas. —Insistió él.
María y Gonzalo eran amigos desde el parvulario, pero desde que trabajaba para ella en el bar le encantaba llamarla así. Se habían criado juntos en el barrio, inseparables, incluso fueron novios cuando eran dos adolescentes llenos de granos, hasta que Gonzalo se dio cuenta que sus gustos coincidían con los de María; así que su relación solamente podía ser una bonita amistad.
—¿Qué que me pasa, Gonzalo? —dijo alterada- ¿Qué me va a pasar? ¡Qué no sé qué hacer con ella!
—¿Con Luisi?
—Claro. No sé qué hacer para ayudarla, ¡es qué no se deja! —se lamentaba María. —Yo de verdad que lo intento, le propongo planes, le intento buscar alguna cita, joder, le he sacado varias veces el tema de la música, que se anime y vuelva a tocar, era lo que más le gustaba en el mundo y de verdad que es que no hay manera.