Capítulo 25. ACTUACIÓN

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Luisita llegó hasta ellos, saludó de forma general, se metió dentro de la barra junto a su hermana sugiriéndole que le preparara un café, y tomó asiento encima de una de las cámaras que guardan los refrescos. Quería evitar situarse al lado de Amelia, porque sabía que la actitud hacia ella la delataría ante los allí presentes, y prefirió mantener una pequeña distancia que a la de rizos le pareció enorme.

María, al tiempo que le preparaba el café recorrió el cuerpo de su hermana con la vista, llegando a una conclusión certera:

—Sis, te las voy a tener que quitar de encima al terminar la actuación.

Luisita había elegido una falda de cuero negra, con una camisa a rayas verticales anchas metida por dentro de la cintura, en blanco roto y amarillo pastel; se había puesto unas medias finas color carne y unos botines en el mismo color que la falda.

La afirmación de María encerraba la verdad de que le parecía que su hermana estaba impresionante, pero también la había lanzado con la intención de comprobar si podía haber pasado algo entre ellas la noche anterior.

Luisita rio ruborizada y desvió su atención hacia Amelia, que se lo dijo todo con la mirada a la vez que levantó una ceja. A Luisita le pareció tan sexy, que le hubiese gustado lanzarse a sus labios en ese momento, pero quiso mantener la distancia que las separaba. Sacó descaradamente la lengua y recorrió de una comisura a otra su labio inferior, gesto que a Amelia le hizo removerse en el taburete y tragar saliva; ella había iniciado el juego y Luisita de lo había devuelto multiplicado por tres. Desde que sus ojos se habían encontrado, se les había olvidado el resto del mundo, y María y Miguel las observaban en silencio hasta que la dueña carraspeó haciéndolas salir del trance, indicándole a Luisita que ya estaba listo su café.

Sus esfuerzos para que su hermana no se enterara hasta que ella no se lo contara no estaban sirviendo de mucho, porque les resultaba imposible disimular lo que pasaba entre ellas cuando estaban juntas. Hasta Miguel se había dado cuenta de la atmósfera que se había creado con tan solo un cruce de miradas.

—Meri, eres muy exagerada —contestó por fin a su hermana, escondiéndose detrás de la taza de café.

—¿A qué no lo soy, Amelia? —preguntó dirigiéndose a la morena, que se había quedado en el momento en el que Luisita se humedecía el labio.

—¿Qué? —contestó despistada.

—¿Que a que no soy exagerada? —le repitió con calma. —Está impresionante —volvió a afirmar.

—Eh... —titubeó. —Estás guapísima —afirmó rendida y Luisita sonrió bajando la vista hacia el suelo.

—Tú también estás muy guapa —le devolvió el cumplido.

Y ese clima que se instalaba entre ellas cuando estaban juntas volvió a generarse.

La morena llevaba un vestido color beige a rayas finas un poquito más oscuras, con el escote en pico y un cinturón que lo ceñía a su figura, también con medias trasparentes y botines negros.

—Bueno... —pronunció María mientras cogía su bolso. —Me voy a comprar unas limas que se me han olvidado antes de venir, enseguida vuelvo.

—¿Puedo tomarme una cañita antes de ponernos al lío? —preguntó Miguel y las dos asintieron. Iban a repetir la prueba de sonido que ya habían hecho el día anterior, para dejarlo todo a punto para esa noche. —¿Me la ponéis? —pidió en plural.

—No tengas morro y sírvetela tú —contestó Luisita con desparpajo.

—Luisi, si ya sabes que se me da fatal.

Sólo si es contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora