Capítulo 7. FOTOGRAMA

5.4K 400 127
                                    





—Luisi... —Cata abrió la puerta de la habitación iluminada por el sol que entraba entre las rendijas de las persianas que no estaban bajadas del todo, y llamó a su hermana susurrando—. Luisi... - la pequeña caminaba despacito en pijama, con los pies descalzos intentando hacer el menos ruido posible, hacia la cama donde solo veía el pelo alborotado de su hermana.

Cuando a Cata le quedaban dos pasos para llegar a la cama, Luisita se dio la vuelta con rapidez, la agarro por la cintura, la metió en su cama y empezó a hacerle cosquillas.

—¡Luisi!, ¡para porfi!, ¡para! Luisi ¡por favooor! —La pequeña a la vez que le pedía que parara no podía dejar de reír.

—¿Qué tienes que hacer para que pare?

—¡Darte un abrazo de oso! —Así le llamaba Marcelino a los abrazos que le daba a sus hijos.

—Pues venga enana. —La pequeña se acurrucó entre los brazos de Luisita y la mayor empezó a llenarle la cara de besos mientras la abrazaba.

—Luisi... el otro día me prometiste que me ibas a llevar al cine, ¿Podemos ir mañana? —preguntaba la pequeña con la voz que ponía cuándo quería conseguir algo.

—Podemos ir mañana, luego miro a ver dónde echan la peli que quieres ver y vamos por la tarde.

—¡Bieeen! —Celebraba la pequeña. —Te quiero mucho Luisi. —Los te quieros de Cata a Luisita le alegraban el día.

—Yo te quiero más enana. —Y la abrazó fuerte.

—¿Pero qué es este alboroto? —preguntaba Marcelino mientras abría la puerta de la habitación.

—La pequeña que ha venido a despertarme, papá —contestaba Luisita mientras Cata escondía la cabeza en el cuello de su hermana para que su padre no la regañara.

Marcelino la llamó desde la puerta para que fuera a vestirse para irse al cole, advirtiéndola que si no llegarían tarde, la pequeña se bajó de la cama, no sin que antes Luisita le diera un beso en la frente. Luisita, después de prepararse para irse a las clases del Máster que tenía esa mañana, fue hasta la cocina para ayudar a su madre a preparar el desayuno, los Gómez no siempre desayunaban juntos, pero cuando los horarios de cada uno lo permitían era un ratito del que les gustaba disfrutar en familia. Llegó a la cocina y Manolita lo tenía ya casi todo hecho, así que la rubia empezó a llevarlo a la mesa del salón porque en la de la cocina no cabían todos, cuando estaba colocando los platos oyó las llaves en la puerta de la entrada, sabía perfectamente quien era porque el resto de los Gómez estaban todo en casa y el abuelo estaba en el bar.

—MAMÁAA, TRAE UN PLATO MÁS QUE ESTÁ AQUÍ LA OKUPA —gritaba Luisita desde el salón.

—¿A ti te parece normal llamarle okupa a tú hermana mayor?

—Meri, es que parece que no tienes casa.

—Mírala ella, una se va y no puede venir ya ni a desayunar al hogar.

—Me viene muy bien que hayas venido que os quiero contar una cosa.

—¿Qué nos vas a contar Luisi?

—Espera a que estemos todos.

En poco tiempo casi todos los Gómez se habían sentado a la mesa, solo faltaba Manolín que se le oía venir por el pasillo botando un balón de baloncesto.

—¿Pero yo qué te he dicho a ti?, ¡qué nada de botar el balón en casa! —le decía Marcelino quitándole el balón. —Siéntate a desayunar que contento me tienes.

—Se cree Pau Gasol ahora el niño —decía sarcástica María.

—Pau Gasol no puedo ser porque juego de base, que no es enteráis de nada —recriminaba Manolín a su hermana mayor.

Sólo si es contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora