Capítulo 3. DIAPASÓN

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"Luisita, hija, tienes café hecho, baja al Asturiano a vernos cuando puedas que el abuelo quiere darte un beso. Tu padre."

Luisita leyó la nota que había encontrado en la cocina y tomándose el café cogió el móvil para ver las noticias y las redes sociales, cuando se acordó que no había visto el video que le había mandado su hermana. Entró a la conversación, abrió el archivo y la música comenzó a sonar.

Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos.

—Joder, vaya, es buena —decía para ella mientras el video continuaba reproduciéndose «Y qué guapa» pensó —Menudo rollazo tiene. —Continuó en voz alta.

Quiero que no dejes de estrujarme, sin que yo te diga nada, y que tus yemas sean legañas enganchadas a mis vértices.

Una vez terminaba el video, volvía a reproducirlo «Es realmente buena, menuda voz» aquella morena que veía en la pantalla de su móvil tenía algo que le impedía apartar la vista.

Finjo que no sé, que no has sabido, finjo que no me gusta estar contigo, y al perderme entre tus dedos te recuerdo sin esfuerzo, me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

Al terminar la última reproducción, después de varias consecutivas, llamó a su hermana.

—Hola, Meri.

—¡Dichosos mis oídos!, ¿Qué pasa contigo? Desde que te escribí ayer has tenido tiempo de contestarme eh, señorita.

—No te enfades conmigo porfi, que ayer tuve una tarde...

—¿Qué ha pasado, Luisi?, ¿Estás bien?

—Si sí, no es nada. Sólo que tuve una conversación con Marina, digamos que intensa y luego pues... me dio una crisis de ansiedad, pero bueno, lo controlé bastante bien.

—Luisi pero, ¿llamaste a Papá, mamá o a alguien?, ¿Dónde estabas cuando te pasó? —María hablaba deprisa con tono de agobio.

—No llamé a nadie. Estaba con Marina en la cafetería donde habíamos quedado para hacer el trabajo, empezamos a hablar, me agobié, me fui y conseguí tranquilizarme sola utilizando técnicas que hacemos en la terapia.

—¿Y ahora cómo estas?, ¿Necesitas que vaya?

—No, María, de verdad, estoy bien —contesto tajante Luisita.

—La conversación con Marina era sobre...

—Sí —interrumpió.

—Cariño, es tu mejor amiga y es normal que se preocupe por ti, como lo hacemos todos los que te queremos.

—Lo sé, Sis, lo sé. Pero bueno, ya sabes que hay cosas que aún me cuestan.

—Ya. No tengo ni qué decírtelo, pero ya sabes que cuando quieras aquí estoy. —Escuchó a Luisita asentir al otro lado del teléfono—. Cuéntame, ¿para qué me llamabas?

—Por la chica de la audición, es perfecta, María.

—Sí, Amelia es justo lo que necesitamos.

—¿Le has dicho ya que sí?

—No. Vente esta tarde un poquito antes al King's y lo hablamos, que quiero comentarte unas cositas.

—¿A las 17:30?

—Perfecto. Un besito Sis.

—Otro para ti.

María prefería hacerle la propuesta en persona, aunque sabía que la cosa estaba difícil, no perdía la esperanza de que su hermana se animara a dar un pasito más y actuara con Amelia en el bar.

Sólo si es contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora