—¡¿Qué has hecho que?!. —Natalia no podía parar de reír con cara de asombro.—Yo que sé, Nata —decía Amelia con gesto divertido.
—¿Cómo que yo que sé?, ¡Qué empiezas a trabajar mañana!
—Que sí, sí. A las 5 tengo que estar allí para recoger un pedido de cerveza.
—Eres la hostia, Amelia. Así que la hermana dice que no toca contigo y te quedas allí de camarera por si igual se lo piensa o tú la convences. ¡Qué no has puesto una copa en tu vida!, ¿Qué sabes tú de hostelería?
—¡Ya lo sé! Se lo he dicho a María y le ha dado igual. Oye, ¿Por qué no? Puede ser divertido.
—¿Qué van a tomar? —interrumpió el camarero.
—Crianza de Rioja ¿qué tienes? —preguntó Amelia.
—Cune, Luberri, Luis Cañas, Marq...
—Dos de Luis Cañas —contestó sin dejarle terminar ni consultarle a su prima y el camarero dejó dos copas delante de ellas para servirles el vino.
—Mira, de vinos entiendo —dijo burlándose de su prima.
—Será de lo único —sentenció la pelirroja. —Ya me estás contando que pasa. —Retomó Natalia la conversación que había interrumpido el camarero—. Porque no me creo que a tus 31 años te haya dado por ahí sin un motivo.
—Que no pasa nada, en serio, lo he aceptado porque sigue existiendo la posibilidad de que al final pueda cantar allí, y me hace ilusión hacerlo.
—Amelia.
—Natalia. —replicó la morena con el mismo tono que había utilizado su prima.
—A ver, ¿Quién te ha gustado? Cuéntamelo, ¿La dueña?, ¿La hermana? ¿Alguna de la que no me has hablado?, tú no aceptas ese trabajo así porque si cuando ya tienes un trabajo Amelia, eres abogada, A-BO-GA-DA.
—Gracias por recordármelo, mira que se me había olvidado —respondió sarcástica. —Natalia que no, que no me ha gustado nadie, simplemente me ha parecido que puede ser algo divertido y he aceptado, fin. Además, que lo puedo dejar cuando quiera.
—Eso ha sonado a drogas.
—Eres idiota.
—Cariño, te conozco desde que tengo conciencia y a ti te ha gustado alguien de ese sitio, si no me lo quieres contar no me lo cuentes, pero a ti te ha gustado alguien - Insistía su prima con vehemencia.
—A ver.
—¡Lo sabía!
—¡Pero si no te he dicho nada!
—Ese a ver, Amelia.
—¿Me dejas hablar?
—Por supuesto.
—Luisita me ha caído muy bien y parece como triste, no sé, es como que hablas con ella y te dan ganas de abrazarla todo el rato, es dulce, es... —Amelia buscaba adjetivo, pero su prima no la dejo terminar.
—Joder, Amelia, ¿flechazo?
—Que no, Nata, ¿Qué dices? Simplemente me ha caído bien y ya está. De esta gente que conoces y conectas y sientes que quieres que se queden en tu vida, pero nada más.
—Uy, la intensa —vacilaba la pelirroja.
—No se te puede contar nada —reprochaba Amelia desviando la mirada de su prima.
—Anda, no te enfades —le dijo dándole un toquecito en el brazo. —En resumen. Has "conectado" con la hermana de la dueña y por eso has aceptado el trabajo. Ya, yo digo que te ha gustado, tú di lo que quieras.